Capítulo 15

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-- ¿Quieres ir a esa presentación?. -- Momoko comía a mi lado y sin dejar de masticar, tomó de mi mano el panfleto y comenzó a mirarlo con ojos de critica. -- Mmm, no lo sé, parecen un grupo un tanto extraño. Y este de aquí, me da una vibra rara. -- Sin soltar su tender apunto con su dedo indicé a Serpiente. 

-- Pues, yo digo que sería muy lindo que Kauro vaya a dar apoyo a sus amigos. 

-- No son mis amigos Miyako, son solo unas personas que me ofrecieron ver su espectáculo, y la verdad me da curiosidad.

-- Pues, tendrás que pedir permiso en el trabajo, y sabes que nunca le dan permiso para faltar a nadie. -- No pude reprimir mi mueca de amargura al escuchar a mi hermana, para peor que lo que dice es cierto, pero ella dijo algo más. -- A menos que estés enferma o... Demonios, ya te di la pista. 

-- Pues, habrá que demostrar que me estoy muriendo. -- Mis hermanas me vieron algo preocupadas por mi manera de expresarme, pero saben perfectamente que solo es una broma. Ya había terminado de comer, así que tome mis platos y agradecí por la comida, caminé hacía la cocina para lavar mis trastes, mientras caminaba por el corto pasillo y lavaba mis platos, recordé que hoy no tuve ningún incidente desagradable con "Butch", la verdad se me hace extraño, incluso cuando iba caminando por los pasillos se me cruzó por la cabeza que me tomaría del brazo y me llevaría a un aula desocupada para... Agh, ¿Por qué le doy importancia? ¿Por qué pienso en eso? No me importa, es más, ¡Gracias a Dios no me topé con su estúpida presencia!. Había algunos cuchillos sucios en el fregadero, así también aproveche para lavarlos, mientras lavaba uno, recordé el como Az era educado conmigo, admito que una actitud así siempre da la impresión de que los tipos se traen algo entre manos, pero Az parecía ser... limpio. Como si no tuviera porque ocultar algo, solo me decía lo que quería. Y aún que en un principio me parecía un gesto incomodo, el que besará mi mano para presentarse, disculparse y despercudirse, me pareció un gesto caballeroso y hasta... Atractivo. En esta ciudad llena de vagos, pervertidos y corruptos hijos de papi, no es fácil encontrar hombres cómo... Cómo Az.

-- ¡Kauro cuidado!

-- ¿Qué?. -- Miyako estaba a espaldas mías con una enorme cara de preocupación y correo hacía mí, yo solo miré hacía abajo, mi mano estaba completamente ensangrentada, el cuchillo en mi otra mano estaba igual o incluso más ensangrentado que mi mano, estaba tan hundida en mis pensamientos que no me di cuenta que el cuchillo rebanó la esponja y comencé a cortarme. -- Dios mío, Kauro, tienes que tener cuidado... Bueno... Ahora si tienes una buena excusa para faltar al trabajo... -- Miyako había tomado un trapo de cocina para detener el sangrado. Me dijo que mantenga presionado para que no salga tanta sangre y desapareció de la cocina, me senté en una silla cercana, solo para estar callada y seguir cubriendo mi herida. Por mi cabeza pasaban distintos pensamientos, sobre Az... Se ve... Como un hombre atractivo... 

Intenté quitar de mi cabeza aquel pensamiento, ¡Es mayor que yo!, se ve de unos treinta años, ¡No puede parecerme atractivo un hombre de treinta años!... 

-- ¿En qué piensas?. -- Momoko estaba en la marco de a puerta para entrar en la cocina, tenía sus brazos cruzados y me miraba con una sonrisa ladina en sus labios. 

-- No es nada... Solo son... Las clases y el trabajo.

-- ¿También estas estresada por eso?.

-- Ja, ¿Tú te estresas por algo?. -- Miré a mi hermana con incredibilidad.

-- Oye, me estreso todo el tiempo. -- Momoko me había dado un leve golpe juguetón en el brazo, después se senté a un lado de mí. -- Y... Es cierto... Me estreso todo el tiempo... Sea por la escuela... Por el trabajo asqueroso que tenemos... O por ti y por Miyako... Siempre me estreso...

-- Y... ¿Cómo logras aparentar lo contraría?, mierda, ¡Todo el tiempo estas tranquila!. -- Momoko permaneció callada un rato, su mirada estaba clavada en el piso, y su rostro estaba totalmente serio, hasta que me miró a los ojos. 

-- ¿Me prometes que no le dirás a Miyako? Sabes que ella es muy sensible y... Si se entera, estará devastada. -- Extrañada asentí con la cabeza y ella tomo mi mano no herida, para juntarla con las suyas. -- ... Yo... Tomó unas... "pastillas" para calmarme...

-- Momoko... ¿Te... Te drogas?. -- Quería pensar que no era verdad, quería imaginar que no era cierto, pero la mirada firme y sería de Momoko respondían lo que no quería escuchar y lo que no necesitaba palabras... Era cierto... -- ¿Desde cuando?.

-- Desde inicio de este año... Creme que no es para ningún efecto de gratificación o para tener algún tipo de alucinación. -- La voz de mi hermana comenzó a quebrarse y sus ojos comenzaron a humedecerse. -- S-solo es para calmar el estrés... Pero últimamente, no he podido soltar el frasco... Tengo un cajón lleno de los mismos frascos con las mismas pastillas... Creo que me he vuelto adicta... -- Mi hermana apretaba con fuerza mi mano entre las suyas y veía como de sus ojos salían lagrimas... Momoko ha estado sufriendo todo este tiempo... Y ni yo ni Miyako nos hemos percatado...

-- Momoko... Tenemos que decirle esto a Miyako...

-- No, No... Miyako ha estado muy preocupada este tiempo, por tus problemas en la escuela y por miedo a que nos descubran en el trabajo, ¡no puedo agregarle más preocupaciones a las que ya tiene!. 

-- Momoko, tienes que ir a rehabilitación, solo son medicamentos pero sabes perfectamente que pueden escalar a más... Tienes que hacerlo por tú bien, y por el bien de Miyako, no podemos ocultarle cosas, ¡No es la solución! Miyako, tiene que sabe. -- Momoko apretaba sus labios y no dejaban de salir lagrimas de sus ojos, estaba asustada... Hace mucho que no veía a mi hermana de esa manera... -- Momoko, respóndeme, ¿Le vas a decir a Miyako? 

-- Dame tiempo... Necesito... Pensar en como se lo diré... -- Momoko soltó mi mano y puso las suyas en sus rodillas, sujetando con fuerza la tela de sus pantis.

-- Esta bien... Que quede claro, que si tú no se lo dices, yo lo haré. -- Me levanté de la silla en la que estaba sentada, aún con el trapo de cocina en mano. 

-- Lo sé... Sé que cumples tu palabras. -- Momoko alzó la mirada y con sus ojos llorosos forzó una sonrisa.

-- Bien... Ve al baño y lávate la cara, no vaya a ser que te vea Miyako así.

-- Esta bien... -- Momoko se puso de pie y con la mirada en piso camino hacía la puerta de la cocina, parecía un alma en pena. Camine hacía el lavabo y abrí la llave para poner mi cabeza bajo el agua para limpiar la sangre, entre tanta agua y sangre seca pude descubrir la herida, que en ningún momento he sentido  dolor; era un tanto grande, pero no diría que sea grabe, una cortada extensa, pero si no fuera por el sangrado, pasaría fácilmente como el rasguño de un gato.

-- Bueno, habrá que esperar a que cicatrice... -- Caminaba por el pequeño pasillo de la cocina hacía la habitación, abrí la puerta sin necesidad de usar mis manos, solo le di un golpe con mi cadera. Me recosté en la cama baja de la litera, y mientras miraba las tablas de madera solo se me pasaba una cosa en la cabeza... O más bien... Una persona...

-- ¡¿Qué mierda?!. -- Mi teléfono comenzó a vibrar encima del pequeño escritorio que hay en la habitación, dejé el trapo encima de la cama y caminé al escritorio para tomar el teléfono, en la pantalla podía ver el nombre del contacto "Hijo de puta Butch"... -- Demonios... Dios, ¿Por qué no me matas ya?

Cartas de verano (Bellota X Butch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora