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Junio, 2003

El último día de clases suele ser, en gran parte, lo mejor del año. Hoseok adora el último día, siempre hay juegos y comida, y puede llevar un rompecabezas para jugar junto a Jimin. Su amigo se encuentra a su lado al sonar el timbre, ayudándolo a guardar sus cosas con cuidado para que ninguna pieza salga lastimada.

—Ángel.

Silencio. Un suspiro. Luego, una burla en voz baja. Hoseok, pese a estar molesto, le da una rápida mirada a Jimin para que se calle. No le hace ninguna gracia.

—¿Podemos hablar? —cuestiona Yoongi, tiene la voz casi diminuta.

—No quiere hablar contigo —ataca Jimin.

Alza la mirada hacia su vecino y su corazón se retuerce al notar como sus ojos se llenan de lágrimas. Entonces, suspira pesado, y le pide a Jimin que lo espere afuera, que saldrá dentro de unos minutos. Sin embargo, pese a ese momento de debilidad, Hoseok, al encontrarse sólo junto a Yoongi, vuelve a cambiar de actitud y comienza a guardar el resto de sus cosas dentro de su mochila.

—Me voy... —anuncia Yoongi. Él apenas lo mira de reojo—. A una escuela privada. Madre dice que son lugares seguros para mantener nuestros corazones en Cristo.

—Bueno.

Termina de guardar sus cosas, ignorando la forma en que su pecho se presiona y su estómago se revuelve.

—Ya no vamos a vernos en la escuela, Ángel.

—Mejor.

A pesar de que su propio corazón se rompe, Hoseok le dirige una rápida mirada a ese pequeño niño de ojos afilados, mientras coloca su mochila en ambos hombros.

—Ángel...

Ese es un llamado de atención que lo obliga mirarlo bien. Los ojos de su vecino muestran culpabilidad, pero Hoseok sólo ve como brillan por las lágrimas, porque apenas comprende lo que sucede con él.

—¿Todavía estás enojado conmigo?

Ya ha perdido la cuenta desde las primeras diez ocasiones en que se lo ha cuestionado en los últimos tres meses. Porque Min Yoongi repite siempre, una y otra vez, las cosas que sus padres dicen, pero hace todo lo contrario. Se supone que, para entonces, ellos no deberían siquiera volver a dirigirse la palabra, mas Yoongi no ha dejado de acercarse de manera insistente. Hoseok no comprende por qué hace estas cosas tan extrañas.

—Sí —contesta y deja de mirarlo.

Silencio.

—¿Y vas a perdonarme algún día?

Silencio.

No responde. Toma con fuerza los tirantes de su mochila y da media vuelta sin arrepentimiento.

 Toma con fuerza los tirantes de su mochila y da media vuelta sin arrepentimiento

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Desde 1993 🎨 yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora