Capítulo 24

139 7 1
                                    

—En primer lugar, enhorabuena a las tres parejas que habéis conseguido superar la prueba del bosque. Hemos llegado al último y definitivo desafío del que saldrán los ganadores. Como ya todos sabréis, esta no es una prueba sencilla. Debéis conseguir salir de la mansión encantada en un máximo de cuarenta y cinco minutos. En todo momento, las parejas deben estar unidas y lograr salir juntas. Si uno de los miembros consigue salir, pero su compañero no, quedarán descalificados. No hay normas, a excepción de una regla básica: en esta casa nada es lo que parece. ¡Suerte y a jugar!

Nuestro alrededor está iluminado únicamente por velas. Verdaderamente han conseguido que esta mansión del siglo XVII parezca que esté poseída por fantasmas. Todos los muebles son de madera de roble y frente a nosotros hay una enorme escalera que se divide en dos tramos.

Quedamos tres parejas y, para sorpresa de nadie, una es la formada por Cassandra y el chico de pelo rizado que no deja de mirarnos. Los otros dos contrincantes son más mayores que nosotros y supongo que tendrán más experiencia. Estamos jodidos.

—¿Por dónde quieres empezar? —susurra Lucas.

—Vayamos por donde no vayan ellos —respondo—. Seguramente haya una puerta que funcione con un candado o unas llaves que tengamos que encontrar. Una vez participé en un escape room y la clave era un rompecabezas.

—¿Lo conseguiste resolver tú?

—Eh... no. Fue Clara, yo solo miré.

Lucas me mira de reojo y veo como sus ojos se entrecierran. Puede que ahora sí que se esté arrepintiendo de haberme escogido como pareja.

Cassandra nos mira una última vez antes de salir corriendo escaleras arriba con su compañero, mientras que la otra pareja hace lo mismo, pero por el lado derecho. Buscar en la parte de arriba ya no es ninguna opción para nosotros.

—Vayamos a la cocina —propone Lucas.

Sin dejar de prestar atención a cada uno de los detalles de las paredes, le sigo a través de los pasillos de madera hasta llegar a una enorme y antigua cocina. Todos los electrodomésticos están desgastados por el paso del tiempo, y hay un cierto olor a rancio en el aire.

—Busca tú por ahí y yo por aquí.

Lucas asiente y comienza a buscar por el fondo de la cocina. Yo abro todos los cajones que encuentro, pero no consigo ver nada que nos sirva. Ollas, sartenes, cucharas..., ¿dónde están las malditas pistas para salir de aquí?

Diez minutos después, el corazón casi se me sale del pecho cuando escucho las campanadas de un elegante y robusto reloj de pared colgado en la entrada de la mansión.

—Nos quedan treinta y cinco minutos. Será mejor que busquemos por otro lado.

—Mejor vamos al comedor .

—Tiene que haber algo que indique en donde buscar. Esta casa es enorme y con el poco tiempo que tenemos no podríamos inspeccionarla a fondo.

—Es eso justamente lo que pretenden, Lucas. No quieren que nadie gane el viaje.

—Bueno, pues nosotros seremos la excepción.

Cuando cruzamos las puertas correderas, nos quedamos asombrados ante lo que ven nuestros ojos. En el centro de la sala hay una mesa enorme con una lámpara de araña colgando del techo. Todas las paredes están decoradas con cuadros de antiguos nobles y, en el fondo, hay una gran chimenea de ladrillo.

—¿Quién habrá vivido aquí? —pregunto sin poder dejar de mirar cada obra de arte.

—Un rico. Eso está claro.

Amor de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora