capítulo 22

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- ¡Hey, Hola! - su hermosa sonrisa se expande por toda su cara al abrir la puerta.

- Hola... - en seguida siento cómo los latidos de mi corazón se aceleran.

- Pasa. Ana no está, creo que salió con Ashton a comprar no sé qué... - explica mientras se hace a un lado para que pase.

- Oh... Pero me dijo que viniera - digo confundida.

- ¿Así?... ¿Cuando te dijo? - pregunta sentándose en el sofá.

- Hace una hora, más o menos. Me envió un mensaje.

- Qué extraño... su móvil se le cayó al váter ayer - dice entre risas.

- Bueno... ¿Te importa si la espero? - pregunto tomando asiento en el otro extremo del sofá.

- Claro que no - me regala su sonrisa de lado.

Lo que hace que me derrita en mi sitio.

- Y... ¿Qué hacías?...

- Leer... - dice desviando la mirada. Lo que me parece muy extraño, ya que Cameron es una de esas personas que siempre mantienen la mirada.

- ¿Qué lees? - siento curiosidad.

- Un libro... - dice burlón.

- Wow, ¿enserio? - digo sarcástica.

Me inclino un poco a su lado, para ver la carátula del libro que tiene al lado de su pierna derecha.

Pero el nota mi intención y se la atrae mas hacia él. Hasta tenerlo casi debajo de su pierna.

Suelto una carcajada.

- ¡Venga déjame ver! - insisto. Su cara es de un tono rojo carmín.

Lo que hace que mi curiosidad brote como agua.

- Es solamente un libro que... Me r-recomendaron - dice nervioso.

- Pues si sólo es un simple libro... Déjame ver - le tiendo mi mano, con la esperanza de que me de el libro. Pero no. Entonces me abalanzo sobre él, para intentar llegar hasta el dichoso libro. Siendo él más rápido que yo, coge mi mano y me acerca a él.

- Eres muy curiosa. ¿Sabes... que la curiosidad mató al gato? - dice a centímetros de mi rostro. Siento su aliento fresco rozar mis mejillas, ya sonrosadas.

- Y-ya me lo han comentado - me atrevo a decir.

- ¿A si? - tira más de mi. Acercandome peligrosamente más hacia él. Asiento respondiendo a su pregunta. Bajo mi mirada a sus apetecibles labios. Oh Dios, esos labios podrían ser la perdición de cualquiera. Y entonces el saca su lengua y los moja seductoramente. Mierda.

Trago saliva y me muerdo mi labio inferior.

- Me encantaría morder ese labio... - dice con su voz más ronca de lo normal, enviando una descarga eléctrica que hace que mi vientre se contraiga.

- A mi me encantaría que lo hicieras... - ¿Lo he dicho en voz alta?...

Espera... ese pequeño diálogo me suena a algo. Pero en este momento mi cerebro está colapsado.

Se acerca hasta rozar nuestros labios. Y puedo jurar que es la tortura más dolorosa, pero al mismo tiempo más dulce de toda mi vida. Pasa suavemente su lengua por mi labio inferior. Provocando que suelte un suspiro, y que mis labios se separen permitiéndole el paso automáticamente.

Y llegue a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora