capítulo cuatro

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Pasaron ya tres días desde que JiMin se sintió humillado, lo más difícil de superar había sido ver al alfa en la mañana siguiente, sentado a la mesa, con el rostro cabizbajo escondiéndose en su café, como si acaso el líquido negro fuera la pantalla de su celular o el televisor, no queriendo enfrentar a nadie. El cereal estaba servido y SeokJin estaba apurado diciendo algunos balbuceos sobre haber levantado tarde, trotando para despertar a los menores. YoonGi no miró a JiMin en ningún instante, y éste sólo lo miraba de reojo cuando no estaba hablando con los menores, quienes eran los únicos que podían hacerlo sonreír. SeokJin y NamJoon estaban buscando la comida de los pequeños mientras anunciaban lo que dejarían listo en el refrigerador en caso de que cualquiera quisiera comer, ambos tenían que ir a trabajar, NamJoon en una tienda de ropa y SeokJin en una cafetería, regresarían —como era costumbre— cuando los pequeños salieran del colegio, entonces todos podrían comer un poco y regresar de nuevo a sus trabajos mientras el único alfa restante los cuidaba hasta la cena. JiMin sólo asentía incómodamente por la presencia del pálido. Estuvieron solos unos minutos, escasos pero tortuosos, YoonGi removía un pedazo de madera entre sus dedos presa de un pánico silencioso mientras pensaba que no era tan difícil —o no debería serlo— pedirle perdón y explicarle que él sólo quería ayudarlo. Sin embargo sólo recibió un "permiso" de parte de JiMin pasando a su lado mientras se quitaba el delantal al terminar de lavar los trastes, después de eso no lo vio sino hasta la hora de la comida para marcharse de nuevo.

Por un instante, mientras la casa estaba sola, YoonGi se permitió encogerse en el sillón abrazando sus piernas ocultando su rostro entre sus rodillas. Cerró los ojos con fuerza negando los recuerdos, no... las cosas no podían ponerse mal de nuevo. 

Así pasaron los otros dos días, JiMin estaba totalmente indiferente, no es que odiara a YoonGi, pero se sentía herido, no quería ser objeto de burla sólo por no poder leer un libro, es más, podría leerlo, quizás le costaría algún esfuerzo extra para comprender algunos conceptos, pero tenía la capacidad. Es por ello que pensó, en más de una ocasión, que debía ir con él y fingir que nada ocurrió, pero por el rostro inmutable y la carencia de palabras era obvio que al alfa no le importaba mucho su presencia o ausencia, así que asimiló quizás aquellas ideas sobre YoonGi burlándose de él en su soledad eran ciertas, quizás, incluso se alegraba de no tener a alguien tan ignorante como amigo.

Esa era otra noche en la que no se hablaban para nada, no habría bromas llenas de sarcasmo, risas contagiosas o café compartiéndose. No había nada más que un silencio en habitaciones parcialmente vacías.

YoonGi debía estar acabando la novela rusa que hacía tiempo tenía entre sus manos, pero no podía evitar seguir mirando hacia las escaleras esperando la figura de JiMin sonriendo como si nada hubiera pasado. Ni una sola figura había podido tallar, las ramas habían terminado rotas, algunas astillas se habían incrustado entre sus dedos lastimándolo, mismas que SeokJin después le ayudaría a sacar mientras le reclamaba tener cuidado al estar trabajando con madera.

Cuando vió la hora, donde todos en la casa despertaban, JiMin decidió salir, aún si no había podido dormir bien, encontrándose a los dos pequeños tambaleándose en el pasillo presas del sueño.

— Ji... Min... —TaeHyung estiró los brazos esperando a que lo cargara.

Él sonrió y se inclinó para hacerlo pero una persona en el umbral de la habitación los interrumpió.

— No, no... Tae... ven aquí... —SeokJin lo cargó— a JiMin debemos cuidarlo.

— ¿Qué...? —talló más sus ojos.

— Está esperando un bebé... ven aquí.

JiMin sonrió asintiendo como un pequeño agradecimiento realmente aún no había grandes cambios físicos en él, un pequeño bulto en la parte baja de su estómago, seguramente si le pregunta a alguien le  dirían que está igual de plano... pero él si notaba el cambio en su vientre... quizás sólo era él. Estaba por caminar cuando unos pequeños brazos se colgaron de su pierna, allí estaba JungKook, con el cabello revuelto, ojos somnolientos y la mejilla aplastada, sonrió y acarició su frente despejándola de unos cuantos mechones.

no me dejes caer ›› ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora