Capítulo 16

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Es increíble como algunas personas ni con todo el dinero del mundo pueden cambiar

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Es increíble como algunas personas ni con todo el dinero del mundo pueden cambiar. Cuando conocí a este hombre tenía solo 13 años y viéndolo ahora sigue siendo la misma escoria, la misma porquería que disfraza lo horrible que es bajo una sonrisa encantadora y mirada retadora. Naraku nunca dejará de ser una basura, una maldita cucaracha a la cual no dudaré en aplastar porque es simplemente asquerosa a la vista.

Los ojos negros de Naraku me observan de arriba hacia abajo antes de lamerse los labios, yo preparo la sonrisa más irónica dejándola en mis labios porque la última vez que nos vimos yo estaba destrozada, este no es el caso. Una de las personas que conoció mi lado sensible fue él y se encargó de joderla hasta el punto en que no quedó absolutamente nada de ella. La persona que soy hoy en día ni siquiera es una cuarta parte de quien fui en el pasado y él lo sabe, por la forma en que me está mirando se da cuenta de que he cambiado, de que el poco poder que tenía en mí se jodió por completo.

—Así que es cierto que regresaste, lucerito—ladeo un poco la cabeza ante ese maldito apodo que tanto que gustaba en el pasado.

Simplemente sonrío, una risa baja porque mirando ahora al pasado, me creía que me las sabía todas y lo cierto fue que era una ilusa que se creó una película en su mente.

—Era obvio que no me quedaría lejos para siempre, no es como si tengo razones para huir como si fuese una criminal—él da un paso hacia mí, la complexión de su cuerpo ha cambiado. Antes no tenía tantos músculos y era un poco más bajo.

Ambos hemos cambiado como era de esperarse.

—Te diré algo, tus aires de psicópata es mejor que te los reserves lucerito, porque no soy el mismo imbécil de antes, lo que no pude lograr en el pasado puedo lograrlo ahora. No eres la única que tiene influencia en este momento, créeme cuando te digo que no deberías meterte conmigo. Aunque si me aceptas un polvo no me quejo, antes no te veías tan bien—me repasa de pies a cabeza. Yo simplemente lo observo como se mira a un parasito o una gran mierda.

Y eso es Naraku para mí.

—Tendrías que volver a nacer para que yo siquiera piense o considere besarte, siendo sincera me causas mucho asco en este momento—me encojo de hombros—así que saca de ese pequeñito cerebro la idea de nosotros en una cama—Naraku se ríe y yo me cruzo de brazos mirándolo de manera desafiante.

—¿A qué viniste Kagome?—me encojo de hombros.

—A diferencia de ti, yo sí tengo deudas que saldar con algunas personas, esperemos que tú no me debas nada—Naraku está tan cerca que su aliento barre en mi rostro.

—Escúchame Kagome, no me provoques—él se acerca a mi oído—la última persona que me desafió terminó muerta, en este momento la influencia que tengo no protegerá ni siquiera a la hija de cierto político, así que se una buena chica y no te cruces en mi camino. Yo no perdí mi tiempo recuperándome cuando me volví mierda, no, yo escalé a lo grande y el chico que no tenía nada ahora tiene un imperio bajo sus manos. Tengo tanto o más dinero que tú y toda tu familia, tengo muchísimos más contactos que tu padre, así que te aconsejo que no me jodas si no me quieres conocer realmente—se separa pensando que él me dio miedo de alguna manera, pero yo no puedo evitar la risa estruendosa que se escapa de mis labios haciendo que en su rostro se forme una expresión de completo desconcierto.

Deseo InmoralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora