capítulo veinticuatro

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Atravesó la puerta para ver al alfa que aún estaba sobre la cama con las piernas muy juntas y el rostro ligeramente más relajado. Sintió el estómago liviano, asumió que sólo existía un calor corporal y el peso del sedante que lo hacía sentir adormilado. No se movió, esperaba alguna palabra del mayor; lo vió parpadeando lento, con los ojos pesados y ligeramente temblorosos, los labios abiertos por los cuales exhalaba e inhalaba, parecían ligeramente secos, antes de acercarse para verlo apropiadamente, decidió salir para ir a la cocina por un poco de agua. Fuera de la habitación sintió la mirada del doctor y la omega que seguían dialogando, sin embargo, ambos lo ignoraron apenas lo vieron atravesar para ir a la habitación consiguiente.

Por fortuna encontró en la estantería una jarra vacía de cuerpo y agarradera transparentes, detrás halló unos vasos, tomó uno sólo y llenó el envase grande con agua. Regresó sin mirar a los dos mayores que continuaban hablando, agradeciendo que ellos no le prestasen especial atención. Una vez estuvo dentro, pudiendo cerrar la puerta con su propio cuerpo, miró a YoonGi que seguía en la misma posición: un ovillo.

Se acercó a la mesita de noche para dejar ahí la jarra junto con el vaso, inmediatamente comenzó a servir, quizás fue el sonido del chorro líquido que pareció conmover al alfa, porque trató de incorporarse. Realmente tenía sed. El rostro le dolía, lo había mantenido tenso por tanto tiempo que ahora los músculos se sentían golpeados, creía que podría nacer moretones en medio de sus mejillas y su barbilla por las veces que apretó y tembló.

— ¿Cómo estás? —Murmuró ayudándolo a sentarse, mientras lo veía suspirar en cansancio.

— Bien... —asintió agradeciendo el apoyo, tomando entre sus manos el vaso frío de agua, inhalando con emoción por sentir algo distinto al hervor de su cuerpo— lamento... —su voz lenta y aguardientosa resonó contra el agua mientras tomaba toda casi de un trago— ah.... lamento que me hayas visto así... —unas gotas resbalaron por su barbilla y el omega lo acudió limpiándolo con su propia ropa, eso lo hizo sentirse más avergonzado.

— Está bien... —miró los ojos que se conservaban inflamados por todo lo que había expresado antes— te ves mejor... ¿sigue doliendo?

— Un poco... —dejó el vaso en la mesita de noche y se recostó de nuevo, se acomodó en uno de los extremos de la cama, esperando a que JiMin tomase el mismo sitio que había tenido anteriormente. Sólo quería tenerlo cerca.

El omega notó que se había quitado la ropa, llevaba sólo la playera blanca de algodón, sus pantalones estaban abiertos, como si hubiese tenido el impulso se quitárselos por entre sus piernas, seguramente no teniendo la fuerza para ello. Se animó a quitarse la sudadera, quedando también en su playera sencilla de algodón, se recostó a su lado y no se tocaron como antes, sólo se miraron con timidez por entre la penumbra de la habitación. JiMin estaba de espaldas a la lámpara amarillenta, así que YoonGi detallaba lo suave de su rostro sin notar sus expresiones específicas. Éste último, por otro lado y gracias a que la luz reflejaba directamente en el rostro del mayor, podía observar los ojos parpadeando con interés en él, aún cuando parecían adormilados.

— ¿No quieres irte? —Preguntó mirando a donde a intuía estaban sus ojos, creyó que estaría cansado, habían salido muy temprano para lidiar con el transporte público, luego había tenido la fatiga emocional de consolarlo y ahora estaba de vuelta, con el rostro sonriente y dulce que recordaba. Ah... quizás era el sedante el que lo hacía pensar tan abiertamente.

JiMin estiró su mano hasta tocar la del mayor, la sintió ligeramente fría, probablemente por haber tocado el vaso de vidrio, acarició sus dedos y, finalmente, los entrelazó.

no me dejes caer ›› ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora