Capítulo 13

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—¿Qué hace ese aquí, Olivia? ¿No habrás dicho de venir por él?

Si las miradas matasen ahora mismo estaría siendo fulminada por los ojos de Lena. Por supuesto que no he venido por Brais, aunque entiendo que sea lo primero que han pensado al ver que se está acercando a nosotras. Quizás tendría que haber caído en la cuenta de que él seguro que estaría aquí. No es que tenga ningún problema en particular por el que quiera evitarle, pero preferiría dejar de sentir el nudo en el estómago que me consume cada vez que lo veo.

Me está mirando mientras se acerca cada vez más sonriendo. ¿Por qué me sonríe?

Sí, siempre ha sido muy simpático, pero me rompió el corazón en mil pedazos. Es por ello  por lo que no debería estar viniendo tan feliz hacia mí. Tendría que haber sido más clara con él hace dos veranos y hacerle entender que no me hacía nada bien hablar con él. Pero no lo hice y ahora se piensa que somos amigos o a saber qué.

—¡Olivia, reacciona, que está aquí! —susurra mi prima disimuladamente.

Por un momento la miro de reojo y noto que está tensa y seria mirando al frente.

Y es en ese momento me doy cuenta de que tengo a medio metro de distancia a Brais. Mis dedos traicioneros están empezando a balancearse de un lado a otro y mi prima, quien lo ha debido de ver, me está acariciando con suavidad la mano para que me relaje. En estas ocasiones pienso en lo afortunada que soy de tenerla en mi vida.

—¿Qué tal va esa mano? —me pregunta Brais cuando ya le tengo justo enfrente.

—Mejor —respondo tímidamente.

Joder, estoy demasiado nerviosa. Ni que fuese un completo desconocido. Nos hemos besado. Tendría que ser ese motivo suficiente como para aplacar el revoloteo de mariposas que siento en el estómago.

Dicen que el vino cuanto más tiempo pasa mejor está, y diría que a Brais le sucede lo mismo. El verano en el que nos conocimos él lucía una melena morena que me encantaba. Pero ahora ha cambiado por completo su estilo, y sin duda alguna está mucho más atractivo. Su mandíbula marcada y sus labios carnosos son una tentación que me llama en silencio. Aún puedo recordar como besaba y..., lo repetiría. Lo repetiría sin dudarlo.

—Me alegro de que ya estés mejor, Oli —dice sin dejar de sonreírme—. ¿Es la primera fiesta en el río que venís? No os había visto en las anteriores.

—Sí. Es la primera —contesta tajante mi prima, la cual parece que le está perdonando la vida con su mirada asesina. Ella sabe lo mal que lo pasé por Brais y lo mucho que sufrí cuando se fue, por lo que entiendo la forma en la que le está analizando en silencio.

—¡Vais a alucinar con lo que se viven en estas fiestas! De momento está bastante relajada — Brais echa un vistazo a su alrededor y yo hago lo mismo—. Os aseguro que en un par de horas habrá gente metida en el río. Será divertido.

Lo último que me faltaba esta noche; acabar metida en el río. No sé a qué clase de descontrol se está refiriendo, no obstante, viendo que Lucas seguir bebiendo y jugando con sus amigos me creo que la noche transforme a las personas.

Aún no me ha visto, creo, pero yo le estoy observando sin que nadie se dé cuenta. Parece que se lo está pasando bien mientras la chica morena le rodea con su brazo el torso desnudo. ¿Por qué no la aparta? Bueno, eso no es de mi incumbencia, y si no me quiere saludar allá él.

—¿Vendrá más gente? —pregunta Sofía colocándose a mi izquierda.

—Claro. Todos los de mi año estarán aquí. Es el cumpleaños de Silva, nadie quiere perderse la fiesta de ese capullo —le responde Brais.

Amor de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora