46

83 24 6
                                    

46

Mayo, 2007

A diferencia de lo que sucedió durante la noche anterior, aquella mañana Hoseok despierta con un humor que lo hace sentir cálido, está casi sonriente al despertar. Aunque no encuentra nadie a su lado, no siente el calor, ni el aroma de su perfume. Está dramáticamente solo y, por un momento, piensa en que se trató de un sueño. Hasta que la puerta se abre despacio y Yoongi aparece en la habitación oliendo fuertemente a su champú favorito, con el cabello mojado y rompa limpia.

—Buenos días —saluda Yoongi—. ¿Dormiste bien?

Hoseok apenas mueve las pestañas y se frota un ojo, mientras busca su reloj para caer en cuenta de que son las ocho de la mañana y contando.

—Es temprano, lo sé —vuelve a hablar—, pero estoy acostumbrado. Tú puedes seguir durmiendo, si quieres. Aunque tu madre nos dejó el desayuno preparado, me dijo que debe ir a trabajar. —Él asiente, recordando que este fin de semana tiene turno hasta media noche—. ¿Estás bien?

—¿No te molesta que le haya mentido a tu madre?

—Para nada. Sé que lo hizo por nosotros.

Su madre siempre ha sido así, astuta, simple y agradable, tiene una capacidad para mentir que es innata, algo que él no heredó para nada. Él es bobo y atarantado como su padre, no sabe expresar lo que siente y siempre se molesta por ello, por el desorden que existe en su cabeza todo el tiempo.

—¿Por nosotros? —quiere saber, sentándose en la cama y extendiendo sus brazos hacia arriba para desperezarse un poco. Yoongi asiente a su pregunta, riendo bajito—. Tienes razón... ella es así, pero espero que tus padres no se enteren de esto.

—No lo harán, sólo no debemos salir de casa.

—Lo sé.

—Genial, entonces. Levántate y ven, vamos a desayunar, mientras está caliente todavía.

—Debería ducharme primero...

—Ya sé que no te duchas por la mañana, tu madre me lo dijo —comenta entre risas—. No te preocupes por eso. Vamos.

Las mejillas le arden y le repiquetea el corazón, pero se levanta de inmediato. Lo que sí hace es lavarse la cara, así que pasa al baño antes de arrastrar sus pies a la cocina. Yoongi lo espera en su lugar y lo llama a sentarse a su lado, Hoseok así lo hace, y el desayuno transcurre comiendo hombro a hombro. Deja su fruta en el plato de Yoongi para que coma toda la que quiera, porque a él no le gusta demasiado.

Es un día común, silencioso, pacífico, todos los adjetivos con una calificación positiva que pueda añadir a esto, porque así siempre es la vida junto a Min Yoongi, desde que lo conoce. Transcurre así hasta el anochecer, cuando deciden ver una película juntos, mientras esperan por la llegada su madre.

—¿Qué transmiten a estas horas en la televisión? —pregunta Yoongi con curiosidad.

—Muchas cosas. ¿Hasta qué hora ves televisión?

—No veo televisión, generalmente —murmura Yoongi con expresiva vergüenza—. Padre no nos deja. Sólo alquilamos una película los viernes, después de cenar, es el único día que vamos a la cama tarde también. Sólo ellos tienen el control del televisor y lo esconden.

—¿Y los botones?

—Se los quitaron y sellaron los orificios.

—Tus padres son extraños.

—Sólo son estrictos... ya sabes —suspira, y se acomoda sobre su hombro como de costumbre—. Es su casa y son sus reglas, siempre ha sido así.

—Lo entiendo.

—¿Qué veremos entonces?

—¿Te dan miedo las películas de terror?

—Un poco, pero estoy contigo, Ángel, estaré bien.

Da un asentimiento y sonríe. Coloca una de las últimas películas de terror que alquilaron, desde hace meses, junto a su madre, para pasar juntos la noche de Halloween, tras salir a pedir dulces, pero que nunca vieron hasta entonces.

Cuando la película acaba, Yoongi se encuentra recostado en el sofá con la cabeza apoyada en las piernas de Hoseok y está plácidamente dormido. Un par de piernas que tiemblan sin descanso, debido al terror que invade a su dueño en este preciso momento. Por la misma razón, Hoseok no se percata de que su mejor amigo descansa hasta que los créditos han avanzado hasta la mitad y decide bajar la mirada para notar que está boca arriba, dormido en su regazo con los labios entreabiertos. Luce considerablemente bonito, o al menos más angelical que el espectro horrendo que acaba de ver en la pantalla, sin duda. De manera inconsciente lanza un suspiro y ladea su cabeza para observarlo con detenimiento, en medio de la leve oscuridad que los rodea y, de repente, no entiende por qué ese niño continúa llamándolo «Ángel», ¿acaso no se ha visto en el espejo?

Su mano es cautelosa en moverse hacia su rostro y quitar el cabello que le cubre los ojos para ver sus párpados. Últimamente no lo corta con tanta frecuencia y se ve bien en él. Desciende poco a poco hacia su mejilla, roza su piel suave con sus nudillos y después con las yemas de sus dedos. Se espanta y aleja su mano, cuando Yoongi se remueve, aunque parece no estar despierto ni percatarse de sus acciones, pues continúa durmiendo y Hoseok continúa viéndolo con detenimiento. Su mano regresa hacia su mejilla, se desvía y recorre el puente de su nariz, toca la punta redonda y brillante, y piensa en que es adorable, como un botón de gomita dulce. Su mentón pequeño, que deja la vista perfecta hacia sus labios rosas y suaves, cuya suavidad comprueba rozando las comisuras, por curiosidad. Entonces, estos se entreabren y de ellos escapa un suspiro cálido, supone que es ese tipo de persona al dormir, y apenas ese pensamiento acaba, Hoseok está inclinándose hacia él, busca sentir ese calor más cerca, su respiración, y cuando lo logra, ya es demasiado tarde para echarse hacia atrás, Yoongi ha abierto los ojos.

—Ángel... —susurra. Toma cierta distancia para evitar incomodarlo, pero la mano de Yoongi se posa en su mejilla—. No te alejes —pide con suavidad.

Hoseok grita en su interior y busca una respuesta a cualquiera de las mil preguntas que tiene en cabeza. Su corazón es una locura, sus mejillas están furiosas y su cuerpo se paraliza. Y de pronto su cerebro ya no le pide nada, se queda en blanco.

—¿Qué sientes?

Se tarda unos segundos en contestar.

—A ti.

Tan rápido como aquellos monosílabos son pronunciados, el sonido estruendoso de las llaves de su madre los separa en cuestión de segundos. Ni siquiera alcanza a percatarse del momento en que Yoongi retorna a su lado, justo como estaba hace dos horas atrás.

—Te dije que viéramos Harry Potter, Ángel.

La risa de su madre les llena los oídos.

La risa de su madre les llena los oídos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Desde 1993 🎨 yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora