no me dejes caer ›› ym

capítulo siete

****

Estaba concluyendo ya su segundo mes de haber llegado a esa casa, HoSeok le agendó más citas con el médico para evaluación constante, estaba en procesos de conseguir un nutriólogo del gobierno, sin embargo nada era seguro. En esos días había estado leyendo entre sus descansos, incluídas sus comidas en la casa, quería avanzar con su lectura lo más rápido que pudiera para así platicar de todo lo que había en el libro, aunque constantemente tenía que regresar grandes párrafos para poder entender lo que la historia decía, otras tantas tenía que esperar para buscar el significado de algunas palabras. Esto lo frustraba demasiado, a veces incluso tenía ganas de abandonar el libro porque sentía que no valía tanto la pena, pero después de recibir elogios del alfa pálido que usualmente le decía "ah, entendiste muy bien a este personaje" o "oh, esa visión me gusta" e incluso un "¿ocurre así? la verdad no recuerdo, confío en ti", decidía intentarlo una vez más, jurándose que ahora sí podría entender de lo que iba el libro sin tener que pensar en lo que se había quedado anteriormente.

A veces mientras estaban en la madrugada sólo el sonido de la música, el golpeteo suave de los instrumentos de pulido contra la madera, y el hojeo del libro, los acompañaban, cada uno de estos podía hacer eco en las paredes y regresar a ellos en pequeñas olas que los mecían en una familiaridad desconocida. Ya ni siquiera era necesario sonreír e iniciar una plática corta antes de que pasasen a lo suyo, en la última semana JiMin había llegado a la sala, se sentaba con la cobija en sus manos y comenzaba a leer. De alguna forma cada uno podía hacer sus actividades en privado, sin embargo preferían la compañía mutua. Como una rutina no escrita ni hablada de la que ambos eran parte activa y no dudaban en fomentar. Algunas noches, por ejemplo, el alfa se había tomado la libertad de llevar dos tazas de té hasta la mesita sin preguntar previamente, viendo con una sonrisa escondida cómo el omega simplemente tomaba la taza sin chistar.

— YoonGi... ya van a ser dos semanas desde que empecé el libro... —mencionó JiMin cerrando el libro, con un poco de decepción en su voz, se recargó totalmente en el sillón y miró al techo, sus orbes se pasearon por el decorado del cielo raso pensando en todo el tiempo que había desperdiciado por no haber entendido alguna frase, o haber dudado demasiado entre los sentimientos de los personajes, incluso los minutos que demoró en imaginar las estructuras detalladas.

— Sí. —Murmuró en voz baja el alfa sin dejar de ver la figura en la que ahora trabajaba, su voz sonaba monótona pero no desentendida, él mismo no comprendía lo especial de la frase del omega.

Los labios del joven se fruncieron en un puchero y suspiró.

— Y no he acabado el libro... —avergonzado, levantó el libro abriéndolo en la página que había quedado, llevándolo hasta su rostro para taparlo totalmente, una acción típica en él cuando sentía vergüenza impulsado por no querer sentir el mundo, más bien no percibirlo, no oírlo, olerlo, verlo.

— ¿Y qué? —el alfa dejó de pulir y miró al chico sentado a su lado, con su típica cobija sobre los hombros y el cuello expandido hacia el cielo, una imagen que ya se había hecho tan común para él, sintió el impulso de tomarlo por los hombros para verle el rostro, ese común y paradójicamente insólito— por Dios, JiMin, llevas más de la mitad... además no sólo es leer, es comprender. Lo has hecho bien. En serio.

— Eso dices porque quieres hacerme sentir bien. —Soltó un puchero negando, bajando el libro de su faz para dejarlo entre sus piernas, aún abierto y con el pulgar tocando las páginas, sus dedos rozando el borde de las hojas y su mirada perdida aún. Quería hacer algo bien antes de continuar con las otras etapas de su vida. Ya que no tenía estudios, y probablemente no los tendría, deseaba al menos hacerse más hábil con la lectura, poder conocer algunos libros básicos. Deseaba tanto salir de ese estado natural de ignorancia en la que se sentía casi a diario.