Kagome es una chica caprichosa, eso ella lo sabe.
Siempre consigue lo que quiere, porque cuando se propone algo lo cumple y ahora sus ojos cayeron sobre el profesor más deseado en la facultad. Ella sabe quién es él, sabe que está casado, pero acerca...
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Inuyasha
—Te la estás tirando?—esa es la primera pregunta que escapa de la boca de Miroku en cuanto la pequeña insolente de mi alumna se aleja.
Mis ojos van a los de mi mejor amigo, el único que acepto en mi vida. Nunca he sido una persona que soporte respirar el mismo aire que otras personas, así que tener a una persona en mi vida es más que suficiente.
Además, conozco a Miroku desde que tengo memoria. Ha sido la única persona a la cual he soportado tener en mi radar por tanto tiempo. Es un hombre muy sociable que por lo general me causa dolores de cabeza cuando hace planes sin consultármelo, pero como mencioné, los años lo han dejado tener algo de ventajas en no arrancar su cabeza cuando sale con alguna estupidez.
Pero, aunque Miroku es mi amigo desde pequeño, me conoce perfectamente, sabe que algo ocurre con la insolente de mi estudiante porque yo nunca había tenido el tiempo ni de darle una mirada a cualquiera de mis estudiantes y eso, no es la primera vez que una alumna se acerca a mí cuando estoy con él. Pero, a diferencia de las demás, esa mocosa insolente hoy se ve como una jodida fantasía, ese vestido me tiene cuestionándome si será fácil de romper entre mis manos y aunque sé que hoy no me la follaré como quiero, sí que puedo disfrutar un poco de ella.
Estas ganas no son normales, yo nunca he sentido estas inmensas ganas de destrozarle el coño a una mujer, quiero verla suplicando, gimiendo y que sean gritos los que se escapen de esa maldita boca que sabe usar bien la muy maldita.
Cuando me doy cuenta de que mis pensamientos se han desviado vuelvo a mi amigo que espera una respuesta aun cuando ya la sabe. En su lugar bebo despacio mi trago mirando la hora, no tendré mucho tiempo para lo que planeo, pero sí que sé que lo voy a disfrutar. Mis labios se curvan cuando pienso en lo que vendrá dentro de poco porque no me quedaré con las ganas que tengo.
—No—respondo finalmente, Miroku se echa a reír como si le acabara de confesar el mejor chiste el año—al menos aun no me la tiro como quiero, por el momento solo estamos... viendo quien cae primero—es lo que respondo, sus ojos azules me analizan con cuidado, suspira y me coloca la mano en el hombro.
—Ten cuidado, esa lindura se ve que no es una mansa paloma, pero pensé que lo tuyo y Kikyo iba bien, nunca has traicionado a una mujer—me encojo de hombros—¿qué es diferente esta vez?—me quedo en silencio analizando su pregunta.
Todo, malditamente todo es diferente esta vez. Esa mocosa me provoca como nunca una mujer lo ha hecho y ahora solo quiero mi polla dentro de ella, bombardeándola, empellones que me hagan saber que ella está loca del placer.
—Que esa maldita mocosa sabe cómo provocarme—respondo finalmente y en voz baja para que nadie más escuche nuestra conversación.
No soy mucho de frecuentar este bar, pocas veces lo hago cuando tengo asuntos que tratar con Miroku y cuando quiero simplemente alejarme de cualquier cosa que me provoque dolor de cabeza, como lo era Kagome Higurashi.
