capítulo ocho

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Ese fin de semana llegó con los pequeños anunciando que en su colegio todos los adultos de la casa habían sido invitados a pasar un día con ellos por halloween, el panfleto, que tenía adornos de calabazas y cráneos dictaba "invitamos a todos los familiares" y ambos niños estaban sumamente emocionados. Invitaron a NamJoon, SeokJin, HoSeok, YoonGi y JiMin de forma individual, ambos yendo a sus habitaciones —o donde se encontrasen— para pedirles asistir. Sin embargo el único de sus tutores que había podido conseguir el permiso fue SeokJin, NamJoon se sentía decepcionado pero trató de no demostrarlo. JiMin, por su lado, tenía el permiso de HoSeok —quien tampoco podría asistir—, mientras que YoonGi había sido comprometido sin siquiera tener opción para declinar, "tu siempre estás en casa, tío YoonGi" dijo TaeHyung. Así el domingo en la tarde, JiMin estaba mirando su guardarropa en silencio, una sudadera vieja, conservada pero usual en él, una camisa que guardaba para ir a consulta, dos pantalones gastados y amplios, nada de ropa decente. Se quitó la playera negra gastada poniéndose la camisa, se sintió extraño, no encajaba con algo tan informal y sentimental como un evento escolar, se quitó la prenda quedando semidesnudo y soltó un jadeo en voz alta para después sentarse en su cama. Pensó que era ridículo estar con tanto conflicto interno por algo sin importancia. Pasó una mano por su cuello, su torso desnudo se delineó en el espejo, sus ojos recorrieron sus clavículas delgadas marcadas pero ya no tan visibles, con un movimiento podía ver que sus delgados brazos empezaban a tomar forma, al igual que su cintura, recordó los regaños de los médicos por la condición en la que había llegado a la primera consulta. Si acomodaba sus piernas abriendolas podía ver el bulto ligero en su vientre bajo, los pliegues de su cadera parecían hacer olas ligeras y densas en la piel, el tono de su cuerpo completo, moreno, resaltaba en medio de sus cobijas claras haciendo que pareciera aún más oscura gracias a que la luz de la habitación estaba oscura. Sus ojos pasearon hasta su pecho encontrándose el tatuaje que hizo en un momento de valentía, hacía mucho no se detenía a admirar la tinta, estaba siendo resguardado entre prendas y experiencias, como un pichón que tenía miedo a volar. Mientras miraba su figura escuchó un toque en la puerta que lo asustó.

— Toc toc... —habló SeokJin asomándose con una sonrisa de la puerta entreabierta— te resfriaras así.

— Hola... —JiMin habló con una sonrisa, sintiéndose un poco extraño por estar semidesnudo frente a SeokJin, tomó su playera y se la colocó lo más rápido que pudo.

— No sabía que tenías un tatuaje... —mencionó el alfa sorprendido al ver el diseño en su pecho.

— Ah... sí... —sonrió sabiendo que él mismo lo había olvidado.

El alfa se quedó en la puerta esperando una respuesta más elaborada... pero no hubo nada, sólo silencio enmarcando la oscuridad de la habitación. El omega no se movió de su cama aún sumergido en el propio diálogo interno.

— ¿Qué pasa? —SeokJin entró con totalidad cerrando el cuarto tras de sí para mirar el rostro del omega que parecía perdido y triste.

— Nada... sólo...

— ¿Mh?

— Mañana tenemos que ir con los niños...

— Sí.

— Y yo sólo tengo eso... —señaló su ropero casi vacío, el dinero que tenía ahorrado era para su futuro, no iba a gastarlo en algo tan "mundano" como ropa, pensaba. Y sin embargo aquí estaba, sintiéndose mal porque no quería dejar una mala impresión a los compañeros de Tae y Kook.

— Oh... ya veo... —asintió llevándose una mano a la barbilla.

SeokJin miró su perfil recordando los huesos de su columna y sus omoplatos que eran demasiado visibles por la diferencia de luces. Soltó en silencio una pequeña sonrisa, apenas perceptible para quien lo conociera bien, con los labios haciendo una ligera curva hacia arriba, misma que sólo venía de un corazón que se había enternecido. En los dos meses que JiMin había pasado en la casa, aprendió mucho de él en silencio, como que siempre bajaba con YoonGi en las noches, o que ellos dos tenían bromas internas que poco entendería, o que le gustaban los sándwiches de jamón y queso aunque fueran demasiado simples, y adoraba con locura el chocolate. Sin embargo, también aprendió que era una persona en demasía insegura, dudaba de cualquier paso que daba y por más contradictorio que fuese esa inseguridad no era similar a la timidez —como la mayoría de los omegas que había conocido— sino con agresividad. JiMin era un omega que poseía unas cualidades únicas, siempre afirmaba poder hacer todo por sí mismo, desde cargar algo, reparar cualquier cosa, hasta poder soportar cualquier sentimiento, siempre iba con la frente en alto aunque por dentro estuviera con el corazón destrozado y lleno de miedo. El día que llegó de la consulta lo vio acurrucándose en YoonGi, no dijo nada pero supo que era un momento donde realmente necesitaba apoyo y él mismo sabía con quién buscarlo, no lo iba a presionar en absoluto. Pero ahora estaba aquí, mostrándose abiertamente inseguro.

no me dejes caer ›› ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora