Capítulo 30 ~ Isla Catalina ~

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Desperté a la mañana siguiente con un dolor en el cuerpo, y me pesaba mucho abrir los ojos, pero, como pude, los fui abriendo poco a poco. Tan pronto como los abrí, caí en cuenta de que, el lugar en el que me encontraba no era mi habitación. ¿¡En dónde rayos estaba!? ¿Y qué demonios pasó anoche?

Miré a mi alrededor y la habitación tenía un estilo elegante, y era bastante amplia. Por la forma en que estaba decorada, parecía que era una habitación de hotel. Luego me fijé y, al parecer, aún tenía mi disfraz puesto, así que puedo deducir que nada pasó anoche. 

- ¡Buenos días! - exclamó con su misma sonrisa arrogante de siempre y recostado del marco de la puerta con los brazos cruzados. No puedo negar que, esa pose lo hacía ver mucho más atractivo y fornido, y estoy segura de que sería el sueño hecho realidad de cualquier mujer el despertar y que lo primero que vea sea a un hombre así, pero, definitivamente, ese no es el mío.

- ¿¡Qué haces aquí!?- reclamé alterada

- Ésta es mi habitación. - alardeó haciéndose el inocente 

- ¿¡Y por qué me trajiste aquí!?

- Pues, como lo veo, era esto o que te quedaras durmiendo en el pasillo. Así que, de nada. - dijo descaradamente - Además, ¿qué clase de prometido sería si dejara dormir a mi mujer en el pasillo?

- Más bien, acepta que lo que querías era tenerme en tu cama, porque bien sabes que pudiste pedir cuartos separados.

- No habían disponibles. - argumentó

- Ay, por favor! Esa es la misma excusa barata de siempre.

- Piensa lo que quieras, pero anoche no parecías oponerte a la idea.

-¿¡A-Anoche!?- titubeé

- Sí. ¿No me digas que no te acuerdas de lo que pasó anoche? - preguntó burlonamente

Y en ese instante, me empezaron a llegar destellos distantes de partes de lo que había pasado anoche. Me venía a la memoria como había discutido con Nick, y como luego me desafió y, después de ello, solo recuerdo que me fui con él. Lo único que recordaba era la imagen de Nick y yo bailando indecentemente. Solo recuerdo como él me tomaba de las caderas y yo me dejaba conducir por él. También recordé todos esos roces que tuvimos y lo mucho que sobrepasamos los límites. Pero, por alguna razón, no puedo recordar cómo diablos llegamos hasta aquí, hasta el cuarto.

- ¿¡Te aprovechaste de que no estaba en mis sentidos para sobrepasarte conmigo, no es así!?

- ¿¡De qué diablos hablas, Lexi!? Por supuesto que no. Debo recordarte que, fuiste tú misma la que me pidió que te tomara por las caderas, y al parecer, no te importó. 

- No estaba en mis sentidos. - alegué, tratando de liberarme de cualquier responsabilidad de lo que hubiera hecho o no anoche. 

- ¿Y crees que no lo sabía? Pero amenazaste con entonces irte con el primer gilipollas que sí lo hiciera.

- ¿Acaso toqué una fibra sensible?- pregunté osadamente

- Solo estaba cuidando de ti. - respondió 

- ¿Ah sí? ¿¡Cómo!? ¿¡Aprovechándote de mí!?- tan pronto dije eso, vino directamente hacia mí, me abordó contra el costado de la cama y me tomó por el mentón para decir:

- Yo no soy un canalla imbécil que se aprovecha de las mujeres. - remarcó - Si te esfuerzas y haces memoria, podrás recordar que jamás te puse un dedo encima, excepto cuando te tuve que traer a la habitación. Pero, puedes estarte tranquila de que nada más pasó, sino dime, ¿qué motivos tendría para hacerlo?- respondió muy seguro y firme. Incluso, noté algo de ofensa y disgusto en su tono. 

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