Capítulo 6

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Sé lo que es que te rompan el corazón, pero esa frase me ha dado un poco de miedo. 

Sangre, ha dicho sangre. Pero si es azul. No entiendo a qué se refiere y no sé si quiero saberlo.

Durante unos segundos, siento sus ojos posados en mí y me veo obligada a responder algo. En el fondo, viéndole sentado, parece un cachorro desolado que ahora mismo me tiene solo a mí.

—Creo que es la afirmación más random y contundente que he escuchado sobre una relación.

Lucas sonríe y se aparta hacia un lado de la caja de madera para dejarme hueco. Me lo pienso durante unos segundos y acepto sentarme a su lado. A fin de cuentas, ya hemos estado hace unos minutos a escasos centímetros de distancia.

—Es como lo siento ahora mismo —me empieza a explicar. Mientras me habla sus ojos están fijos en mí—. Rompí con Cassandra hace dos meses. Bueno, más bien ella cortó conmigo. La he pedido en varias ocasiones que me diese una explicación, pero nunca me la ha querido dar. Hoy iba a probar una táctica nueva. Puede que no sea muy bueno hablando, por eso la estaba escribiendo una canción. —Lucas saca en ese momento la carta de nuevo del bolsillo y me la muestra—. Fui al lugar al que solíamos ir juntos para inspirarme y resultó que ella también estaba ahí. Cuando vio la hoja no la quiso ni leer e intenté dársela para que al menos viese la letra, pero acabamos los dos manchados de tinta y con el sobre de un lado a otro.

Sus ojos se entristecen aún más y abro con delicadeza el sobre. Mis manos acaban también de tinta y leo en la solapa una dedicatoria que me rompe el corazón: "Tú siempre serás mi verdadero amor, Cassandra".

¿Cómo le ha podido dejar escapar? A mí nadie me ha escrito una carta así en mi vida. Me llega a dedicar una canción Brais y después me escribe la letra en una carta..., y acabaría enamorada de él al instante.

—Siento haberte contado todo esto. Sé que no nos conocemos y que probablemente te de igual. Entra de nuevo a la fiesta y disfruta con tus amigas de la noche, de verdad. Olvida todo lo que te acabo de contar.

Mis amigas. Me había olvidado por completo de mis amigas. Sofía y Clara seguro que ya han conseguido liar a algún grupo de chicos para jugar al Beer Pong. Pero no puedo dejar a Lucas así, mucho menos después de lo que me acaba de contar.

—Desconozco como era vuestra relación, pero si a mí me dedicasen una canción no habría nada más de lo que hablar.

Lucas me vuelve a sonreír y yo ya me siento un poco mejor. De verás que tiene una sonrisa muy bonita y hablar con él me hace sentir en calma. No sé cuánto tiempo llevaremos fuera del pub, pero siento como si el reloj se hubiese detenido en este instante. Su forma de mirarme, de hablarme..., nunca me había sentido así con nadie, ni si quiera con Brais.

—¿Te duele? —me pregunta señalando mi mano vendada. La sangre ha traspasado la venda y la herida se ha debido de volver a abrir sin que me dé cuenta—. Deja que le eche un vistazo, si no te importa.

Yo asiento y noto como sus dedos me desenvuelven con delicadeza la venda.

Atento, empieza a inspeccionar la herida y me quedo fascinada con sus facciones al prestar atención. Nunca había visto a nadie como él.

—Quizás deberías ir al médico. El corte parece ser más profundo de lo que imaginabas y por eso sigue sangrando. Te lo voy a volver a vendar y prométeme que mañana te acercarás a que te lo miren.

—Claro —consigo responder.

Con decisión, Lucas venda mi mano nuevamente y me sonríe disimuladamente mientras lo hace.

Aún me pregunto cómo Cassandra ha sido tan idiota de dejarlo escapar. Parece atento, simpático, guapo..., ¡Eso es innegable! Pero siendo sincera conmigo misma sé que está perdidamente enamorado. Nadie dedica una canción si no es movido por amor.

—Mis amigos me estarán buscando —me dice al sacar el móvil de su bolsillo y ver que son casi las cuatro de la mañana.

El tiempo ha pasado demasiado rápido sin que ninguno de los dos nos diésemos cuenta.

—A mí también. Será mejor que entremos.

Me pongo en pie enseguida, procurando no marearme por el cambio brusco de posición, y espero a que Lucas entre seguidamente. Pero él se mantiene alejado y me hace un gesto con la mano para que pase yo primero.

En el interior de Escargot la fiesta ya está llegando a su fin y diviso a lo lejos tres melenas rubias rodeadas de un grupo de jóvenes jugando al Beer Pong.

—¡Olivia! ¿Dónde te habías metido? Te llamé varias veces.

Al sacar el móvil del bolso veo tres llamadas perdidas de mi prima.

—Estaba tomando el aire. No hay de que alarmarse. ¿Puedo jugar una ronda?

—Por supuesto —afirma al momento Lena—. Estos chicos tan simpáticos invitan a la siguiente ronda.

Me arremango y me preparo en el borde de la mesa para lanzar la bola y rezar para que caiga en alguno de los vasos. No me apetece nada beber ahora mismo, pero tampoco quiero arruinarles la fiesta a mis amigas y al grupo de desconocidos que me miran con atención.

Antes de lanzar echo un vistazo rápido a la gente de mi alrededor. No hay ni rastro de Lucas. 

La suerte no me acompaña y termino golpeando a uno de los chicos desconocidos con los que hemos acabado. Él me sonríe y me devuelve la pelota, acompañada de una copa que me bebo de un solo trago sintiendo el ardor bajando por mi garganta.

—¿Con quién estabas? —susurra Sofía en la cuarta ronda del juego.

Comienzo a ver un poco borroso, por lo que decido que es momento de retirarme de la partida.

—Con nadie —miento.

No me apetece tener que estar ahora dando explicaciones. Ellas no se creerían que Lucas, el mismo Lucas del grupo de los Intocables, se ha abierto en canal conmigo y me ha contado sus problemas con su exnovia.

Ya tendré tiempo de explicárselo en un ambiente más normal, sin alcohol ni música de por medio. Además, hay muchas probabilidades de que no vuelva a hablar con él y la historia se quede en una simple anécdota, de modo que opto por no darle más vueltas al asunto.

Cuando la sexta ronda llega a su fin escucho el sonido de unos silbidos y gritos en uno de los grupos de al lado. Todos nos giramos al unísono y veo que están vitoreando a una pareja que se está besando. Me parece increíble que aún sigan haciendo esa clase de cosas, pero aquí, en Valleflor, los secretos son el mayor privilegio que uno puede tener.

Con disimulo, al igual que mis amigas, comienzo a acercarme al pequeño círculo que han formado alrededor de la pareja. Estoy a pocos pasos de infiltrarme y pasar desapercibida, hasta que me detengo en seco al ver quien es la chica que se está besando con el desconocido al que golpeé con la pelota.

Si mis ojos no me engañan estoy viendo a Cassandra repleta de la tinta que Lucas ha definido como la "sangre" de su relación. 

Amor de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora