Capítulo 5

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Døbenstad no se encontraba muy lejos. Anja condujo por la Ruta Norte siguiendo las instrucciones de su joven compañero, que se hallaba atento a un mapa de papel. La nevada había cedido un poco, por lo que la luz solar que quedaba de la tarde se filtraba a través de unas gruesas nubes de hielo. A causa de los ferris que atravesaban numerosos puentes por los que debían cruzar, nuestros investigadores hicieron más tiempo de la cuenta.

      Anja maldijo al quinto ferri, y mientras estaban en el tráfico no evitó soltar un comentario despectivo sobre la propia investigación.

      —Este debe ser el caso más bochornoso en el que he estado.

      —¿Por qué lo dice, inspectora?

      —No dejo de pensar en que nos hemos metido en los problemas personales de una familia disfuncional. ¿Viste el sitio donde vivía? Era inmenso. Seguro que solo son rencillas de gente rica. ¿Dónde diablos hay una tienda de conveniencia cuando la necesitas? ¡Quiero un maldito chocolate!

      —Me pregunté lo mismo. ¿Qué podríamos encontrar en esta familia que tenga que ver con el asesino?

      —Danjel, número uno: no hay un asesino. Número dos: ese viejo jamás nos iba a decir quién lo habría amenazado. Dijo que todos sus clientes eran buenas personas y luego negó todo.

      —Sí, lo recuerdo.

      —En lo que he leído sobre Krigerssen se mencionaban reuniones con la mafia italiana y demás personalidades. Algunos artículos rezaban que ese abogado podría haber sido sobornado en algún punto. Desde luego que jamás admitiría sus corruptelas. No puede haber un abogado penalista con una carrera tan impoluta. Y aun así creo que hay un tercero que tiene que ver en todo esto. De cualquier manera, ¿por qué amenazaría un mafioso al hijo y no a su padre? Puede ser, claro, pero ¿por qué jaquearlo y no enviarle un, qué se yo, un pez, como en El Padrino?

      —No lo sé. ¿Cómo sabríamos que Krigerssen no fue amenazado también?

      Anja reflexionó su respuesta por unos segundos.

      —Si recibiese una amenaza por el canal que fuera, Krigerssen no estaría tan tranquilo.

      —Pero... Aun cuando su hijo estaba en un hipotético peligro, él prefería jugar al golf.

      —Ese es mi punto, Nølssen. Es un tipo narcisista; solo se preocupa por sí mismo. Si él hubiese recibido la amenaza, estaría cagado de miedo.

      —Entonces damos por hecho que él dijo la verdad —aseveró Danjel.

      —Es lo más probable. ¡Ah! Tengo una idea. No sé por qué no se me había ocurrido.

      —¿Qué es?

      —Necesito comprobar algo. ¿Sabes conducir?

      —Claro.

      —Pararé aquí y tú tomarás el volante.

      Así lo hicieron. Tiempo después Danjel conducía por la Ruta Norte, nada más siguiendo las señalizaciones. Døbenstad estaba cerca. Al mismo tiempo, Anja realizaba unas cuantas llamadas por celular. Primero contactó con Camilla, a la que le pidió la conectase con Karl Krigerssen. Cuando consiguió tener al estudiante al otro lado de la línea, Olssen lo cuestionó sobre su familia.

      —Mi padre siempre está muy ocupado, inspectora —le contestó con timidez—. Hace tiempo que no hablo con él.

      —¿Por qué?

      —Pues... Nunca hemos sido muy cercanos. Sería un milagro si me dijese algo. Cuando era un adolescente y vivía con ellos todavía, él nada más me hablaba para regañarme por jugar videojuegos. Le molestaba que «perdiera el tiempo», según él. Es bastante anticuado. Le teme a las computadoras y cree que no son de provecho. Lo más irónico que me decía era que Grand Theft Auto me volvería mala persona.

      —¿Y tu madre?

      Danjel volteaba a menudo, intrigado por la conversación.

      —Con ella sí hablo —aseguró Karl—. Todavía me envía cosas y dinero.

      —Ya veo. ¿Por qué tu padre ya no está con ella?

      —Se separaron.

      —¿Hace cuánto?

      —Uhm... como una semana.

      —¿Una semana? ¿Tan poco tiempo?

      —Sí, señora —dijo, convencido.

      —¿Sabes la razón?

      —¿Cómo no voy a saberlo? Ellos se han odiado toda la vida. También creo que mi padre tiene un amor del pasado que aún le afecta, y mi mamá se ha encargado de reclamarle esto por años; que no la supera y bla, bla, bla. Lo llama mentiroso. Además, siempre lo acusa de deshonesto. A mí se me hace que él tiene problemas con gente... indeseable. Usted me entiende.

      —Claro. Es fácil imaginárselo.

      —Døbenstad —anunció Danjel.

      —¿Ya sabe quién es el amenazador? —le preguntó Karl—. ¿Sí es el asesino ese?

      —Todavía no, chico —le dijo Anja con tranquilidad—. Pero lo averiguaré pronto. No te preocupes. Tú juega con tu Xbox ahí en donde estés.

      El joven dejó ir una risita.

      —¡Lo haré! E... inspectora, eh... no sé si el loco del blog sea un mafioso común. Lo he estado pensando mucho. El tipo accedió a archivos encriptados que guardo en disquetes y no en el disco duro como tal. Tampoco sé cómo hizo para burlar mi dirección de IP, si cuento con un VPN.

      Sin entender la palabrería informática, la inspectora contestó con su idea inicial.

      —Lo sé. Mira, Karl, no tengo nada que ocultarte. Quien haya hecho esto, no se encuentra en tu facultad ni en...

      —Es lo que sugirió la inspectora Vanger.

      —Pero creo que hay un personaje molesto que podría estar obsesionado con tu familia. Pronto veremos quién podría ser. Por ahora te garantizo que no corres peligro.

      —Bien. Confiaré en usted.

      —Ok —dijo Anja, y cortó.

      Hace tiempo que el coche estaba aparcado. Danjel tamborileaba sus dedos en el volante, impaciente. Frente a ellos se encontraba una estación de gasolina y un hostal. A un lado había una única casa adosada a una tienda. Parecía ser el sito que buscaban.

      —¿Hansel Krigerssen tenía un amor del pasado? —curioseó el oficial Nølsson.

      —Algo así —dijo ella levantando una ceja—. ¿Se oía?

      —Un poco.

      —Bien, pues vamos a ver de quién se trata.

      —Bien, pues vamos a ver de quién se trata

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Un paraíso sin ángeles [ONC] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora