capítulo 32

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- ¡Voy! - Ana grita justo en mi oído.

- ¡Auch! pudiste acercarte a la puerta y gritarles desde ahí y no en ¡MI OÍDO! - me quejo cuando ella va riendo hacia la puerta.

- No exageres... - dice lejos.

- ¿Llevas zapatos altos o bajos? - Carla sostiene unos converse y unas botas alta color marrón de tacón grueso.

- Mmm... bajos - apunto a su mano derecha y tomo las zapatillas negras.

- Buena elección, porque tenemos que subir escaleras - dice muy sabia.

- Sip - me pongo de pie, paso las manos por el vestido veraniego, es blanco con estampado de flores negras y rosas - ¿Qué tal? - pregunto observándome en el espejo.

- Perfecto... - un susurro no muy claro llega a mis oídos, separo mis ojos de mi reflejo y me centro en otro que está detrás de mi, luce guapísimo, lleva unos jeans negros ajustado, una camiseta blanca y una chaqueta casual de color gris oscuro, su cabello rubio está un poco alborotado por el viento. No sé si es por la luz o igual es el espejo que está sucio, pero el brillo que reflejan sus ojos es muy intenso y particular. Por un momento me que atrapada en su mirada, noto su pecho bajar y subir rápidamente.

- ¿Estáis listas, preciosas? - pregunta Ashton distraído con los cosméticos que están regados por el tocador.

- Si corazón... - Ana le coge del brazo y salen por la rápidos por la puerta.

Sacudo mi cabeza para desalojar a Cameron de ella.

- Vamos.

Cojo mi bolso de correa larga y salgo con Marco y Carla.

- Estáis guapísimas chicas - nos alaga Marco. Es un amor.


**


Decidimos ir caminando al restaurante, ya que esta a unas pocas cuadras. Hacemos cola para entrar, cuando ya es nuestro turno un chico moreno y simpático nos guía a nuestra mesa. Es un lugar grande, tiene dos plantas, nosotros estamos en la de arriba, es sencillo y juvenil.

- ¡Es con barra libre! - casi grito de la emoción, todos mis amigos me miran divertidos, y algunas personas del local también - Lo s-siento... llevo más de quince horas sin probar bocado - me justifico, mis mejillas están ardiendo, mis amigos ríen. Que vergüenza. Nos situamos en la fila y vamos cogiendo lo que más nos apetece.


Mi plato es el más lleno, literalmente la comida se sale de los bordes de éste, manchando un poco el mantel de la mesa.

No pude evitarlo, osea no es como que sea capaz de resistirme a los espaguetis con albóndigas y a los filetes de ternera y ni hablar de la ensaladilla rusa. Todo tiene demasiado buen aspecto y un esquisto olor.

Desde ésta mañana no he comido nada más que un baso de zumo de naranja. Así que es hora de complacer a mi organismo y darle todo lo que se le plazca.

- Sam... no sé donde te meterás todo eso - ríe Ana.

- ¡Ana no seas guarra! - la reprendo con la boca llena de espaguetis.

- Eww y tu no hables con la boca llena... - su rostro se contrae en una mueca muy divertida.

- ¿Queff diffcessff? - introduzco más comida a mi boca y le hablo muy cerca, ella chilla de miedo a que le manche.

Todos reímos, y yo casi me atraganto en el intento.


El ambiente entre Cameron y yo está muy tranquilo, ha desaparecido la opresión que sentía en el pecho cada vez que le miraba. Estoy segura que es porque ya confesé todo, y ya puedo respirar con tranquilidad.

Y llegue a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora