Y llegue a ti

Capítulo 30

Estoy frente al ordenador buscando información sobre si una persona puede llorar mientras "duerme".

Esto viene porque cuando me he despertado, tenía los ojos súper hinchados, y rojos. Como si hubiera llorado.

Según Jonas_632 es porque algo nos está arrasando interiormente y no nos permite sentirnos contentos o en paz.

Sé perfectamente quien es el que me arrastra. Lo que no sé, es qué o cómo hacer para que no me siga arrastrando hacia las profundidades de sus mares.

Después de llenar mi cabeza de información, que probablemente nunca necesitare, me meto a la ducha. Tengo que darme prisa, ya que las chicas no tardaran en venir y echar la puerta abajo. El tema de las compras no es un juego para ella.

*****



- Daros prisa... cerraran el Louvre.

Cuando decidimos venir a pasar una semana en París, en lo primero que pensé, fue en visitar el museo. Porque vamos, ¡¿quien no quiere ver el verdadero cuadro de la Gioconda?!

- Sam, nos dará tiempo. ¡Oh Dios. Mio! Tengo que probarme ese vestido.

Y así fue toda la tarde, la pasamos de tienda en tienda. Mis pies me gritan y me desprecian cuando por fin me quito las zapatilla y caigo de espalda en la cama.

Al final no nos dio tiempo a llegar al museo, pero con lo cansada que estoy, no siento ni siquiera enfado.

Hablando de enfado, no he visto a Cameron desde anoche después de su inolvidable salida. He hablado con mi madre ésta mañana, al escucharme se dio cuenta de que me pasaba algo, por lo que le he tenido que contar.

Me ha dicho que no me este martirizando, que no todo es lo que parece, y que tal vez solo acompañó a la chica por cortesía, aunque también puede que no y fueran otras las intenciones de su ida.

También me echó la bronca por mi actitud, que me había pasado un poco al provocarlo, pero después de su lapsus de enfado soltó una carcajada. Reímos, hablamos y bromeamos durante una hora.

Ahora estoy mucho más tranquila, no sé qué tendrán las madres, cuándo tienes problemas te ayudan en un pestañear, con solo unas pocas palabras descifran el crucigrama de tu cabeza, sueltan el nudo de tu garganta, te tranquilizan en menos de un segundo, solo con un simple abrazo o un todo saldrá bien. Es simplemente mágico.

Cuándo menos me doy cuenta me quedo dormida.

**

Entre abro los ojos y lo primero que veo son un par de ojos marrones cobrizos, una melena roja y una sonrisa que me deslumbra.

- ¡Levanta dormilona! Tenemos que prepararnos - dice animada Ana.

-Nos hemos traído aquí nuestras cosas, para vestirnos contigo - explica sonriente Carla.

- ¿Qué hora es? - pregunto desorientada, mientras me siento en la orilla de la cama.

- Van a ser las ocho - Contesta la pelirroja mientras se pasa la pancha por un mechón, dejándolo así todavía más lasio e intensificando más el rojo.

- Vale, me daré una ducha - obligo a mi cuerpo levantarse, camino con pesadez hacia el cuarto de baño.

- ¡Vale! pero no tardes tanto - grita Carla.

Me quedo poco más de media hora bajo la lluvia artificial, disfrutando de cómo las gotas chocan contra mi cabeza y hombros, es una sensación muy relajante. Cada vez lo disfruto más, hasta que golpean la puerta.