24 de julio, 21:32hrs.
Alexander Williams, 19 años, garzón.
Fue duro tener que dejar atrás el centro derruido, más aun sabiendo que el profesor estaba dentro al momento del colapso, pero con el puente igualmente caído ya no podían volver, solo podían seguir avanzando antes de que la noche haga descender aún más la temperatura y tratar de llegar a Ciudad Arborada. Sin embargo estaban bastante cansados, a diferencia de sus pokémon Alex y Sarah no habían dormido desde el día anterior, y parar a descansar no se veía como una buena opción en ese momento pues no contaban con nada de equipo como para poder acampar, solo tenían lo que llevaban puesto. Peor aún, el nivel del agua era tan alto que apenas quedaba tierra sobre la que poder avanzar, buena parte del trayecto habían tenido que recorrerlo con los pies sumergidos por completo, la ruta 119 era prácticamente un pantano para este punto. Hacía frio, estaba oscuro y por más que intentaban disimularlo, estaban asustados. Alex sentía que no debió haber arrastrado a Sarah hasta aquí, si le hubiera insistido en que subiese al autobús ahora ella no estaría pasando por esto.
Sarah: No me arrepiento de mi decisión, prometí ayudar a Zorua, es lo que haría un profesor pokémon y es lo que yo voy a hacer.
Supuso que no podría hacerla cambiar de parecer, tampoco era como que tuviese más opciones a estas alturas. Caminar era todo lo que podían hacer, caminar hasta llegar a algún lugar, sin importar lo cansados que estuvieran.
Sarah: Respecto a tus pokémon, podrías meterlos en sus pokebolas, creo que estarían más seguros así.
Alex: Ellos no tienen pokebolas, nunca se nos pasó por la mente.
Sarah: Olvidé que no eres entrenador, ¿puedo saber por qué? No es muy común que alguien elija no serlo.
Alex: La verdad no lo sé, supongo que mis intereses van en otra dirección, además, no hay nada asegurado cuando se elige ser entrenador, por eso elegí trabajar en cuanto terminé la escuela.
Era un argumento con un punto de vista curioso y que abordaba un tema poco tocado. Si bien el número de entrenadores iniciados era muy alto todos los años, también era muy alto el número de deserciones durante los primeros meses, por lo que irse por lo seguro como lo hizo Alex era una decisión entendible y hasta lógica.
Pronto la noche había oscurecido todo a su alrededor, su única fuente de luz era la linterna del teléfono de Sarah y no les permitía alumbrar a más de dos metros. El viento que de por sí ya estaba helado se hacía aún más frio a medida que los minutos y las horas pasaban, de las diez a las medianoche y luego a la madrugada, debían ser cerca de las dos de la mañana cuando Sarah ya no pudo más del cansancio y simplemente se dejaría caer de rodillas. De inmediato todos fueron hasta ella pensando que podría estar lastimada. Aquello de lo que padecía era puro agotamiento, sus piernas ya no daban más de sí mismas y tenia los pies entumecidos por el cansancio y el frio del agua que llenaba sus zapatos, lo único que quería era poder descansar aunque sea solo un poco, le daba igual que fuese en el suelo. En un inicio habían intentado ayudarla a levantarse, incluso Zorua la instaba a seguir tirando de su chaqueta, pero lo cierto era que el resto estaban igual de exhaustos, Alex sentía que en cualquier momento él también se desplomaría, por lo que pese a lo contraproducente que era, decidirían descansar un par de minutos pero siempre al pendiente de no quedarse dormidos en mitad del bosque.
Sarah entonces se disculparía por, según ella, estarlos retrasando. Alex se sentó en el suelo a su lado para decirle que no se mortifique de esa forma, todos estaban cansados y nadie se enojaría con ella por querer parar a recobrar el aliento. Tras unos minutos para recuperarse, y tras las caricias y lamidas de Zorua, Sarah creyó estar lista para continuar. Con dificultad y molestia en las piernas ambos se pusieron de pie, pero antes de seguir se percataron de que Zangoose no estaba con ellos y tampoco se le veía cerca. De inmediato Alex empezó a llamarla preocupado mientras Absol intentaba hallar un rastro que seguir hasta encontrar su aroma y comenzó a seguirlo con Alex y Sarah detrás de él. Absol seguiría el rastro de vuelta hasta el rio donde encontrarían a Zangoose trepada en un árbol, del cual descendería con una baya entre las manos que le entregaría a Sarah. Un lindo gesto que aceptaría aliviada de que solo se tratase de una falsa alarma.
Alex: No vuelvas a irte así ¿de acuerdo? No puedo volver con mamá con solo uno de ustedes.
Zangoose volvería a los brazos de Alex. Eso ya había sido más descanso del que se podían permitir, Ciudad Arborada debía estar cerca por lo que volvieron a ponerse en marcha. La noche sin luna y la penumbra total le daba al bosque a su alrededor un aura siniestra, en donde lo unió distinguible era lo poco que lograban alumbrar con la linterna del teléfono, mientras todo lo que estaba más allá y alrededor era negrura total. Por suerte no tardaron en llamar la atención de alguien con el foco. Tras un par de horas caminando divisaron a lo lejos un par de linternas que resultaron ser dos policías que fueron en su encuentro. Por fin habían logrado llegar hasta ciudad Arborada. El par de oficiales los llevaron directamente hasta el centro pokémon donde fueron recibidos por una enfermera que de inmediato les entregó mantas y les acercó un pequeño calefactor. El interior del recinto permanencia iluminado gracias al destello de un roselia. Mientras la enfermera revisaba a los pokémon oía el relato de los jóvenes sobre su viaje desde Malvalona, entre el asombro y la incredulidad. Absol y Zangoose estaban bien, Zorua no se dejó tocar por la enfermera a menos que sea entre los brazos de Sarah, era increíble como el pokémon había logrado apegarse tanto a ella en tan poco tiempo. Por suerte ninguno presentaba ninguna complicación más allá del cansancio y estar tiritando de frio.
Enfermera: Están de suerte, tenemos espacio por si quieren pasar la noche.
Dada las circunstancias el segundo piso del centro pokémon había sido despejado de toda la maquinaria para poder albergar a quien lo necesite, la enfermera los llevaría arriba, donde estaba repleto de colchones por todo el suelo y de personas cuyos hogares ya no estaban en condiciones de ser habitadas tras los terremotos. Después de buscar un par de colchones desocupados los pondrían juntos frente al calefactor que había en mitad de la sala, se quitarían los zapatos y los calcetines empapados y se dejarían caer exhaustos. Absol se recostaría en la cabeza del colchón haciendo de almohada para Alex mientras Zangoose permaneció entre sus brazos, Zorua por su parte daba vueltas sobre Sarah buscando acomodarse y se quejaba cada vez que ella se movía hasta que encontró una posición cómoda. Por fin podían relajarse un momento, aliviados de no tener que pasar la noche en la intemperie. El relajo se sumó al cansancio y a los pocos minutos los cinco ya habían caído dormidos profundamente.
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Pokemon: Reporte de Emergencia
FanfictionDos historias paralelas se desarrollan durante una de las mayores catástrofes que han azotado la región de Hoenn. Por un lado, un par de jóvenes hacen lo que pueden con tal de mantenerse con vida en su camino lejos de la catástrofe; por el otro lado...