CAPITULO 15

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Arabella.

—Estaré en la cocina —comenta papá con los ojos clavados en los de Mason, quien extrañamente está en completo silencio, como si analizara la situación—. Te espero allí, Arabella. Te traje tus medicinas.

—¿Medicinas? —indaga Mason entre dientes—. ¿Estás enferma?

—No lo creo —responde papá, como si estuvieran hablando con él—. Solo tenía ganas de decir mentiras.

El tono de preocupación del jugador de fútbol que deja de mirar a mi padre para escanearme cualquier signo de enfermedad en mí, le relaja el rostro a Ansel Sinclair quien se marcha sin decir otra palabra.

Nunca había estado tan agradecida con el hecho de que papá saliera de la misma habitación en la que me encuentro como ahora que sus pasos se pierden por la puerta y mi cuerpo suelta el aire que comencé a contener desde que lo escuché.

—Arabella...

—Tal vez dije una pequeña mentirita para salir antes del estudio —confieso, enfocando los ojos en el hombre cuya tensión parece evaporarse de su cuerpo y ahora se concentra en mí—. Una cada día.

El rostro de Mason se torna divertido en cuestión de dos segundos mientras sus manos aún se mantienen en mi cintura, conservando el contacto que evita que pierda la razón por lo que acaba de pasar. Es tranquilizador y al mismo tiempo me recuerda lo que me espera fuera de estas cuatro paredes.

—¿Mentiste para verme? —pregunta con una sonrisa que me deja la cordura en el piso. Me gusta demasiado cuando me sonríe así, como si hiciera algo que hace que le guste.

—Tal vez.

—¿Sí o no, Arabella? Tan simple como eso.

—Sí.

Él suelta una carcajada que estoy segura de que mi padre alcanza a escuchar. Sin embargo, la manera en que parece no tener atención para nada más que para mí, evita que me importe.

—Por encantador que me parezca que prefieras verme a mí, no creo que eso le dé una buena impresión a tu padre de lo que puede traer mi presencia en tu vida.

—Estoy segura de que ya tiene una clara idea de lo que tu presencia trae en mi vida, Mason Chapman. —Nos señalo con obviedad.

—Muchos besos eso es seguro, tal vez deba acostumbrarse a ver los labios de su hija hinchados por mi culpa.

—¡Mason! —Le doy un manotón en el pecho por lo escandaloso de la situación—. No sé cómo reaccionará.

—Entonces vamos a averiguarlo. —Con cuidado, me aleja, ayudándome a ponerme de pie mientras él hace lo mismo.

Me detengo bruscamente reparando en la escena que visualizo. ¿Él dijo vamos?

No creo haber escuchado mal, pero...¿de verdad?

—¿Quieres hablar con mi padre? —cuestiono sin ocultar mi sorpresa—. ¿Ahora?

—Arabella, ese hombre me acaba de ver con mi lengua en tu boca mientras estabas en mi regazo, lo malo sería que no le diera la cara y huyera como si fuese un adolescente que no sabe lo que quiere.

Me quedo sin habla, provocando que su sonrisa se amplíe a medida que avanza hacia mí, colocando las manos alrededor de mi cara para que lo mire.

—¿No quieres que conozca a tu padre? Si me dices que no, lo entiendo. Es tu decisión.

—No, no es eso, solo que...

Pienso antes de hablar, regalándole una sonrisa llena de dudas. Si se siente ofendido por mi vacilación, no me lo hace saber. Al contrario, me sostiene con calidez, con los pulgares repasando con suavidad mi piel mientras espera a que las palabras encuentren la forma de salir de mi boca.

TACKLE (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora