Capítulo 10

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Siempre me ha gustado jugar con fuego, y muchísimo más si es con el fuego que lleva guardado mi maestro favorito

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Siempre me ha gustado jugar con fuego, y muchísimo más si es con el fuego que lleva guardado mi maestro favorito. Estuve atenta a todos sus movimientos desde el momento en que dejó su mesa, no pude evitar la tentación de seguirlo, es por eso que con una disculpa me levanté de la mesa y fui en su búsqueda. Como la polilla atraída por la luz, pero en este caso es atraída por el incendio que es esa mirada amarilla. Me gusta que parezca de a poco mostrarme que poco a poco yo puedo destruir la calma que quiere tener.

Es por eso que cuando ingresé al baño de hombres me tomé el tiempo de detallar lo bien que le queda ese vestuario, él es un hombre que siempre está bien arreglado y si algo que puede seducir con facilidad es un hombre guapo que tenga esa manía de verse bien y, además, posea esa mirada del color del oro. Todo en ese hombre es caliente, pero algo mucho más caliente es la manera en que me sujeta del cuello y entonces, los hombres que vi en el pasillo antes de entrar se escuchan. Le sonrío al ver como deja entrever el enfado bajo esa mascara de tranquilidad.

Los hombres se ríen y él actúa rápido adentrándome a unos de los cubículos con él, el espacio es reducido con los dos, pero eso no le impide soltar mi cuello y cubrir mis labios mientras le pasa el seguro a la puerta y deja caer la mano libre. Mis ojos quedan desafiantes en los suyos y los hombres terminan de entrar. Los escucho decir algo a lo que no le presto atención ya que solo miro a mi profesor. Su mano libre está rozando sin que se dé cuenta mi pierna, la que el corte del vestido deja.

Él aleja su mano de mi boca cuando la lamo y le sonrío. Sujeto la mano cerca de mi pierna y lo hago acariciar el lugar.

—Así es como debe hacerlo—susurro tan bajo contra su oído que él simplemente se queda como estatua. Pienso que me soltará algunos de sus discursos morales, pero contrario a mis pensamientos, mi profesor acaricia mi pierna haciéndome estremecer de pies a cabezas. Soy descarada abriéndole las piernas y no le quito la mirada de encima. Su mano vuelve a enrollarse como un collar en mi cuello y abro mis labios soltando un suave suspiro.

Los hombres fuera del cubículo se quedan charlando y casi quiero salir y yo misma echarlos porque están interrumpiendo un momento entre mi profesor y yo, aunque pensándolo bien, puede que si ellos salgan él se eche para atrás como parece ocurrir siempre que estamos en algo.

Respiro hondo cuando su mano acaricia mi muslo y no miento en decir que en el momento en que él se inclina y me olisquea, comienzo a mojar porque sus caricias se trasladan hacia el interior de mis muslos. No sé porque cada cosa con él, por más sencilla que sea me parece mucho más caliente que todo el sexo que he tenido en mi vida.

—Un solo ruido y me detengo—el susurro me eriza la piel y asiento de manera obediente. Él se aleja para mirarme y me sonríe de una forma que me hace apretar las piernas inmovilizando su mano en ese lugar, porque se ve jodidamente caliente.

Inuyasha pellizca mi muslo y vuelvo abrir las piernas para él, lame sus labios y baja la vista hacia ese lugar.

—Parece que se está perdiendo el camino correcto maestro—susurro. Ambos nos detenemos en el momento en que los hombres suben la voz, pero entonces escuchamos como la puerta se abre y luego se cierra. Todo queda en completo silencio—aquí es donde debería de estar—susurro y llevo su mano hacia mi intimidad.

Deseo InmoralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora