Capítulo 2

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Aprovecho el tiempo calculando como debería actuar ahora que volví, es por ello que le doy una calada al cigarro entre mis dedos y luego suelto el humo

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Aprovecho el tiempo calculando como debería actuar ahora que volví, es por ello que le doy una calada al cigarro entre mis dedos y luego suelto el humo. Mis horarios en la universidad son algo caóticos y cómodos al mismo tiempo, por lo regular no hay tantas personas por lo que puedo pasearme tranquilamente sin tener que encontrarme con alguien que conozca, eso es mejor.

Mi semana luego del encuentro con Sango fue tranquila, no nos hemos vuelto a topar y asisto a mis clases sin saltarme ninguna como le prometí a mi tía, tampoco me he encontrado al imbécil que dañó una blusa carísima con su jodida impertinencia, el único problema es que cuando tengo tiempo libre mi cabeza suele ser bastante calculadora. Demasiado diría yo.

Mi teléfono suena una vez más, mis ojos van al nombre en la pantalla, hago una mueca y me quedo mirando fijamente la pantalla encendida y luego la llamada caer. Una vez más se enciende y luego de largos segundos cae, sé que la persona que intenta contactarme debe estar desperado, pero me gusta jugar con el tiempo de los demás. Sé que necesita algo de mí y yo solo puedo sacarle provecho cuando su desesperación escale nuevos niveles. Por ello no contestaré en los próximos días a sus llamadas.

Cuando termino mi cigarro lo dejo caer y luego lo piso, voy basta un baño cercano y cepillo mis dientes para mirar mi reflejo perfectamente arreglado. Pinto bien mis labios y con un suspiro me echo perfume, dándome una última mirada salgo del baño y camino a pasos tranquilos a la que será mi siguiente clase, pero choco con una persona. Levanto la cabeza encontrándome con unos grandes ojos que me observan con sorpresa, parece que ha visto un fantasma.

Una sonrisa curva mis labios cuando frente a mí se encuentra el hombre más estúpido e iluso de la tierra. Es esa clase de personas que son tan genuinamente buenas que te dan ganas de jugar con sus sentimientos y explótalos para sacarlos de la maldita burbuja en la que viven. Curiosamente, este hombre a pesar de provocar tantas cosas negativas en mí fue al único que no traté de dañar de manera genuina, pero mala suerte para él que al parecer el mundo conspiraba en su contra.

—Hoyo—saludo. Él se sobresalta con su nombre en mis labios ocasionando que una sonrisa realmente divertida me invada. Hoyo fue mi profesor en el colegio, estaba enamorado de mí a pesar de ser siete años mayor que yo, pero eso parecía no importarle.

Era un imbécil ilusionado con el amor al que usé algunas veces para que las cosas salieran como quería, pero a pesar de todo, él nunca cruzó esa línea conmigo. Sabía que yo le gustaba, pero él nunca me dio pie para nada, siempre se mantuvo como un profesor dentro de lo que cabe, porque no era inmune a la manera en que lo miraba o cuando me atreví a robarle un beso solo para ganar una apuesta.

El problema vino cuando él a pesar de que yo no hacía nada en su materia, me aprobó. Estaba tan loco por mí que me permitió aprobar la materia, cosa que causó algo de revuelo, finalmente lo tuvieron que cambiar de colegio cuando se le acusó de pedófilo dentro del colegio. Nunca lo apoyé o salí a acusarlo, no era mi problema, así que solo me aparté.

Deseo InmoralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora