capítulo veintidós

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— Entonces ¿irás con JiMin? —el alfa moreno se sentó frente a él dejándole una taza de té entre sus manos mientras llevaba otra con líquido oscuro para sí mismo.

— Creo. —Respondió mirando a la mesa con un deje pensativo.

— ¿Por qué te preocupa?

— Si él está ahí, significa que debo ser... debo ser fuerte ¿no?

— ¿Eso crees?

— Sí.

— Los alfas no somos "fuertes", ni "débiles". —Tocó con su uña roma la porcelana gris de su taza— somos humanos, como humanos tenemos y debemos mostrar todo un abanico de emociones.

— Pero... —carraspeó— ¿qué pasa si realmente me siento mal? —la sola idea de ser vulnerable lo aterraba.

— Será algo que debes enfrentar tarde o temprano. —Asintió— pero eso no significa que debas hacerlo solo.

— Es sólo... —llevó su mano izquierda a su hombro derecho y comenzó a enterrar sus dedos dándose un masaje para aliviar la tensión emocional— creo que debo protegerlo.

— Ah... —sonrió y le permitió a su taza templarse un poco en la mesa del comedor— creo que... nos han hecho mucho daño las historias.

— ¿Historias?

— Proteger, cuando alguien protege es porque quiere cuidar del otro, pero eso no significa que la parte protegida sea débil ¿no? —pensó mirando el techo, observando el viaje de una polilla de alas cafés con tonalidades diversas que, seguramente, había entrado por un error y ahora sólo chocaba contra la luz— pero como humanos hemos evolucionado, desarrollamos un lenguaje que hace complejas las emociones primarias.

YoonGi lo observó levantándose, subiéndose a la silla en la que estaba descansando para, con ambas palmas, tomar al pequeño insecto entre ellas, con cuidado —quizás demasiado— bajó de la silla y, sin detener sus actos, continuó hablando.

— Entonces... cuando deseamos proteger aún pensamos en los instintos primarios que eso implicaba: fortaleza física, emocional, psicológica. Porque la protección viene de querer evitar que algo malo ocurra, usualmente esto pasaba con depredadores. —Caminó hacia la ventana, moviendo con su codo la cerradura que permitía que se deslizase, esto mientras aún mantenía las palmas unidas, sintiendo el cosquilleo del insecto que revoloteaba asustado— pero ya no hay depredadores así, y aunque los hubiera... —rió— no podríamos hacer mucho. —Una vez abrió la ventana sacó sus palmas hacia el exterior y las abrió, el insecto no dudo y despegó un vuelo hacia lo desconocido—. Entonces... creo que si piensas que debes ser de esa forma es porque compraste la idea de la "fortaleza". ¿Sabes? Creo que todas esas ideas a lo que llevan es a ignorar las emociones... tiene un nombre ¿Represión, creo? —Sonrió cerrando la ventana para regresar con su amigo a la mesa.

— No entiendo. —Confesó avergonzado.

— Eres más que un alfa que debe proteger, y aún si proteges eso no significa que no puedas ser protegido. No hay roles establecidos de ese tipo. —Negó tomando su taza, agradeciendo que ésta aún se conservase cálida— si te obligas a ser fuerte en un momento donde no deseas serlo, entonces tendrás emociones reprimidas.

— Sólo... —jadeó cansado de sus propios pensamientos pesimistas— no quiero, no sé... no sé si lo haré bien o mal.

— Él estará ahí para ti ¿no es así?

— Eso creo. —Tomó su taza y bebió un poco tratando de apaciguar el nudo en su garganta— pero no quiero causarle incomodidad.

— ¿Por qué crees que le incomodaría?

no me dejes caer ›› ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora