Capítulo 19

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El timbre de la puerta acaba de sonar. Miro la hora en el móvil y son exactamente las siete en punto. Puntual como un reloj.

Mi prima y yo compartimos una mirada cómplice y salgo al patio delantero para abrirle la puerta. Toda mi familia está en el jardín picoteando y charlando mientras la barbacoa se va calentando.

Estoy nerviosa. Muy muy nerviosa. Soy la primera en la familia en traer a un "novio" a casa. Y probablemente la única que traerá a un "novio de alquiler". ¿Le caerá bien a mis padres? ¿Soportará a mis primas? Demasiadas preguntas y pocas respuestas.

Me tiembla cada parte del cuerpo. Ahora me replanteo cómo se me pudo ocurrir semejante idea. Claro que no era buena idea presentar a un chico en mi familia y que fingiese que estaba enamorado de mí. ¿Será un buen actor Lucas? Recordando como me acariciaba las piernas desnudas en la fiesta y como sus labios se acercaban a mi cuello..., sí, es un muy buen actor.

Cinco, cuatro, tres, dos, uno... giro el pomo y abro la puerta de par en par. Y ahí está Lucas, de pies, sonriéndome, y con una botella de vino en las manos.

—Hola, Olivia.

—Hola, Lucas.

—¿Preparada para la misión? Yo vengo listo —Señala la botella de vino.

—No hacía falta que trajeses nada. Recuerda que es algo temporal.

—Si lo hago, lo hago bien. Tu familia caerá rendida a mis pies, sobre todo tus abuelos. Sufrirán cuando les cuentes que se acabó nuestra bonita historia de amor.

Una conversación que prefiero no pensar ahora. Ya me ocuparé de ella más adelante.

—De acuerdo. Pero añadamos una regla más. Mi familia es..., particular. Si en cualquier momento te sientes incómodo y te quieres ir, solo tienes que tocarte la nariz. Yo estaré pendiente en todo momento.

—Tranquila, sargento. Todo saldrá bien.

Eso espero. Lucas entra en la casa y me sigue hasta llegar al jardín donde están todos hablando. Mis primas se han metido en la piscina hinchable y mis abuelos están sentados bajo una sombrilla en el césped.

—¿A quién saludaré primero? —susurra Lucas a medida que nos vamos acercando.

—De derecha a izquierda: mi padre Carlos, mi madre María, mi tía Beatriz, mi tío Vivi, mi tía Rosa y su marido Paco. Mis abuelos están sentados bajo la sombrilla roja, Sebas y Eugenia. Y en el agua están Clara, que ya la conoces, mi hermana Carol, y mis tres primas pequeñas, Marina, Alba y Sandra.

Demasiada información para procesarla en unos segundos. Debería haber quedado con él antes para explicarle todo, pero tampoco tenía forma de contactar.

Lucas me sonríe y yo pido en silencio que todo salga como tengo planeado.

—Mirar quienes vienen por aquí —anuncia mi tía alegremente.

En fila, todos comienzan a presentarse y a saludar a Lucas. Cada uno hace un pequeño discurso de quien es y que parentesco tiene conmigo. "Tierra, trágame".

Después de cinco minutos de presentaciones, agarro del brazo a Lucas y le llevo hacia mis abuelos. Ha llegado la parte más importante.

—Abuelos —comienzo diciendo—. Os presento a Lucas. Mi novio.

Un nudo se forma en mi garganta al decir en voz alta la palabra novio. Nunca la había dicho antes y es raro.

—Encantado —saluda Lucas—. No os levantéis, por favor.

Lucas se inclina y les saluda a ambos. Veo como en los labios de mi abuela se dibuja una pequeña sonrisa, y eso me llena por dentro.

—Sentaros con nosotros. Hay hueco en la toalla para todos.

Le miro de reojo y él curva ligeramente sus labios para después sentarse junto a mi abuelo. Parece que está cómodo, o eso espero.

El olor a la carne haciéndose en la barbacoa me llega al instante y mis tripas comienzan a rugir. Me muero de hambre.

—¿Qué tal estás, Lucas? —pregunta mi abuela.

—Un poco nervioso —confiesa él—. Conocer a la familia de tu novia siempre es algo que te hace sentir un cosquilleo en el estómago. Pero por Olivia haría cualquier cosa.

Madre mía. Lucas es un actor de diez. Perfectamente podría participar en las películas de Hollywood. Me está sonriendo y acariciando la parte superior de la mano mientras habla. ¡Un poco más y hasta yo misma me creo que es mi novio!

—Ya nos contó Olivia como os conocisteis. Una historia muy bonita —comenta mi abuelo.

—Lo cierto es que sí. Me fijé en ella al momento. — Noto como me dirige la mirada y sus ojos verdes se fijan en los míos—. Tienen una nieta muy especial.

—Somos conscientes de ello —afirma mi abuela.

—Lucas es cantante, como ya os dije.

—Sí, bueno. Me gusta definirme mejor como músico. Toco la guitarra y un poco el piano. Y, de vez en cuando, me animo a cantar.

—¡Cántanos algo! —exlama entusiasmada mi abuela.

Las mejillas de Lucas se enrojecen un poco y lo percibo al momento.

—Abuela, le acabas de conocer. No hagamos que se sienta incómodo.

—No pasa nada —me interrumpe él sin dejar de sonreír—. ¿Cuál es su canción favorita, Eugenia?

Mi abuela, con una sonrisa y una dulzura que destaca en ella, se lo piensa durante unos segundos y responde.

—Algo de flamenco. Me encantaría.

Lucas me mira de reojo y leo en sus labios como me dice "atenta".

De pronto, empieza a dar palmas y se arranca con una canción que hace que se me ponga la piel de gallina. Mis abuelos le acompañan en los coros y mis primas salen del agua para escucharle.

Cuando me doy cuenta, todos se han reunido alrededor nuestra prestando atención a Lucas.

Canta verdaderamente bien. Había escuchado hablar en el pueblo de su talento, pero no me lo esperaba para nada así. Toda mi familia está riendo y cantando junto a él. Diría que definitivamente se los acaba de ganar.

—¡Que arte tienes! —vocifera una de mis tías cuando termina la canción.

—Desde pequeño me ha encantado cantar. Mi abuelo era cantador de flamenco y mi padre es un músico increíble. Lo llevo en los genes.

—¡Ay! ¡Los chorizos! ¡Se están quemando!

Un segundo después, el círculo se ha dispersado y me he quedado a solas con Lucas, sentados en la toalla. Me está mirando y yo le estoy mirando a él. Tiene unos ojos tan expresivos que no sabría explicar con palabras lo que me hacen sentir. Él es tan diferente a cualquier persona que he conocido a lo largo de mi vida.

Quién sabe si, quizás, en otras circunstancias o en un universo paralelo, Lucas y yo hubiésemos sido destinados para estar juntos. Pero él está haciendo esto por amor hacia otra chica y yo por complacer a mis abuelos. Aunque en estos momentos me doy cuenta de lo que puede ser amor y lo que es simple obsesión por alguien.

Brais nunca me miró así. Nunca me sonrió de ese modo. Y pese a ello yo seguí ahí, observándolo sin que el supiese que estaba.

Pero ahora le veo a él, a Lucas, haciendo lo imposible por recuperar a Cassandra, y me pregunto cómo puede estar tan ciega de no ver en él lo que veo yo. 

Amor de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora