—¿Hijo de Sunna y Frederik? —Anja parecía confundida—. Es decir que los hermanos tuvieron un romance prohibido, ¿eso quiere decir?
—Así es —confirmó Astrid.
—¡Eso es! —exclamó Danjel—. ¡Esa es la razón por la que El Carnicero quiere matar a Karl!
Anja volteó a ver a su compañero.
—El asesino le tiene envidia —se explicó el oficial—. Karl es el hijo legítimo, el que obtuvo la buena vida. Él ha de ser la razón por la que El Carnicero le dijo lo de que no merecía su sangre. Se ha de odiar incluso a sí mismo por su origen.
—Sí, parece bastante obvio —opinó Olssen—. Pero antes de que nos precipitemos, deberíamos terminar con esto. Señora Borg, ¿puede aclararnos toda esta trama?
La exprofesora miró sus manos y suspiró. Era como si el peso de un secreto que había vivido dentro de su corazón por tantas décadas por fin se hubiera liberado.
—Me deshice de él en 1973 —comenzó, con un aura de rencor en sus ojos—. Lo recuerdo muy bien. Yo llevaba casi siete años cuidándolo. Incluso le di pecho cuando era muy pequeño. Y se equivocan con lo de la pareja de ancianos; sus padres adoptivos no eran tan grandes. Que yo sepa, hoy la madre podría seguir con vida. Era más joven que el director.
»Bien. A pesar de que el profesor Gornik me había encomendado esa tarea, que en un principio me resultó fastidiosa porque era joven y quería ver a los otros niños solo como un empleo, me sentí muy mal por él. Su propio abuelo lo había rechazado, era un producto del incesto, tenía complicaciones de salud por la mala calidad de su sangre y sus pardos ojillos torcidos se asemejaban a los de un mapache.
»Debo admitir que no lo odiaba porque fuera feo o porque requiriera más cuidados que los demás niños, o más que mi propio hijo, que por aquella época tenía su edad, sino que ese chiquillo poseía una personalidad horrible. Conforme fue creciendo demostraba no sentir ni una pizca de empatía. Sí, era muy inteligente, aprendía muy rápido, pero parecía no comprender los sentimientos de los demás. En una ocasión le pregunté por qué había jalado el cabello de una de sus compañeras, y este solo dijo que era porque le fascinaba oír a las niñas gritar.
»Nadie me creía. Mis colegas pensaban que yo renegaba de todo lo que me diera Gornik, que era una malagradecida o que era ileal, pero nada más lejos de la realidad. Además, desde que ese viejo me obligó a guardarme este asqueroso secreto por tanto tiempo, solo contentándome con un sueldo más alto, acabé simplemente odiándolo. Él creía que yo era una mujer sumisa que aceptaba todo. Y sí, lo era. En parte. Pero yo estaba consciente de que permitía todo con tal de no tener que buscar otro trabajo. En esos años no había tantas oportunidades para las mujeres como las hay hoy. Solo aspiraba a cuidar infantes o a trabajar en restaurantes. No lo hacía por lealtad. Para colmo Gornik era un jodido hipócrita: en la intimidad criticaba mucho al gobierno, odiaba a la socialdemocracia y los etiquetaba de comunistas. ¡Pero se llevaba muy bien con ellos cuando debía hacerlo! Le importaba lo que este pueblo pensara de él. Quería la simpatía de la gente, la anhelaba.
—¿Soportó abusos por parte de Gornik? —preguntó Anja.
—No tal cual. Sus únicos abusos eran tratarme como a su fiel esposa.
—Y durante esos siete años que cuidó a Ragnar, ¿qué más vio en él?
—Como le decía, me trataban de loca. Les gustaba negar lo que Ragnar hacía, y solo para castigarme por mi supuesto rechazo a Gornik, al que hoy todavía endiosan. Por ejemplo, en una de las clases teníamos a una mascota, un pequeño hámster. Una vez vimos que el animalito había amanecido muerto. Su cadáver estaba como aplanado. Enseguida Gornik y sus fanáticas esparcieron la historia de que el hámster había muerto de manera natural y lo dejaron como si nada, pero yo y otros alumnos sabíamos que eso no era verdad. Yo tenia la sospecha de que ese niño del demonio lo había hecho. ¿Y qué cree? —Astrid soltó una carcajadita sombría.
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Un paraíso sin ángeles [ONC] ©
Misterio / Suspenso«Karl no merece su sangre, y por ello la derramará muy pronto...» Esta era la línea que el joven Karl Krigerssen leyó en un blog la tarde que revisaba su correo electrónico. Había encontrado las perversas notas de un asesino en serie que escribía so...