Capítulo 10

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La incertidumbre se convierte en asombro cuando reconozco a Lucas, cuya figura está iluminada por las llamas danzantes. Me detengo sorprendida y él levanta la mirada hacia mí con una sonrisa que disipa parte de la oscuridad que me rodea. 

Mi vida desde que he llegado hace apenas un día a Valleflor no deja de sorprenderme.

—¿Olivia? —pregunta como si fuera el resultado más natural del mundo encontrarse en medio de un bosque al caer la noche.

Creo recordar que las fogatas en espacios naturales como este son ilegales. Pero no me parece el mejor momento ahora para ponerme en modo guarda forestal. Lucas es en estos momentos mi salvavidas, y bueno tampoco es que lo conozca demasiado como para saber si realmente puedo confiar en él.

—Soy yo —respondo acercándome hacia el fuego.

Sus ojos se abren de par en par y veo como fija su atención en el palo de madera que aún estoy levantando sobre mi cabeza. Al instante, lo bajo de inmediato y lo tiro con fuerza hacia la orilla del río.

—¿Se puede saber qué haces a oscuras paseando por el bosque?

Una muy buena pregunta, Olivia. Lástima que no sea el momento de contar que has salido de tu casa pensando un plan para engañar a tus pobres abuelos.

—¿Y qué haces tú junto a una hoguera en mitad del bosque?

—Veo que eres mucho de responder a las preguntas con otras preguntas.

Lucas sonríe y se sienta de nuevo sobre el tronco de madera.

—Bien, una respuesta por otra respuesta es lo justo. Empezaré yo.

Antes de que empiece a hablar me siento a su lado en el pequeño tronco de madera. Ya es la segunda vez en dos días que nos sentamos a escasos centímetros de distancia.

—Hoy es el cumpleaños de uno de mi grupo y hemos pensado que sería una buena idea venir al bosque a celebrarlo. En unas horas llegarán el resto con bebida, música y hasta una mesa para jugar.

Y a esto se dedican los jóvenes de hoy en día. Me encantaría ir a una fiesta así, pero nunca me han invitado. Lo he visto en las películas de adolescentes, aunque en la mayoría de ellas la diversión acaba en tragedia. Quizás debería dejar de ver películas de thriller, por mi salud mental.

Lucas me mira atentamente. Está esperando ahora mi respuesta. No estoy segura de contarle la verdad, temo que me tome por loca. Aunque si se la cuento y él sabe de algún sitio en donde pueda encontrar a un candidato me ahorraría el proceso de búsqueda. 

Total, qué posibilidades hay de que nos volvamos a encontrar. Dos de dos ya me parecen suficientes incluso para las protagonistas de las historias de romance.

—Venía pensando una idea un poco rara que tengo en mente. Dejé que el tiempo pasase y cuando me di cuenta ya me había desorientado por completo. Vi a lo lejos el humo de la hoguera y me acerqué.

—Sabes que te podrías haber encontrado con algún loco o algo aún peor, ¿verdad?

—Lo importante es que me he encontrado contigo. —Y menos mal, ya estaba empezando a pensar que le daría uso al palo—. Necesito volver a casa. ¿Cuál es el camino?

Lucas me mira de reojo y se levanta de inmediato del tronco. Tiene una melena corta, pero abundante, y muy rubia, la cual le armoniza los rasgos de la cara. Y me está sonriendo mientras levanta una de sus cejas.

—Te lo indicaré si me cuentas cuál es esa idea tan rara que ha hecho que te pierdas en mitad del bosque. Tiene que ser muy loca para que hayas decidido aventurarte sola por aquí.

Es listo. Demasiado. Pero en este momento está picando en el cebo que le acabo de poner. Tiene interés en saber mi idea y eso hará que aumente su imaginación para resolver el asunto.

—Verás...—comienzo explicando—, mis dos abuelos son ya personas muy mayores que tienen un solo deseo en la vida. Bueno, seguramente tengan más, pero relacionados conmigo hay uno solo. El caso es que está en mi mano concedérselo, aunque con una ética un tanto cuestionable para algunos. Una mentira y serían felices.

Lucas me mira sin entender nada de lo que le estoy diciendo y ha dejado de sonreír. Mala señal supongo.

—Mis abuelos quieren conocer a mi novio antes de..., ya sabes. De irse de este mundo. El problema principal es que no tengo novio ni intención de tenerlo. Por lo que había pensado... ¡alquilar uno!

Los ojos de Lucas se abren de par en par y veo como la comisura de sus labios comienza a curvarse. No hace falta que lo siga mirando para comprobar que va a reaccionar exactamente igual que mi prima. ¿De verdad es tan descabellada la idea?

Sin poder evitarlo dejo escapar un suspiro de frustración que él percibe enseguida y que hace que deje de reírse.

—¿Es importante para ti? —pregunta esta vez mucho más serio.

—Sí. Lo es. Solo necesito saber en dónde podría contactar con alguien que pueda ayudarme con el asunto. Le pagaría, claro está, pero el caso es que no sé por dónde empezar.

Lucas comienza a caminar de un lado hacia otro mientras el crepitar de las llamas sigue acompañándonos en la quietud de la noche.

—Veamos..., ¿has probado a buscar en páginas webs? Créeme que hoy en día hay cosas muy turbias por Internet.

—Lo he hecho, pero no he encontrado nada relevante. Había pensado en que podría contactar con alguien en persona. Así sería mucho más fácil asegurarme de que es una persona de fiar y que cumple a rajatabla las condiciones que acordemos.

En ese momento una chispa de inspiración ilumina mi mente. ¿Podría tener ante mí al candidato perfecto para la idea que estoy a punto de concebir?

Observo cada gesto suyo. Como me mira con atención con sus ojos verdes y grandes, y me pregunto si podría ser el componente clave de esta locura que estoy a punto de proponerle. La idea de "alquilar" un novio cada vez toma más forma en mi mente, sin poder evitar imaginarme cómo sería tener a Lucas como el protagonista en esta farsa romántica.

Sus ojos brillan con la luz de las llamas y mientras continúa con su mirada clavada en mí mi mente maquina un plan audaz. Ya puedo imaginarme las risas fingidas que podríamos compartir delante de mis abuelos, los momentos inesperados que podríamos crear..., todo dentro del marco temporal del verano, claro está. 

Es un desafío, sí, pero también una oportunidad para hacer realidad una idea que de otro modo podría salir muy mal.

Nuestras miradas se encuentran por un breve instante y siento un cosquilleo en mi estómago. Sin embargo, una determinación silenciosa se apodera de mí. Este verano podría ser más que solo recuerdos familiares y risas con amigos; podría convertirse en la temporada en la que forjamos una historia inusual y divertida que hará felices a mis abuelos.

La idea de tener a Lucas como el candidato ideal me convence, y mi mente se sumerge en un torbellino de posibilidades emocionantes. 

La decisión está tomada antes de que él se dé cuenta, y mientras aprecio como intenta traspasar mi mente para leer mis pensamientos sé que estoy a punto de proponerle la idea más loca de su vida. 

Amor de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora