capítulo veintiocho

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YoonGi se removía incómodo en el asiento de plástico, la esquina del mismo se apretaba contra la piel de su muslo, miraba fijamente su teléfono, deslizándose hacia arriba y hacia abajo, lo hacía lento, yendo de aplicación en aplicación, todo por distraerse. Trataba de apaciguar a su inquieta mente mientras esperaba el arribo del resto, en especial de HoSeok. A su lado, entre sus pies, tenía la mochila con las pertenencias del omega, mismas que le servirían para su estancia de, por lo menos, los siguientes dos días.

Algunos doctores lo miraban de reojo entre sus caminatas hacia quién sabe dónde, quizás porque la palidez en su semblante ya no era la natural heredada de su padre, o tal vez porque el vaso de papel, donde se había servido agua, estaba pellizcado por todos lados, quitándole su forma original, siendo transformado a un origami de ansiedad. O, tal vez, no lo estaban viendo precisamente y todo era parte de su paranoia. Una vez más, inhaló entrecortado, pensando que todo estaría bien. No era la primera vez que aquella clínica atendía el parto de un omega masculino, y, al ser una estancia alineada con las ayudas gubernamentales, era más que seguro que el tratamiento de gestantes primerizos fuese algo relativamente común.

Entonces pellizcó una vez más el vaso... los doctores podían tener experiencia, pero JiMin no, ¡era el primer embarazo que atravesaba!, ¡el primero de él también! , bueno, no era como que hiciera algo fundamental, a veces se consideraba más un estorbo, ¿en serio diría algo como "uff, JiMin, no sabes lo horrible que fue pasarlo en la sala de espera mientras tú parías"? ¡Evidentemente no!, pero... tampoco podía negar sus propios sentimientos. Un nudo en el estómago lo acompañó desde que leyó la fecha en la que lo ingresarían, mismo que, habiéndose fortalecido con los días, explotó en sus muelas en cuanto comenzaron a preparar las cosas para el hospital, justo como una cápsula de cianuro; sintió las piernas débiles cuando salieron de casa, como pedazos de gelatina puestos unos sobre otros. Creyó, mientras esperaban el transporte, que sus rodillas fallarían y caería al suelo, quedando en ridículo ante el omega.

Quizás la metáfora del cianuro era exagerada. No se sentía moribundo ni planeaba suicidarse.

Mientras bebía el vaso de agua en medio de la fría sala, analizó sus propios temores, encontrándolos absurdos.

Aún estaba divagando sobre todo lo que podía salir mal, contraponiéndolo de forma consciente ante todo lo bueno que saldría de dicho evento.

Escuchó su nombre, ese sólo sonido le hizo sentir el pecho relajado; exhaló el aire que, no sabía, estaba conteniendo, sonrió ampliamente, se levantó para meter el celular en el bolsillo de su pantalón y limpiar las palmas contra la misma tela, sintiéndola rugosa y áspera, mientras que, con la otra mano, aún arrugaba el vasito de papel.

— YoonGi, lo siento, tuve que ir a dejar unas cosas, ya no me molestarán mañana. —HoSeok llegó, con las mejillas enrojecidas gracias a una pequeña caminata rápida, mientras hablaba también miraba a la enfermera en la recepción, misma que se encontraba tecleando algo frente al ordenador— ¿cómo está?

— Pues... bueno, bien, creo, está dentro, pero debe tener un acompañante y-... además... sus cosas.

— Sí, entiendo.

Ambos caminaron hacia la recepción para registrarse, el omega había sido ingresado primero con la promesa de traer a su acompañante lo más pronto posible para llevar sus cosas en el proceso. El médico había decidido ello para que descansase todo lo que pudiera, apenas habían transcurrido treinta minutos, pero el alfa estaba muy nervioso, preguntándose si el menor estaría bien solo, es decir... era evidente que sí, pero nunca estaba de más cerciorarse. Sólo pensaba que pasaría toda la noche ahí y requería asistencia, además de física, emocional, por lo que, resumió, el beta, siendo su representante legal, debería estar en el proceso entero.

no me dejes caer ›› ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora