capítulo nueve

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Había decidido acceder a las sugerencias del alfa mayor de la casa y comprar un poco de ropa, para ello fue necesario ir con NamJoon a donde él trabajaba, había llevado algunos ahorros y muchas ganas de conseguir algo. Había quedado de acuerdo con los dos alfas mayores, siendo el alfa moreno quien lo acompañaría a visitar diversas tiendas para encontrar, según sus planes, dos pantalones, tres pares de ropa interior y dos playeras. Sería lo único que compraría y esperaba encontrar algún sitio donde hubiera descuento. HoSeok le había dado medio día para ir a hacer lo que necesitase y él inmediatamente aprovechó esa oportunidad, el beta lo despidió siempre recordándole ser consciente del dinero que entraba y salía. El vientre bajo se abultaba más, haciéndole ligeramente incómodo portar los jeans típicos y sabiendo que era casi imposible usarlos abiertos dado que sus escasas playeras quedaban justas de largo y podría vérsele el abdomen si realizaba ciertos movimientos.

Tomó el autobús indicado y sacó la novela que estaba a punto de terminar, estaba en el punto clímax de la misma y tenía tantas ganas de saber qué ocurriría, pero poco podría concentrarse para no perderse entre calles, debía levantar sus ojos constantemente para ver las referencias que le habían brindado y verificar en dónde debía bajar. Se acomodó en el asiento y subió el cubrebocas. Siempre había sido especialmente sensible a los olores, más en el transporte público o con las demás personas invadiéndolo, acarició las esquinas de su libro y miró por el vidrio empañado en suciedad de lluvia y polvo, la tarde se veía tibia pero apenas lograba calentar ligeramente la acera previendo el cliente de los mediados de noviembre. Las noches eran iguales, los días parecían calcados, en las mañana trabajaba con el beta hasta que caía la tarde, regresaba para descansar en la casa, dormía un poco después de la cena y un baño para bajar en la madrugada y hablar con YoonGi. Cada día sentía más dificultad para mantener sus párpados abiertos, pensaba que se debía al embarazo, al frío que se colaba por la puerta y las esquinas de las ventanas, a las cobijas que lo envolvían para evitar sentirlo tanto, sin embargo también se sintió cohibido cuando fue consciente de cuánto lo relajaba la voz del alfa que lo acompañaba, de cómo muchas veces el aroma lo envolvía más confortable que cualquier frazada y cómo sentía el estómago ligero y con un burbujeo cuándo lo encontraba trabajando en silencio para no despertarlo cuando morfeo lo invitaba a sus salas. Incluso lo descubrió saliendo al patio, en plena madrugada, para soplar y hacer los tallos más duros de su trabajo. Ah...

No.

Era sólo el embarazo.

Carraspeó y por instinto se acomodó el suéter abierto, entonces miró hacia el pasillo del autobús donde vio a un hombre mayor con una sonrisa ladina hacia él, sus ojos eran extraños, desconocidos, pero el brillo en las esquinas le era muy familiar, sintió escalofríos y juntó sus piernas por instinto, vio al hombre caminando hacia su asiento y colocándose entre el otro asiento disponible y el corredor. Llevaba una camisa planchada, una corbata azul marino y el cabello lleno de gomina, su nariz era ancha combinado con el brillo de la grasa ligera de su frente, en ella descansaban unos lentes de pasta gruesa, en la barbilla destacaban unos ligeros vellos sin rasurar, sus cejas eran vistosas pero despobladas, siendo vellos largos y enchinados los que enmarcaban los ojos pequeños. Era un hombre desarmonioso que en su total, todas sus características, parecían encajar y devolverle el favor. Hombre común, sin algo especial, plano en atractivo. Seguramente llegaría a casa donde besaría a su esposa, a sus hijos, o a su novia, si no tuviera pareja lo haría con sus padres, después del trabajo iría a comer con sus amigos, invitaría a alguna de sus compañeras y sonreiría si ésta le dijera que no, los demás lo describirían como un alfa amable, sencillo y no muy privilegiado por la vida pero sí con un gran corazón, de olor a pino y ramas partidas. JiMin podía describir cada una de estas acciones porque conocía el olor, la mirada y la sensación de ser una presa de los animales que fingían inocencia. Esos que salen diciendo tener juntas de trabajo para ir a los sitios más lúgubres para herir corazones blandos.

no me dejes caer ›› ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora