❤️‍🩹🧵~Prólogo~🧵❤️‍🩹

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Tirar y pedalear, rodar y enredar. El hilo de la historia se forja así, y la vida comienza a tomar forma en el telar para dar tu destino final.
La rueca, hilos, y agujas son las que comienzan a dar forma a una historia, o eso cuenta madre.

Era hace una vez, una niña con ideales brillantes como el oro, deseaba poder forjar un destino lleno de amor y paz. Sus deseos eran tan fuertes que su magia comenzó a relucir.
Telares hermosos lograba crear con tan solo contar con 80 años de edad, la diferencia era que era una hada y eso sería algo que perfeccionaría con el tiempo, más del que puede vivir un ser humano para poder pulir sus habilidades hasta hacerlas perfectas.

Día y noche pensaba en las diferentes razas de hadas que existían en el reino, y nunca veía diferencias entre ellas, a excepción a que a su reina Maleficia y a la princesa Maleanor eran a quienes debía venerar al ser su gran y sabia soberana y la princesa al ser una niña amable que tambien como su madre se preocupaba por su gente. Era inexperta en el campo del mundo exterior ya que su mundo eran las telas que amaba tanto crear para vestir y adornar el reino entero y sus habitantes.
Todo marchaba bien hasta que.... la paz comenzó a corromperse por aquella ambiciosa mente que traía guerra, y no veía sola, tenía más detrás de él... aquellos destructores de lo más hermoso, eran los humanos. Que no paraban de acercarse al reino para merodear y admirar a aquellos mágicos y misteriosos seres longevos, y eso no les daba buena espina a los habitantes del reino.

Sus labores pacíficos con sus hermosas telas se vieron interrumpidos, pues sus padres le pidieron que comenzara a elaborar telas más resistentes por si la guerra se desataba, así que, la niña comenzó a buscar materiales con los cuales forjar un hilo resistente y en su búsqueda...  y eso fue cuando cumplió 200 años ya debía se salir de su taller.

— Pero la lana puede...— sus padres silenciaron sus palabras con una simple mirada y solo la miraron a los ojos.

— La lana es hermosa pero no puede proteger a nadie de una guerra, necesitamos que elabores una tela resistente para que puedas vestir a los soldados y al pueblo—. le pidió su padre con suma desesperación en sus ojos.— así, la reina te reconocerá y podrás ir a un lugar seguro por si una guerra se desata.

Ella negó.— Padre, Madre. ¿Cómo están seguros de que esto suceda?. ¿Qué tal si los humanos quieren hacer amigos?—. preguntó la niña de cabellos magenta mientras sus orbes grisáceos permanecían abiertos de par en par tratando de mantener su dulce inocencia respecto a su perspectiva sobre las intenciones de los humanos.

— Hija mía, dulce e inocente eres aún. Más sin embargo, los humanos tienen codiciosos corazones que los hacen querer destruir y amar lo que no tienen—. habló su padre mientras caminaba hacia la ventana de su pequeña morada.

— ¿Cómo puedes hablar de ellos así sin haber conocido a uno?—. preguntó la pequeña mientras sus orbes grisáceos permanecían atentos a cada movimiento que sus padres pudieran hacer.

— Tu padre y yo hemos ido a ver a la aldea humana, y ellos son egoístas—. respondió la madre a la vez que miraba sus manos que estaban juntas, dando a entender que esa situación la mantenía alerta.— su curiosidad es tan grande que en algunos despierta la ambición al ver que lo desconocido es algo que puede hacer peligrar su vida.

— Hija, somos hadas, pero... la vida no es eterna. Tenemos magia lo suficientemente fuerte para hacerles frente, pero... su terquedad los hace más fuertes—. agregó el padre, quien solo volvió su mirada a la niña.

— Padre, Madre. ¿Creen que pueda hacer algo para detener ese mal?—. preguntó la pequeña con mucha curiosidad.

— Solo sigue tu camino, y no olvides que los hilos trazan historias—. esta vez habló la madre, quien solo se levantó del sofá.— iré a tomar algo de aire fresco, esta situación me agobia.

— Mi niña, no salgas en lo que tu madre y yo vamos a tomar aire fresco. Después de que volvamos te acompañamos a buscar materiales resistentes que puedas usar para la tela. ¿Sí?—. preguntó aquel hombre de cabellos magenta, que comenzó a seguir a la mujer de cabellos plateados.

Ambos salieron del hogar, dejando a la niña sola. Pequeña que con una mente tan creativa e inquieta, corrió a su taller para comenzar a volar su imaginación mientras usaba su magia para elaborar telas.
La rueca daba vueltas y los destellos de su magia cubrían el aire del taller, hasta que su vista se nubló y todo se volvió color negro.

Minutos u horas habían pasado tal vez, pero de lo que no estaba segura era del telar que tenía frente a ella. Había una espantosa escena donde los humanos llevaban antorchas e incendiaban el muro de espinas que protegía el reino.

— ¡No!—. la infante solo gritó y con miedo lanzó el telar al suelo para después tomar la vela para intentar quemarlo.— la paz debe permanecer, no debo de dejar que los pensamientos de mis papás me invadan.

Lamentablemente, la tela no se quemaba, así que solo optó por esconderla en uno de sus baúles de su taller para luego cerrarlo y salir corriendo del lugar. No escuchó las palabras de su padre y salió de la casa corriendo para perderse en el frondoso bosque donde sin querer cayó al suelo para comenzar a llorar desconsoladamente.
Estaba a punto de quedarse ahí, hasta que al fin se levantó para ver con lo que de había tropezado, y ahí vio el brillo de una gema verde que le había llamado la atención.

— Es hermoso—. murmuró limpiándose las lagrimas y sin dejar de admirar aquella hermosa gema que sobresalía del suelo.— ¿Esta puede ser la respuesta a la futura necesidad?

Sin más, la pequeña comenzó a escarbar con sus pequeñas manos al rededor de aquella gema. Todo esto con tal de poder tener una respuesta al problema que sus padres le habían infundido.

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En otro lado del mismo reino...

— Maleanor, te dije que no debíamos salir del castillo—. habló el pequeño de orbes tal rubíes.

— Pero Lilia~. Dicen que esas telas son de alta calidad y también hermosas—. se excusó la pequeña princesa.

— Pero podías pedirle a tus sirvientas que fueran a hacer un pedido de la tela— habló el niño algo cansado de tratar de persuadir a la princesa para que regresaran al castillo.

— No, yo quiero un estilo único y ellas no podrán traerme el que deseo—. Dijo sin rodeo alguno, tratando de esconderse bajo su capucha que la cubría de pies a cabeza.

— ¿Y crees qué esa niña milagrosa pueda darte lo que buscas?—. preguntó el pequeño.

— Lilia, confía en la habilidad de los de casi nuestra edad. Yo creo que esa niña hace un buen trabajo—. Maleona comenzó a reír alegre.— piensa en positivo.

— No puedo hacer eso cuando se perfectamente que nos vamos a meter en problemas —. agregó a la vez que miraba a su alrededor con preocupación.

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Amor de siglos (Lilia Vanrouge × Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora