Capítulo XXI

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En la vida nadie te prepara, para lo que debes enfrentarte y cómo debes hacerlo; solo Dios que te levanta con un nuevo soplo de vida, son herramientas útiles que te ayudan a saber el ¿Porque? De esos consejos que tus Padres te dan acostarte un beso de buenas noches. Pero todo eso le resta relevancia, al ver cómo las dos mujeres que están de frente cerca del inmenso sofá ven a los dos hombres, sentados y amordazados y con heridas de golpe el militar con una nariz rota y el otro despreciable con un ojo morado y labio roto, destilando sangre en por gotas, detallo el causante de esto viendo cómo está relajado bebiendo una copa en el minibar de forma tan natural.

Lo miro con molestia sin emitir, palabra alguna en su mente tendrá tiempo de hacerlo sufrir a su manera sonrió por dentro antes de volver a escuchar los gritos de la lesbiana que se acerca a sus socios con intención de salvarlos.


— ¡Son unos rufianes! Cómo pueden hacerle esto a ellos, no tiene idea de ¿Quiénes son ellos? — Recalcó molesta, al verlos a ellos por igual y tratando de quitarle la mordaza al militar de cabello negro con facciones maduras.


— Yo no haría eso, si fuera tú querida. — hablo por primera vez mi mano derecha, al irse acercando para estar a mi lado.


— ¿Qué estás diciendo? Imbécil suéltalos, porque se van arrepentir ambos. — los desafío con odio a los dos, mientras mi mirada iba hacia el causante de mis desgracias, que estaba adolorido.

No dejo de mirarlo por unos minutos, que le parecieron eternos a los demás; así que para dejar a la odiosa mujer y quitarla del camino, fue directo hacia ella con su Kunai se la incrustó en su estómago, dejándola sin aliento además de sus ojos sorprendidos al ver cómo la apuñaleo, sin ningún tacto, que lloro en el proceso, que al sacarla con rapidez Belicosa cae al suelo la mujer de insofacto dejando un sonido ensordecedor en la cerámica de blanco que posee el lugar.

Desde arriba Isla la mirada con semblante frío, sin una pizca de arrepentimiento, para eso fue entrenada, para hacer ese tipo de trabajo sin llegar a tener clemencia por nada ni nadie, lo que ella más amó le fue arrebatado de la forma más cruel y sé juro así misma, que los haría pagar a ellos con verdadero dolor, los caballeros sentados y amordazados estaban nerviosos y a la vez manteniendo la calma.


Era necesario. — Objeto Nohán, dejando la copa en la pequeña mesa del centro.


— Sí. ¿Algo más que agregar? — elevo una ceja, dejando que su semblante se ponga serio.

Con su silencio ella siguiendo, su trabajo dejando en el aire una palabras para Nohán, antes de acercarse al militar que estaba viéndola con algo de nervios y miedo a la vez, por la sangre que fue salpicada su vestido de Cóctel.


— Sabes que el plan, no lo seguiste Nohán. — dejo las palabras en el aire.


— Pero...


— Silencio. — volteó a verlo buscando un pañuelo que vio encima del escritorio y limpio su arma blanca que estaba manchada por la sangre de la mujer, que yace muerta a tres pasos de ellos.


— Cómo seguía diciendo, la idea era llegar y verlo en su momento de felicidad, par ser yo quien los dejara así, para terminar de aniquilarlos, ahora que hiciste casi parte del trabajo, harás la función de matar al militar. — lo señaló con su arma, ya limpia.

Belicosa Bilogía IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora