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Octubre, 2002

La puerta siempre está abierta, Min Yoongi le explica que no está bien que dos personas estén encerradas si no están casadas.

—Pero somos chicos —alega Hoseok.

—A ellos no les gusta, Ángel.

—Pero tu hermana está con su amiga —analiza Hoseok con curiosidad—. ¿Están casadas?

—Ellas son mujeres —responde Yoongi, como si fuese obvio—. Las mujeres no se pueden casar.

—Los hombres tampoco. Así que no entiendo.

—Yo tampoco. Madre dice que cuando sea grande lo entenderé.

Se encoge hombros. Hoseok blanquea los ojos.

—Mi mami también me dice esas cosas.

Yoongi sonríe, una curva pequeña en su rostro.

—Entonces, deben tener razón.

—Las madres dicen cosas raras, a veces, ¿no crees?

Se miran durante unos segundos, y acaban sonriéndose el uno al otro por un largo rato. En ocasiones, las tardes de juego con Min Yoongi se resumen en eso: mirarse el uno al otro. Hoseok siempre siente que su vecino-amigo busca algo en su rostro y más de una ocasión acaba tocándose las mejillas por inercia. Pero no lo pone inquieto, es más, siente como si se estuviese reflejando en el espejo y ese otro lado, ese lado frente a él, es un mundo nuevo que descubre bajo la perspectiva de otra persona. ¿Qué se sentirá vivir el mundo a través de los ojos de Min Yoongi?

Un leve golpe en la puerta. Hoseok gira su cabeza hacia esta.

—Madre —murmura Yoongi, desviando la mirada.

—Hoseok —dice la señora Min, sin siquiera gesticular—. Tu madre ha llamado pidiéndome que te cuidemos hasta la media noche, pero ya sabes las reglas de esta casa, así que me ha dado dos opciones —Hoseok asiente—: te quedas a dormir o llamamos a tu padre para que venga inmediatamente, dijo que puedes elegir.

—¿Puedo quedarme a dormir aquí? —cuestiona sin pensarlo.

—Claro que sí.

—Está bien.

No ve a su padre desde aquella visita al parque de diversiones el año anterior, y está tan resentido que prefiere quedarse a dormir en casa de los Min, pese a que no le agradan las camas de otras personas, con la ilusa idea de que compartirá la cama con Yoongi. Es una idea que le produce sensaciones agradables.

—Prepararé tu habitación —anuncia la señora Min, rompiendo la nube en su cabeza.

—Madre, ¿pode...?

—Ni siquiera termines esa pregunta, Yoongi —interrumpe tajante—. Tu padre puede oírte y sabes que no te conviene tener problemas ahora.

Hoseok asiente a las palabras de la mujer como si fuese Yoongi, es su mejor idea para que la señora Min se marche de la habitación y los deje solos el poco tiempo antes de dormir que les queda.

—¿Te da miedo dormir solo? Puedo acompañarte hasta que te duermas si te acuestas ahora. Quizás así...-

—No me da miedo —contesta Yoongi blanqueando los ojos y poniéndose de pie para ir directo a su armario—. Sólo quiero dormir contigo. —Coloca un par de pijamas limpios sobre la cama—. Pero a padre no le gusta que duerma con otras personas. El amarillo es tuyo, Ángel.

Tiene sentido. Yoongi nunca va más de dos horas a su casa, mucho menos se ha quedado a dormir, el señor Min siempre va por él antes de la cena.

—Gracias —murmura.

La señora Min lo lleva a su habitación pocos minutos después. Se despide de Yoongi como si fuese a un sitio lejano, cuando sólo estará a un par de pasos cruzando el pasillo desde la habitación de invitados.

—¿En serio va a quedarse? —pregunta grosera-Haru desde el umbral de la puerta—. Sabes cómo es tu hijo.

—Son las reglas de esta casa, Min Haru —contesta la señora Min, sin dirigirle la mirada—. Ve a la cama, es tarde.

—Madre, ¿no te da miedo que...?

Esta vez la mira. Hoseok baja la mirada, porque es primera vez que alguien lo intimida tanto.

—Ve a la cama, hija, no volveré a repetirlo. —Lo mira a él—. A la cama, Hoseok. ¿Necesitas algo antes de dormir? —Niega—. Bien. Buenas noches.

La noche es algo extensa. Hoseok se la pasa gran parte del tiempo observando el cielo de la habitación, suspirando pesado, porque no puede siquiera cerrar los ojos más de dos minutos sin sentir temor. Una cruz enorme con aquel hombre casi mutilado cuelga en la pared de la habitación, tiene la cabeza agachada, pero Hoseok siente que en cualquier momento la alzará para mirarlo si cierra los ojos. La idea lo aterra.

Vuelve a cerrar los ojos de forma involuntaria unos minutos más tarde.

Los abre en algún momento, no sabe cuánto tiempo ha pasado, sólo está algo perdido, así que es obvio que durmió. La claridad del amanecer se nota, pero el sol probablemente no se vea hoy, pese a que saldrá dentro de poco.

Lleva al niño a su casa, por favor —escucha—. Sólo dile que tuvimos una emergencia.

Va a preguntar, madre.

Ya sabes que debes decirle. Regresaremos dentro de unas horas, ¿bueno? Cierra bien todo cuando regreses.

Escucha un quejido. Es Yoongi.

Tranquilo, hijo. Ya vamos.

Hoseok se levanta de inmediato.

Me duele, madre. Me duele mucho... —Vuelve a quejarse—. ¡Ah, madre!

Los pasos aceleran y Hoseok abre la puerta justo cuando la señora Min desaparece por la escalera hacia abajo. Grosera-Haru lo mira.

—¿Qué sucede?

—Una emergencia —contesta ella—. Debo llevarte a tu casa ahora. Ponte tu ropa.

—¿Yoongi está bien? ¿Qué le ha pasado?

—Sí. Sólo tiene un leve dolor de estómago. Le pasa todo el tiempo, no te preocupes.

No comprende la manía extraña que tienen los adultos de decir «no te preocupes» cada vez que una situación es preocupante.

No comprende la manía extraña que tienen los adultos de decir «no te preocupes» cada vez que una situación es preocupante

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Desde 1993 🎨 yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora