Arabella.
La oscuridad me traga, aumentando la ansiedad que dispara los latidos de mi corazón.
Un par de ojos grises se pasean por mi mente, anclándome al sitio en el que me encuentro. Él ya sabe que estoy aquí. No pensé que sería tan angustiante el momento en que volvería a verlo, tan caótico y desenfrenado con solo un par de miradas cruzándose. Pero lo fue.
Ver a Mason desencadenó la tormenta en mi interior que tan solo estaba buscando la forma de aplacarse un poco. Y sí, era lo que esperaba cuando tomé la decisión de viajar y venir a este juego en particular, mi ser entero lo ansiaba tanto que me quedé sin uñas en el avión de camino a Los Ángeles. Mañana debo estar en San Francisco y yo solo pensé en lo mucho que deseaba verlo, en lo mucho que lo extraño y que mi ser me exige que lo tenga cerca.
Llevo semanas pensando en lo mismo, en la necesidad de buscarlo, de encontrarlo y no soltarlo. Aún así, solo hasta hace un par de horas me armé de valor para tomar mi avión privado y usar de excusa a mi padre y su amor por el fútbol para venir a un juego.
Es la primera vez que estoy en un estadio con la disposición de concentrarme en un partido. La última vez que asistí a un juego, mi vida cambió, dio un giro radical que inició al momento en que puse los ojos en Mason Chapman. El hombre entró a mi vida de forma inesperada, pero se quedó, la desarmó y me volvió una mujer que incluso cuando no quiere, piensa en él.
Camino en círculos en el pasillo, escuchando los gritos. Todo está en completa soledad porque en diez minutos saldrán los jugadores e iniciará el caos. Y aquí estoy yo, caminando como una loca en uno de los baños porque no sé si marcharme o quedarme. No quiero desordenarle la vida a Mason, pero lo quiero en la mía.
No sé qué tanto puedo dar, pero quiero dárselo todo a él. En la mejor forma que pueda, para él.
Si está dispuesto a tomarme de vuelta.
La puerta del baño se abre y se cierra entonces, obligándome a mirar la enorme figura que se apropia del espacio.
Mason me observa, sus ojos buscan los míos llenos de incertidumbre y su boca permanece sellada mientras trata de descifrar lo que tiene al frente.
Trago saliva con fuerza. Si pensé que mi corazón estaba latiéndome a su máxima potencia, todo cambia al momento en que lo veo de pie frente a mí, manteniendo la distancia que nos separa como si fuese un instinto de supervivencia que quiere elevar para no cruzar ni sus límites ni los míos. El pulso se me dispara a más no poder, siento los latidos de mi pecho retumbando en mis oídos y me quedo paralizada.
Él está aquí, luciendo tan jodidamente hermoso como frustrado, ansioso incluso. Sus ojos me transmiten tantas cosas que quiero correr a él y lanzarme a sus brazos a llorar para hacerme a la idea de que está aquí.
Lo he extrañado tanto que se me olvida todo lo que está más allá de la puerta que nos separa del mundo lleno de vacío del cual me escondo.
—¿Estás bien? —Su pregunta sale con todas las precauciones en su tono. La cautela en su vacilación me hace un nudo en la garganta, pero parece sincero, como si realmente quisiera saber de mí.
Pienso la respuesta que daré, incluso si la tengo clara. Estos días han sido una tortura, he caído en una rutina difícil de asimilar, pero que de alguna forma me mantiene la vida girando, llena de latidos desdichados y corazones partidos.
—No —admito. La voz me tiembla y mantengo la mirada en la suya, aún cuando la intensidad que me traspasa es tanta que quiero apartarla—. No lo he estado.
Doy un paso al frente, tomando aire. El nudo en la garganta incrementa, formando un dolor agudo mientras las lágrimas se me agolpan en los ojos.
—Te he extrañado mucho, Mason —admito, sabiendo que no tengo mucho tiempo—. Demasiado.
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TACKLE (+18)
RomanceEn el juego de la fama, nunca hay lugar para un desliz, pero en la travesía de la vida es inevitable no tenerlos. Arabella Sinclair se juró que, tras varias rupturas amorosas que terminaron con su rostro siendo objeto de criticas en los tabloides...