Belicosa Bilogía I

Capítulo XII

    La oficina era espaciosa, tenía todo lo necesario para trabajar y más en una esquina una maqueta pequeña; dónde tiene el territorio turco con sus puntos de entrada y salidas; además de las porciones de tierra de las provincias que la constituyen. Al mismo tiempo; una mujer de cabello negro se encuentra sentada frente al escritorio de su tío, con las esposas, mirándolo con seriedad; mientras él está revisando todos los documentos, que tiene a su lado, una fila casos que deben ser cerrados y otros pendientes por culminar, un chasqueo de lengua se hace notorio por las dos horas, que tiene sentada, ya pronto va amanecer y nada que su tío procede con el castigo.

— ¡Vas hablar! o me tendrás aquí todo el santo día. — se quejo por fin, rompiendo el silencio.

El mencionado no hizo atisbo de responder, dejando que ella se impacientara más, en su silla removiéndose incomoda; continúo con su trabajo pasando tres horas; dónde la mirada de Isla, iba hacia un punto fijo de una de las esquinas, viendo el bar de licores, teniendo ganas de beber aunque sea un líquido de brandi, pero el carraspeo de su tío la hizo volver a una mirada ceñuda y fría tanto o más como ella.

— No vas a tomar alcohol, debes tener en cuenta que eso no te ayudará a olvidar tu pasado Isla. — le recordó, dónde la molestia se encendió sobre ella.

— En verdad ¿Quieres hablar de eso? Porque yo no tengo problema, sabes que no lo olvidó; solo busco liberarme de ese recuerdo. — Puntualizó con naturalidad, reflejando en el hombre seriedad por su respuesta.

— Tebrikler çilek (linda fresa); debes entender que el pasado no te ayudará a vivir un buen presente, solo te hundirá en un hueco, sin regreso y lo peor es que a las personas que ames, los arrastraras contigo. — informo borde, pero no recibió respuesta de su parte.

— Tío Atticus no quiero sonar indiscreta; pero solo procede tu castigo, ya que no deseo continuar con esta conversación, solo hice mi trabajo ya que no tenía nada que hacer. —. Se defendió, volteando la mirada hacia el lado izquierdo, viendo un estante de libros y más de uno en particular, con un idioma desconocido lo que llamo su curiosidad.

— ¡Isla Yilmaz Sánchez! Estás haciendo las cosas mal, debes aprender y por ende te llevaré a un calabozo; dónde la luz del sol no la verás, estarás ahí tres meses, no me diste otra alternativa con tu desobediencia. — hablo fuerte y claro colocándose de pie.

La mirada de ella fue determinada, asintió a su castigo por más que halla hecho lo bueno de salvar muchas vidas, sin tener que perder soldados; la zona que fue destruida. Ahora se encuentra bajo el custodio del gobierno; pero siendo vigilado por ellos, para ver qué toda la restauración se haga minuciosamente, sin perder detalle de los hogares perdidos de las familias, que están en un refugio de otra provincia alejada a todo lo que pudieron presenciar el día de ayer.

— ¡Ponte de pie! cadete Yilmaz. — ordeno firme, para ver cómo lo hacía sin perder tiempo.

Posteriormente el recorrido; hacia la zona de calabozos era profunda, estando en el ascensor llegaron a la planta baja, dónde el pasillo es rocoso y lleno de humedad en extremo; pero eso no inmutó a la dama que estaba siendo escoltada por dos hombres fuertes a sus costados, mientras su tío iba al frente, guiándolos con más profundidad al lugar que debían llegar. Ya estando en el punto de encuentro, advirtieron una celda en negro algo oxidada, el líder saco una llave inmensa de su bolsillo procediendo a abrirla, le costó un poco por el tiempo, que no ha podido abrirse, al sostener la misma puerta pudo ceder y dejarla abierta, ante las personas que estaban detrás de él.