De regreso al Portal de las Rosas

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De regreso al Portal de las Rosas

Había pasado un año y 4 meses desde que Candy y sus amigos pasaron una tarde de primavera muy agradable en el Hogar de Pony.

La chica de cabellos dorados, ojos verdes y pecas, había decidido quedarse a vivir en el hogar a pesar de los deseos de su tutor de llevarla a vivir a Chicago con él y poderle dar una mejor vida.

Pero la chica le explicó a Albert que necesitaba tiempo para acomodar sus pensamientos y sentimientos: aún no superaba del todo la ruptura con Terry Grandchester, ni el haber tenido que enfrentar a la sociedad entera rechazando a Niel Legan, ni mucho menos la muerte de Stear.

El Tío abuelo William, (como algunos todavía insistían en llamarlo a pesar de tratarse de un hombre demasiado joven), nunca le había exigido nada a su hija adoptiva y terminó por aceptar su decisión de permanecer en el lugar en donde se sentía libre y feliz.

La chica recibía esporádicas visitas de Albert, casi todas con la intención de despedirse y avisarle que saldría de viaje.

En esa ocasión el patriarca de la familia Andry se presentó en compañía de su fiel asistente y amigo George, quien se quedó esperando en el lujoso auto rodeado de los niños del hogar.

Albert pidió a la señorita Pony y a la Hermana Lane que llamaran a Candy y que los dejaran hablar a solas en la estancia.

Las dos monjas obedecieron al joven a quien agradecían infinitamente todas las obras benéficas que había realizado en favor del orfanato. Estaban intrigadas pues, antes de eso las visitas era muy cortas e informales.

Candy llegó a la estancia y al ver a Albert no pudo contener su alegría.

-¡Ahhhh Albert! No esperaba verte tan pronto por aquí, apenas hace un mes que viniste.

-Hola Candy

La chica lo abrazó, siempre lo hacía cuando lo veía, en el fondo Candy regresaba a ser una pequeña de seis años que esperaba con alegría la presencia de su padre en casa.

Albert le correspondía los abrazos de una manera casual y se mostraba complacido ante las muestras de cariño de su pequeña Candy.

-¿Qué te trae por aquí? No me digas que has regresado de viaje para volverte a ir.

-Tú sabes que hay muchas cosas que atender Candy, además, me es difícil permanecer en un mismo lugar.

- Entonces, ¿te vas de nuevo?

Albert asintió con la cabeza y volvió su mirada hacia la Colina de Pony.

-Iré a Sudamérica Candy

-¿A Sudamérica?
- Así es, hay un nuevo proyecto que quiero echar a Andar, un hospital,

-¿Un hospital?

-Sí, tal y como lo hice en África, quiero ayudar a más gente.

-Es maravilloso

-Lamentablemente, es algo que me tomará más tiempo de lo normal.

-¿Más tiempo?

-Me iré pasado mañana y no regresaré hasta dentro de 6 meses más o menos.

-¡Es demasiado tiempo!

-Lo sé, por eso he venido a pedirte un gran favor Candy,

-¿Un favor?

-Candy... tú sabes que la Tía Abuela Elroy es como una madre para mí. A pesar de sus ideas y su carácter, le estoy enteramente agradecido por haberme cuidado y criado en ausencia de mis padres fallecidos.

Si todo hubiera sido así...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora