Capítulo 15

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—¿Cómo que la hallaron muerta? —preguntó Anja, sosteniéndose de los brazos del sofá.

      —Según las autoridades, se había suicidado.

      —¿Fue un suicidio?

      —Sí. —Señaló hacia el oeste—. La hallamos en un lago a las afueras de Rødelstad.

      —¿Murió de congelamiento?

      —Nunca lo confirmamos. La pobrecita... —Ahogó la ruptura de su voz. Tal parecía que, a pesar del transcurso del tiempo, el exinspector seguía afectado por la frustración—. Fue a la parte del lago que es hielo delgado, ¿me entiende? Según las autoridades, la muchacha saltó de lo alto de una peña y con el peso de su cuerpo consiguió llegar al fondo. El agua helada habría hecho el resto. Y digo habría porque no supe si se ahogó, si murió de hipotermia cuando la sacaron, si fue estrangulada antes... No se especificó.

      —Pero ¿cómo es que no está seguro? ¿Acaso no hubo autopsia?

      —¡Qué va! —maldijo—. Si le soy honesto, inspectora Olssen, creo que me arrebataron el caso.

      —¡¿Cómo?!

      —Los Grönnborg eran una familia muy poderosa en los sesenta. —Carraspeó y se cambió de posición. Se le notaba más tenso—. Y todavía creo que lo son. He visto noticiarios. El apellido de Henrik todavía tiene mucha influencia en el Ministerio de Justicia. Es un hecho que ustedes los capitalinos ignoran bastante.

      »Durante el tiempo que estuve investigando la desaparición de Sunna, yo y mi compañero, el inspector Björn, que en paz descanse, los Grönnborg estuvieron encima de nosotros de uno u otro modo, ya sea por medio de nuestros jefes o a través de sus intimidaciones indirectas. No tuvimos acceso a la autopsia, no hubo un informe patológico de por medio, nada.

      —¿Cree que Henrik pudo haber asesinado a su hija con ayuda de uno de sus hijos?

      —A estas alturas creo cualquier cosa. ¡Hace ya tantos años! Sin embargo, no puedo confirmarle tales suposiciones, inspectora. Siento defraudarla, pero no poseo ninguna prueba que demuestre que Sunna fuera asesinada. Que es muy posible, claro que lo es. Ella desapareció en una época complicada de su vida; había huido de casa, si mal no recuerdo. Todo fueron rumores y habladurías de los pueblerinos. Los diarios se negaron a hablar de ella por una orden de su familia. Y también, si le sirve, creo que Henrik tenía pretensiones políticas.

      —Quiere decir que, haya hecho lo que haya hecho Henrik Grönnborg, ¿se escondió la verdad para opacar algo político? ¿Como una cortina de humo?

      —Sí, por supuesto. Luego de la muerte de la chica, si mal no recuerdo, hubo incontables polémicas con ese fiscal. Pero lo malo es que puede ser cualquiera de ellas, ¿sabe? Justo después el viejo cometió más agravios de los que extrañamente salió impune.

      —Entiendo —dijo ella, asintiendo—. Me imagino que será difícil saber cuál de sus polémicas fue la que utilizó para distraer la atención mediática de lo que haya hecho.

      —Exacto. Yo creo que si quiere hallar la verdad, debería comenzar por ahí. Aunque, para serle honesto, suena muy laborioso y riesgoso, y quién sabe si al final se conecte con el asesino ese.

      Ella concordó.

      —Exinspector Breivik, de casualidad ¿sabe dónde se encuentra el lago en el que hallaron el cuerpo de Sunna? Necesito verlo.

      —¿Ahora mismo? —Martin Breivik se reclinó al preguntarlo—. Estará muy peligroso por ahí.

      —Ahora mismo. Si me acompaña, le pagaré.

Un paraíso sin ángeles [ONC] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora