Capítulo 21

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La tarde se tintó de dorado muy pronto, cerca de las cuatro. La puesta de sol todavía se daba muy temprano. El buen tiempo no supuso un impedimento esta vez. Tan solo en media hora llegaron a una sucursal de la Biblioteca Nacional en la misma ciudad donde se encontraban.

      De las computadoras especializadas, Anja pudo extraer una docena de artículos interesantes sobre las polémicas de Henrik, aunque un poco tergiversadas por la propia prensa local. Por como las clasificaba la biblioteca pública, sus polémicas eran más bien hazañas. Danjel, que utilizaba su propio ordenador, se molestó con lo sesgados que se leían algunos titulares. La mayoría de las notas en fenés aludían a un interés de los liberales por destruir la carrera de un fiscal ejemplar que velaba por la seguridad del país, mientras que los únicos tres artículos en inglés insinuaban que la emergente economía fenesa no era tan pulcra como se decía.

      Estos últimos artículos estaban exhibidos en la plataforma de la Biblioteca como ejemplos de mal periodismo, o así lo percibió Danjel. Pero su conocimiento del inglés consiguió sacar de la frustración a la inspectora Olssen, que no acababa de encontrar un buen resultado. La gente se comportaba como parte de una desastrosa guerra que todos fingían que no ocurría.

      —Mire esto, jefa —dijo al cabo de tres horas el oficial Nølsson—. En este reportaje de la BBC se menciona un escándalo importante en enero de 1966. No se distingue lo que dice, porque la calidad del escaneo es muy mala, pero se aprecia la forma del año. —Anja examinó el texto con dificultad, pues varias manchas oscuras impedían leer con claridad—. ¿Ya vio? Se alcanza a ver.

      —¿Puedes encontrar algún nombre?

      —Déjeme ver.

      Danjel repasó el archivo digitalizado y vislumbró varias palabras, de entre ellas unas en mayúsculas alternadas, como un nombre y apellido. Entre ambos intentaron reconstruir los párrafos, pero no tuvieron mucho éxito. Luego, ya que la computadora contaba con una versión un tanto reciente de Photoshop, el joven oficial trató de acercar la imagen por medio de una captura. Después, los dos estuvieron de acuerdo en que el nombre parecía decir «Monika Svensson»; aunque no había sido debido a la mejoría de los pixeles, sino a que Anja recordaba una figura importante llamada así.

      En el Google de su computadora, la inspectora Olssen continuó enseguida con su búsqueda. Los resultados más relevantes arrojaron la información de quien hubiera sido la presidenta de Fenelbank, el banco privado más importante del país, desde 1960 a 1966. Según los artículos en su idioma, se decía que era de las figuras corruptas más vergonzosas que el país hubiera tenido en años, pues allí se afirmaba que una «ardua investigación periodística» había revelado la existencia de prestanombres en las nóminas de Fenelbank, además de que la gran visión que tenía Monika para hacer de su banco el más poderoso estaba construida con blanqueo de activos.

      —«Monika lavaba dinero para el tráfico de drogas proveniente de España» —leía Anja—, «cuando se comprobaron más de diecisiete prestanombres extranjeros en las nóminas de Fenelbank, Monika se vio obligada a dimitir. La gestión del banco quedó en manos del gobierno hasta 1971...»

      —Uhm, qué casualidad que el gobierno se quedara con el banco, ¿no? —comentó Danjel con incredulidad—. Y miré esa fotografía. ¿No es ese Henrik?

      —Se ve un poco borrosa, pero creo que sí es.

      —Así que ese hipócrita de mierda la acusó. Me pregunto cómo habría logrado hacerlo. Seguramente tenía a un séquito de periodistas lambiscones.

      —Es hora de que me sorprendas con tus habilidades de inglés —le dijo Anja.

      —Claro que sí, jefa. De hecho, tengo una idea.

      Danjel se volteó hacia su ordenador y comenzó a teclear resultados en inglés. Leyó por aquí y por allá, e incluso llegó hasta la tercera página de Google. Durante su búsqueda, en la que tardó bastante tiempo, Anja fue a traer comida callejera. Más tarde, por fin en un enlace encontró una pista importante: que Monika Svensson tenía una hija y que con ella había luchado hasta su muerte en la cárcel con tal de tener una oportunidad para demostrar que todo era una trampa.

      —¡Mire esto, inspectora! —le señaló el texto cuando esta volvió, como si ella fuera a entenderlo.

      —Tradúceme.

      —Aquí dice que su hija, Rebeka Svensson, se dedicó al activismo y al periodismo desde que a su madre la encerraron cuando era apenas una estudiante de secundaria. Le consta que su madre sí participó en actividades ilícitas para ese banco, pero que nunca aceptó que la utilizaran como a un chivo expiatorio para tapar delitos que (y cito) «Henrik Grönnborg cometió aquel mismo año nuevo de 1966». En una entrevista que tiene por aquí, para la misma BBC, (déjeme subir de nuevo), Rebeka dice que escribió un libro titulado Mi madre ayudó al diablo en el que menciona un posible suceso que Henrik Grönnborg pretendió ocultar: ¡el asesinato de su hija y la existencia de un vergonzoso hijo bastardo!

      —Ya veo.

      Danjel se había quedado anonadado.

      —¿Qué sucede, Nølsson?

      —¡«Bastardo»! ¡Ahora entiendo! Henrik no me estaba insultando, sino que quería decirme que había un hijo bastardo. Quizás se refería así al asesino.

      —¿Y apenas se te ocurre?

      —Pues es que él había dicho que no sabía quién era El Carnicero.

      —A lo mejor no lo conoce así.

      —Podríamos preguntarle de nuevo.

      —No lo sé —admitió Olssen su inseguridad—. No quisiera perder el tiempo con él otra vez. Ya lo transfirieron y tendría que pedirle a Camilla que lo rastree, lo cual puede costarnos más días. Además, no creo que hable del hijo que Sunna tuvo. No me gusta. Creo que está claro por dónde tendremos que ir.

      —Pero, inspectora, ¿en serio vamos a pedir el libro de esta mujer? El asesino podría estar respirándole en la nuca a Karl ahora mismo. O quizá está esperando a que nos acerquemos a Henrik para asesinarlo y que nos quedemos otra vez con la duda.

      —No. A eso me refiero. ¡Busca datos de contacto! Tenemos que reunirnos con Rebeka Svensson lo más rápido que se pueda.

      —¡Muy bien! Pero, oiga, no entiendo, ¿Rebeka insinúa que el bastardo es de Henrik?

      —Sí.

      —¿Y eso quiere decir que... Henrik violaría a su propia hija?

      —Así parece.

Un paraíso sin ángeles [ONC] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora