La primera nevada del año se estaba haciendo presente ese invierno. Los árboles ya no tenían hojas y las luces de los negocios brillaban con calidez formando un ambiente suave y apacible en las calles de Busan. La gente iba y venía. A pesar de que el frío calaba los huesos, nadie parecía estar incómodo por eso, al contrario habían parejas, amigos y familias que caminaban con lindas sonrisas cubriendo sus labios.
Entre toda esa gente, a la orilla de la playa caminaba una pareja de jóvenes que podrían lucir adorables para cualquiera. Un alfa de porte alto y espalda ancha, bonitos ojos brillantes, una sonrisa que asimilaba a los dientes de un conejo y cabello negro recortado sin mucho esmero. Ese joven abrazaba por los hombros a su omega, un chico unos centímetros más bajito, radiante, con ojos rasgados color miel, nariz pequeña y labios carnosos y rosados.
El alfa no dejaba de acercar su nariz al cabello castaño de su omega para impergarse del aroma a lavanda con fervor. Ambos sonreían a sabiendas de que no habría otra oportunidad en unos días para poder verse, por eso se habían permitido escaparse de todas sus responsabilidades en la capital del país. Ni siquiera lo pensaron dos veces al correr a tomar un tren la semana anterior, ambos con ciertas medidas para cubrir sus rastros y sus aromas.
Pero todo había valido la pena. Finalmente habían logrado estar solos, sin la preocupación de que sus familias se enterasen y arruinaran todo como lo habían hecho cuando decidieron pasar su celo juntos hace poco más de un mes.
—Me encanta que quieras darme mimos, Kook, pero, ¿por qué me olfateas tanto hoy? —soltó una risilla el omega mientras esperaba la respuesta.
Aunque la sabía. Era obvio. Probablemente Jungkook se había dado cuenta mucho antes que él mismo, de que su aroma usual estaba mezclado con el aroma de la leche en polvo, propio de un cachorro que venía en camino. Él había tardado más en darse cuenta, era un joven inexperto y no pensaba con claridad lo que hacía, las escasas náuseas matutinas las había atribuido a que su pareja destinada debía alejarse por el bien de su integridad física y emocional cada cierto tiempo.
De hecho, en ese momento sabía que después del domingo que volvieran a Seúl, no iba a poder ver a Jungkook por mucho tiempo, por eso no sabía porque estaba dejándose llevar de esa forma. Aceptando una realidad que no podría ocurrir, a sabiendas de que ambos iban a salir lastimados más temprano que tarde.
—Esque hueles delicioso, cada día siento más adicción hacia tu aroma, ¿qué es? Antes no olías así, es como si... —Jungkook se detuvo cuando Jimin le puso un dedo en los labios para callarlo.
No quería oírlo. La ilusión de saberlo era mucha, pero el futuro era más aterrador, por eso decidió negar.
—No es nada, es un perfume nuevo —le dijo y supo que Jungkook no se tragó la mentira, pero aún así pareció no querer presionarlo.
O quizás también estaba aterrado por lo que estar esperando un cachorro, podría suponer en una relación como la suya.
—¿Quieres que vayamos a comer esos dumplings que tanto te gustan, bonito? —le preguntó unos segundos después, decidiendo dejar el tema en paz.
—Sí, alfa, ya hace algo de frío —murmuró mirando el cielo, pero a pesar de lo dicho, se detuvo con una expresión nostálgica. —Espero que esta nevada sea la señal de que algún día podremos estar juntos sin que nuestros clanes se interpongan entre nosotros.
El alfa comenzó a sentir que un nudo se formaba en su garganta, envolvió al omega entre sus brazos nuevamente y se inclinó para atrapar sus labios en un beso. Jimin correspondió al instante, queriendo borrar la sensación de amargura que quería hacerlo llorar.
—Te amo, Jimin, demasiado —le dijo con fervor. —Te prometo que haré que algún día funcione, te lo prometo por mi vida.
El mencionado se permitió acariciar con sus dedos helados las mejillas calientes por el sonrojo del menor. Recordaba perfectamente el día que lo conoció, en una reunión de clanes, Jungkook era un alfa tres años menor que él, de expresión inocente y de un exquisito aroma a menta bastante marcado. Le había llamado la atención al instante, no de manera romántica, en ese entonces Jimin tenía sólo quince años y no sabía muy bien lo que significaba que su lobo quisiera arrojarse a ese pequeño alfa, pero con el tiempo lo entendió.
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Butterfly Effect 𐦍 KookMin 「Omegaverse」
Fiksi PenggemarPark Jimin y Jeon Jungkook son destinados y mantienen una relación secreta debido a que son de clanes diferentes y que se odian a muerte. Jimin sabe que jamás podrán estar juntos debido a la estricta regla de que el próximo líder de todo clan, debe...