Nadie sabía más de asesinos en serie que la inspectora Anja Olssen. Su afición era recolectar sus perfiles, como si fuesen simples estampillas del periódico. Es por ello que, una vez recibió la llamada de su jefa, Camilla Vanger, lo primero que se interpuso en la línea fue su incredulidad. Anja tampoco estaba dispuesta a aceptar que el asesino más popular de los últimos años haya regresado para cargarse a un colegial, pese a ser el hijo de un abogado reconocido.
—Comprendo que hay muchas razones para dudarlo —le dijo Camilla por celular—, pero si hay alguien que me puede quitar esta ansiedad, eres tú, Anja.
—No lo sé, Camilla —respondió con desinterés. Lamía una pequeña bola de chocolate, en tanto se distraía mirando a su hija de trece años, que charlaba animadamente con su amiga en la sala—. Odio decírtelo así, pero creo que el intransigente de Peterssön tiene razón esta vez.
—Tengo una corazonada muy fuerte.
—Más bien creo que tienes miedo.
—Puede ser.
—¿Qué otras pruebas hay, además del diario del asesino? —preguntó Anja.
—Ninguna. La Policía Nacional ni siquiera ha determinado que Karl esté en peligro. Peterssön se niega a financiar una investigación completa.
—Y es razonable. Bueno, si quieres que yo y tu oficial segundo...
—Danjel Nølsson —aclaró.
—...que él y yo lo indaguemos... ¿quién nos pagaría?
—Yo misma, con mi dinero.
—Vaya —exclamó Anja, de nuevo como si la situación no requiriera importancia—. Es increíble que a su vez estés protegiendo al chico como si fuese tu hijo. ¿Estás consciente del problema en que te estás metiendo? Hace años que alguien hizo lo mismo y aquello le costó el puesto. —Devoró su chocolate y se chupó los dedos.
—Sí, creo que sí. Tomaré riesgos... Anja, ¿qué comes?
—Chocolate —dijo, con cierto tono infantil—. Muy bien, Camilla, haré esto por ti, porque me has generado curiosidad, pero que conste que lo que haces tal vez es ilegal.
—Ya demostrarás que es importante —aseguró Vanger—. Convenceremos a Peterssön. De eso no hay ningún problema.
—Entonces ¿quieres que comience entrevistando al tal Hansel Krigerssen?
—Así es.
—¿Y si no encuentro nada?
—Asumiré la responsabilidad.
—Ok. —Colgó sin despedirse.
Anja apartó el teléfono y continuó cocinándose su almuerzo. Al poco tiempo la chica invitada ocupó el baño, y Annika, su hija, se acercó con timidez a la cocina. La inspectora asumió que aquella venía a presionarla, porque ambas niñas ya tenían mucha hambre, pero hizo una pregunta que la incomodó de repente.
—Mamá, ¿te vas a ir otra vez? —Aunque Annika pudo haberlo dicho con tristeza, en realidad lo hacía con un poco de entusiasmo.
—Sí.
—Ah, qué bien. ¿Y podré pedirle a Ingrid y a Gina que duerman aquí?
—Puedes. Pero... sabes muy bien que chicos no, ¿eh?
—Lo sé. ¿Y harás algo aburrido?
—Probablemente sí —replicó Anja con sinceridad—. Lo de siempre. Iré a entrevistar gente.
Annika la abrazó con rapidez y se sentó a la mesa.
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Un paraíso sin ángeles [ONC] ©
Misteri / Thriller«Karl no merece su sangre, y por ello la derramará muy pronto...» Esta era la línea que el joven Karl Krigerssen leyó en un blog la tarde que revisaba su correo electrónico. Había encontrado las perversas notas de un asesino en serie que escribía so...