Capítulo XXXII

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Media hora después; ya estaba en un bar algo elegante, le pago bien al taxista por traerla pudo ver en el letrero que era exclusivo negó dándole lo mismo, si admiro la decoración especial con tonalidades en plata y blanco; su gente disfrutando en la barra como también en algunas mesas bebiendo como comiendo daban también comida, al entrar obviamente la lluvia de mirada de hombres recayó en ella, pero eso ni le importó solo llego a una mesa apartada dónde un mesero de acercó a su encuentro.


— ¿Que desea tomar o comer? — pregunto.


— Solo dame una botella de tequila, limón para acompañar y no deseo comida. Por el dinero no te preocupes, tengo suficiente. — le respondió al camarero que sólo acepto y se fue por su pedido.

Le agrado, que no estuviera dándole un sermón al venir aquí, siempre en los bares le hacían preguntas a las mujeres, al llegar solas a esos lugares, le tomo como quince minutos recibir su alcohol estaba ansiosa por beber y sacar las palabras del idiota de Omar manifestando su negativa de lo que ambos sentían, era evidente que la quería; pero se negaba a faltarle a su querida Teressa; bufo por lo bajo al tomar su copia y morder un limón a la vez.

Estaba segura de algo y era que jamás iba a perderlo; antes haría una locura solo para tenerlo con ella, así sea raptarlo el día de la boda; mientras pensaba Isla en todo eso, nunca detallo la hora solo bebía sintiendo que la bebida no le hacía nada, estaba furiosa consigo misma y tal parecía que iba de mal en peor. A la vez; que paso algunas horas llevaba su segunda botella de la noche y en esta el licor estaba haciendo efecto, sonrió llamando la atención de todo el mundo, pero no le importó; hasta que una voz, la hizo salir de su burbuja elevo la mirada detallando a un hombre rubio que negaba ante su actuar, enseguida la tomo del brazo sacándola de ese bar.


— Eres una loca; te buscare un taxi. — hablo asqueado de ver a una mujer en ese estado.


— Suéltame imbécil ni te conozco, así que aléjate no volveré a repetirlo. — manifestó sin importarle en darle un puño en la cara que le hizo doler sus nudillos.

El golpe lo dejo algo impresionado; por la fuerza de esa mujer que vio indefensa alcoholizándose en esa mesa; mientras estaba hablando con un hombre en la barra de su investigación, que tenía o debía hallar se tocó la mejilla sintiendo un leve rasguño notó una gota de sangre, no dudo en jalarla y aprisionarla entre sus brazos.


— ¿Que te pasa? solo trato de ayudar y el trabajo me salió caro borracha. — la sonrisa de ella, no menguaba.


— Es lo que te mereces iluso, así que no lo repetiré nuevamente ¡suéltame! — dijo tajante; ante el rubio de ojos azules que podía medio ver, la bebida la estaba dejando algo tonta.


— No recibo órdenes de una mujer, así que agradece que te salve de que te violaran, al salir de ese bar loca. — Pauso controlándola, pero se resistía. — Te voy a llevar a tu casa.


— No.


— ¿Por qué no? — dijo devuelta, al seguir ella forcejeando.


La mujer le daba batalla, pero su fuerza era más grande cosa que tuvo que usar una técnica que años no la usaba pero en estos casos, lo ameritaba la mujer en sí lo merecía, le tomo ambas muñecas y las cruzo por sus pechos juntos y las apretó con fuerza, ella seguía peleando era una fiera; eso le gustaba en una hembra, es hermosa pero tonta al venir aquí no deseaba saber sus problemas, pero si salvarla de algo, que iba a marcarla toda su vida; por lo que siguió con la presión, hasta que contó hasta tres y la vio apagarse sus ojos y desvanecerse su cuerpo la cargo rápidamente, para salir de ahí su auto lo esperaba, al cruzar la calle la dejo en el asiento del copiloto con cinturón y todo. Luego se montó en su asiento y dio marcha al auto iba a buscar su hogar como sea...

Belicosa Bilogía IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora