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Agosto, 2009

Tal como cae dormido, Hoseok despierta en la primera mañana de agosto, aunque contra su voluntad, debido a que un peso le quita algo de aire, pues tiene una pierna y un brazo sobre él, casi un cuerpo completo, más bien. Sabe que se trata de Jimin, y como es una persona limpia, no le repugna en absoluto, pero sentir su calor corporal no es precisamente algo que anhele, por lo que se mueve fuera de la «cama» y se levanta con cautela. Su amigo tiene el sueño tan pesado que ni siquiera se inmuta. Entonces, Hoseok pasa gran parte de esa mañana viendo televisión en la sala, esperando a que alguien de la casa se levante para desayunar algo.

Son vacaciones, ese desayuno se tarda un poco más de lo esperado, pero llega. Daena es quien se despierta y le pide un momento antes de ponerse a cocinar. Hoseok evita que su amiga despierte a Jimin para no generar conflictos tan temprano. Juntos comen tranquilos y ven una película hasta medio día, momento en que la madre de Daena se levanta y Jimin comienza a moverse con señal de lucidez.

Es entrada la tarde, tras el almuerzo algo tardío, que Hoseok llama a su madre al hospital para avisarle que va camino a casa, antes de abandonar directamente la casa de los Kim. Fue una pijamada agradable, pasó un día agradable para ser su última semana de vacaciones, pero no se siente nada bien. Tras bajar en la parada del autobús, Hoseok ve la casa de los Min en la lejanía y siente que su pecho se aprieta. La camioneta verde está en su lugar una vez más. Pasa una tarde-noche en soledad, hasta que su madre llega a casa. Cenan juntos, de forma monótona y silenciosa, porque los turnos diurnos son sumamente agotadores para ella.

—Hijo.

—¿Sí, mamá?

—Yoongi... vino hoy por la mañana, cuando estaba por salir de casa.

Su corazón se espanta, algo que solamente puede provocar Min Yoongi.

—¿Tan temprano? —cuestiona, como si no fuese nada importante. Su madre lo mira de reojo, mientras seca los platos que él lava—. ¿Qué... qué quería?

—Verte. Como siempre.

Un suave «ah» sale de sus labios, incapaz de decir algo coherente al respecto. Hoseok jamás ha sabido ocultar su disgusto o tristeza, o lo que sea que siente en este momento, aún no es capaz de darle un nombre.

—Te cerraste —comenta su madre.

—Lo siento —murmura—. Eh... ehm... estamos peleados. Yoongi hizo algo mal y no quiero verlo. Hace como un mes se fue de vacaciones y no volví a saber de él hasta ahora.

—¿Por qué han peleado? Si puedo saber, claro.

Deja el último plato en su sitio y suspira. No quiere romper nada por torpeza o molestia, así que lo deja todo lejos de sus manos.

—Se fue de vacaciones sin mí, mamá... prefirió llevar a su amigo Kim Taehyung. Y no, no me avisó. Tampoco me dio una razón. Creo que ni siquiera pensaba decírmelo, porque me lo dijo su hermana y él se molestó por eso.

Su madre se abstiene de comentarios, todo acaba con una caricia en su mejilla y una suave «habla con él sobre eso». Parece demasiado exhausta para darle un consejo, y Hoseok, en parte, se lo agradece, necesita pensarlo bien.

Ese «pensarlo bien» se extiende toda la noche. Hoseok ve el reloj antes de dormir, bastante avanzada la madrugada. Estuvo todas estas horas observando la ventana de la habitación de Yoongi desde la suya, esperando a que por obra del destino asome y todo se resuelva por arte de magia. No va a mentirse, está muy molesto y triste, pero le duele el corazón, si piensa siquiera en dejarlo todo atrás. Es una disyuntiva que lo atormenta hasta la mañana siguiente. Su madre se despide con un beso en su frente y él opta por continuar durmiendo tras ello, dando la vuelta para mirar la pared.

Los pasos en la habitación van y como nunca, cuando su madre se marcha, vienen al instante y la puerta se cierra. Nota una presencia, por instinto sabe de quien se trata, sumado a que su aroma masculino inunda la habitación. Finge lo contrario, que no sabe, que su corazón no estalla de la emoción y los nervios. Hasta que un peso mueve el acolchado, unos zapatos caen al suelo, porque Min Yoongi no sabe quitárselos de otra manera, y un brazo rodea su cuerpo sobre las mantas. Le impide la movilidad absoluta y se siente casi bendecido por ello. Ojalá ninguno hable y las cosas se solucionen por sí mismas.

—No aguanto tu silencio, Ángel. Te extraño. Por favor, discúlpame. —Silencio. Un suspiro—. Iba a decírtelo, lo prometo, pero quería buscar la forma de que no fuese tan duro. Tae tiene problemas en su casa y este viaje lo salvó de un mes agónico con su familia, como no tienes idea. Sé que no te importa, pero... pero es mi amigo, y lo quiero, necesitaba ayudarlo. —Silencio. Otro suspiro—. Además, tú... tú tienes a tía Taerin, y a tu madre, a tus amigos y a tu padre, aunque no quieras mucho estar con él. Tae no tiene a nadie más que a su primo, y no es como que él lo trate demasiado bien. —Silencio. Esta vez, Hoseok es quien suspira, es casi una respuesta de resignación—. Espero que puedas entenderlo. No significa nada más que eso.

El silencio se extiende por un largo rato. Hoseok tiene los ojos abiertos, casi húmedos, mirando hacia la pared. Se siente un idiota, pero también sabe que estuvo bien al molestarse, porque esa explicación hubiese sido pésima en momentos de apuro, tal vez lo hubiese empeorado todo. Sigue muy dolido, le pesa el estómago y le tiemblan las manos, no sabe bien cómo lidiar con esto.

—Ángel...

—Está bien —dice con un hilo de voz—. No lo avalo, pero acepto tus disculpas.

—¿Seguro?

—Sí, Yoongi. —Es un poco seco, pero aun así añade—: Te amo.

Siente como los brazos de su mejor amigo lo presionan, es un abrazo que se acompaña de una sonrisa, lo conoce lo suficiente para saberlo con exactitud.

—Yo también te amo.

—Pero no me ocultes cosas así —ataca—. Menos cuando sabes que me molesta. Mucho menos si se trata de él.

—No lo haré —murmura Yoongi, dejando un pequeño beso entre sus cabellos—. Lo prometo. —Silencio. Una mano busca sus mejillas y las presiona, haciéndolo reír—. ¿No me darás un beso? Ha sido el mes y verano más horrendo de toda mi vida.

Claro que pretende hacerse rogar, Yoongi se lo merece, como mínimo. Angustia, sufrimiento, dolor en el vientre, justo como él.

—Calla, bobo —reprende, apenas escucha que intenta pronunciar su (apodo) nombre, otra vez. Hoseok da la vuelta para encararlo—. No vuelvas a ocultarme cosas así.

—No lo haré, yo...

Lo calla. No quiere escuchar nada más relacionado a Kim Taehyung. Lo besa despacio, presionando su boca y lamiendo su lengua, pero despacio, muy despacio, hasta que escucha ese pequeño y agradable sonido de placer desde la boca de Yoongi.

—Uhm, extrañaba el sabor matutino de tu boca —comenta Yoongi con burla. Ríe bajito, cuando Hoseok se queja—. Me gustas así. Todo de ti.

Blanquea sus ojos y vuelve a besarlo, anhelando ese toque y sin temor de demostrarlo.

Blanquea sus ojos y vuelve a besarlo, anhelando ese toque y sin temor de demostrarlo

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Desde 1993 🎨 yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora