Capítulo 2

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Al entrar en Escargot el zumbido de conversaciones animadas y risas contagiosas nos da la bienvenida. Las paredes están decoradas con luces tenues y pósters vintage, tal y como las recordaba del verano anterior. Una pista de baile en el centro se ilumina con destellos de colores que bailan al ritmo de la música. La DJ, situada en un rincón elevado, es la encargada de hacer que el pub vibre con una mezcla ecléctica que varía desde éxitos clásicos hasta los más recientes hits.

A lo lejos veo las melenas rubias de Lena y Sofía. Están apoyadas sobre la barra de madera con unas copas de cristal sobre sus manos. Llevo tantos meses sin verlas que se me hace raro tenerlas ahora a apenas un metro de distancia. Pero ahí están, listas para comenzar lo que posiblemente sea una noche inolvidable.

Hace cinco veranos Lena se unió a nuestro pequeño grupo. Sus padres se habían comprado una casa para las vacaciones y al llegar no conocía a nadie. 

Aquí mismo, en el mismo lugar que estoy pisando justo ahora, la conocí. Desde el primer momento sentí que seríamos buenas amigas y con el tiempo mi teoría se ha confirmado.

—¡Lena! —grita mi prima corriendo hacia ellas.

Al escucharla Lena y Sofía se dan la vuelta de inmediato. Juraría que este año están aún más guapas que el anterior, y eso que ya era difícil. Las dos tienen una piel blanca, perfecta, y unos ojos marrones y grandes que hacen contraste con sus melenas rubias. Al principio pensé que podrían ser familia, por su parecido, pero lo cierto era que simplemente son dos afortunadas que llaman la atención por sus bellezas.

Lena es la primera en correr hacia mí. Al momento sus brazos me envuelven con suavidad mientras besa mis mejillas. Su pelo huele a vainilla y siento que si no me suelta de inmediato me marearé con el olor a su colonia. Sofía, por su parte, está saludando a mi prima con efusividad mientras me sonríe de reojo.

—¡Por fin las cuatro juntas de nuevo! —exclama Lena llevándome hacia la barra de madera.

Esta noche el pub está mucho más lleno de lo que me esperaba. Aunque es sábado, Valleflor no suele llenarse al completo hasta mediados del verano, por lo que lo normal es que seamos de las pocas que venimos al pub durante el mes de junio.

Nuestro camarero de confianza, Ru, ya nos tiene preparadas sobre la barra cuatro copas de ginebra rosa. Noto como me mira mientras prepara un cóctel al grupo de chicos que tenemos a nuestra derecha. Con su pelo rapado de color oscuro y sus intensos ojos negros siento como me está devorando con la mirada.

Es cierto que este año estoy distinta. He dejado atrás el rubio platino para dar paso a un marrón chocolate que contrasta con mis ojos azules, y llevo puesto un mono de color negro que no me puede sentar mejor. Sin duda alguna, Ru debe de haberse quedado sorprendido con mi cambio, aunque no es de él de quien busco la atención esta precisa noche.

—¿Alguna ha visto a Silva? —pregunta Clara rastreando disimuladamente cada rincón del pub.

—Clara, no lo estarás diciendo de verdad. Olvídate, por favor, ya de ese tío. ¿Ya no recuerdas lo que te hizo el verano pasado?

—Lo recuerdo, Sofía, no hace falta que lo sigáis mencionando. Simplemente quiero saber dónde está. Para evitarlo justamente...

Evitarlo, seguro. 

Por mucho que sea mi prima no puedo evitar pensar que no está del todo cuerda en estos momentos. Silva se comportó como un verdadero capullo con ella. La ilusionó y la hizo creer que iba a ser la única en su vida, pero resultó que iba a ser la única rubia, ya que el resto con las que estuvo eran morenas.

Nada de chicos este año nos hemos prometido. Cada vez que alguna menciona a uno de ellos en Valleflor..., todo acaba mal. 

Lena es la única que tiene novio desde hace un año, pero el chico no es de aquí, sino de la ciudad. Es raro conocer a alguien joven que viva durante todo el año en el pueblo, puesto que la mayoría solo vienen en verano como nosotras. Por eso soy consciente de que cualquier romance que pueda surgir aquí va a ser meramente temporal. Y es precisamente eso lo que yo sí que quiero evitar de verdad.

Lena es la primera en recordarle a Clara la lista de motivos por los que debe evitar a Silva. Yo mientras tanto me limito a dar un sorbo a la copa. Este discurso lo he escuchado varias veces durante los últimos meses.

Siento como el alcohol desciende por mi garganta, una sensación que anhelaba. Venir a este lugar me trae demasiados recuerdos, tanto buenos como no tan buenos. Aquí fue donde me di mi primer beso con dieciséis años y el lugar en el que he visto llorar a mis amigas por amor. Pero, pese a todo, Escargot es sin duda alguna el lugar por excelencia en el que disfrutar de la noche en el pueblo.

De pronto, entre el bullicio de la música y los gritos, escucho una voz que me resulta familiar.

Cuento hasta diez e inspiro profundamente para evitar que se me salga el corazón por la boca. 

Sé que es él, ya ha llegado. 

Soy verdaderamente estúpida. He venido hasta aquí sabiendo que era probable que estuviese, y ahora que está detrás mía noto como mis piernas amenazan con salir corriendo en cualquier momento.

Mientras las chicas siguen convenciendo a mi prima para que olvide de una vez a Silva me giro con lentitud y lo veo.

Ahí está, Brais, con su sonrisa encantadora y sus ojos chispeantes. Siendo realistas, habría sido demasiado difícil no haber caído rendida a sus pies. Diría que este verano está mucho más atractivo que los anteriores.

No puedo evitar que mi pulso se acelere cuando veo que se da la vuelta y me ve. Nuestros ojos durante unos segundos se encuentran como si llevasen tiempo buscándose. 

Un calor sofocante recorre mi cuerpo y siento la copa que sostengo en mis manos mucho más pesada que antes.

Se está acercando. No puede ser. Viene hacia mí.

—Hola, Olivia. ¡Qué pronto has llegado este verano!

Joder, ahora puedo recordar a la perfección porque me fijé en él.



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