capítulo tres

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Cargó una de las últimas cajas colocándolas con cuidado sobre la mesa para abrirla y así sacar todos los productos, acomodó el shampoo, el jabón, los dulces y otras tantas cosas que estaban esparcidas, esa era su rutina desde que llegó  a ese sitio, con excepción a los fines de semana, donde, le aclaró el beta, irían a un parque para recoger la basura y podar el cesped público.

Han pasado dos semanas desde que vivía en esa casa, había ayudado a SeokJin en la cocina o ayudado —sólo un poco— a los pequeños en sus tareas, también había platicado mucho con NamJoon mientras lo veía comprar flores para el jardín o ayudaba a HoSeok en el mantenimiento de la casa o negocio, sin embargo al que no pudo acercarse con esa naturalidad fue a YoonGi, sólo lo veía leer en silencio en aquel sillón gastado pero cuidado, acomodándose los lentes escondiéndose entre sus múltiples prendas de ropa, sus interacciones se limitaban a oirlo paseándose en los pasillos cuando la madrugada abrigaba la casa, lo más extraño que vio fue aquel día que llegó con un montón de ramas y troncos relativamente gruesos subiéndolos a su habitación sin mediar más palabra.

Se levantaba puntualmente a las seis y media de la mañana con el sol asomándose, estiraba sus brazos y caminaba a ducharse porque si entraba a la cocina sabía que arrasaría con todo lo que el refrigerador contuviera, era una mala costumbre que obtuvo de estar en medio de un mal hogar, comer apenas despertar para aguantar el resto del día. Así que procuraba siempre esperar a que el olor de la comida le produjera más hambre, o al menos una natural y no psicológica. Eso también era algo que había aumentado; su apetito, tenía gustos raros, pero algo que siempre llamaba su atención eran los dulces, él los amaba, por ello siempre era regañado por HoSeok, sabía que parte de sus "labores" era mantenerlo saludable para las revisiones médicas. Nunca rechazó los regaños, desconocía si era por su embarazo o por haber sido privado de privilegios como las golosinas.

— JiMin... —HoSeok lo llamó, estaba detrás del mostrador contando dinero con el ceño fruncido— ¿Puedes ir a mi cuarto? en la casa, me refiero. Hay una libreta, creo que la dejé encima de mi cama o de la mesa... es café y vieja...

JiMin, girándose, asintió acomodando con más rapidez los últimos productos para deshacer la caja dejándola plana e irse.

Afortunadamente el local quedaba a unos escasos cinco o siete minutos a pie, aunque a su paso tranquilo quizás serían diez, los paisajes tranquilos le agradaban, había ruidos de pequeños corriendo, seguramente ecos del escándalo del colegio en el que TaeHyung y JungKook deberían estar ahora. Pensándolo así se detuvo, colocó discretamente un mano en su vientre, no se sentía nada, estaba prácticamente plano pero sabía que estaba formándose con cada día, con cada hora.

Sintió la ansiedad respirandole en la nuca, la sensación fría y asfixiante subió hasta su garganta, momento en el que fue consciente de sus propios latidos en sus oídos, aún debía tomar la decisión y el tiempo parecía irse rápido. Aún contenía en su mente la idea de una familia perfecta, una que él mismo no tuvo, pero... todo era complejo ahora.

Llegó a la casa, jadeando más por sus pensamientos que por el calor de la tarde, tanteó en la bolsa del enorme suéter crema que había comprado en una tienda de segunda mano cuando salió con HoSeok, sacó la llave y abrió la puerta por la parte trasera que daba directamente a la cocina y era la zona de acceso más rápido desde dónde venía. Al hacerlo se topó con el silencio del inmueble suspiró y lamió sus labios pensando que quizás un vaso con agua lo ayudaría a soportar el camino de regreso y podría despejar su mente. Se adentró en la cocina donde encontró una pequeña nota en el refrigerador; "Salimos, tenemos que comprar la despensa. Díganle a TaeHyung que no habrá cereal de chocolate si no acaba su tarea antes de las seis. —SeokJin & NamJoon".

no me dejes caer ›› ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora