🎨 : ❝ Si hablamos de amor, significa al sueño de un niño asustado en la ignorancia y unos brazos tibios de verdad. Donde se crea un nido de tormentas y el azul del cielo se pinta sobre el lienzo, porque las nubes no sólo viven en su interior.
Min Y...
La tarde en que Hoseok regresa de sus vacaciones en casa de tía Taerin, invita a Yoongi a cenar a su casa. Los días lejanos a él se están volviendo un poco difíciles y no encuentra mejor excusa que esa para verlo. Incluso si sabe que no necesita una excusa para verlo, en realidad. Todo es sencillo con él en ese aspecto, jamás recibe una respuesta negativa, a menos que sea obligado por sus padres.
—No quiero pensar en eso —contesta Yoongi.
Bien, Hoseok comprende que hablar sobre el regreso a clases no es la mejor idea que ha tenido. Sobre todo, porque a él tampoco le agrada la idea de regresar a la escuela.
—Uhm, entiendo —murmura, y se encoge contra su propio cuerpo en el sofá, abrazándose a sus rodillas—. ¿Quieres subir al techo cuando mamá se vaya al trabajo?
Yoongi asiente.
—Traje algo que quiero enseñarte también.
Los ojos de Hoseok se iluminan.
—¿Es...?
—Sí.
Sonríen.
—Genial.
La cena es lo de menos, Hoseok está más concentrado en su espera por ver el cuadro que Yoongi, por fin, ha finalizado y está listo para enseñárselo. Ha pasado demasiado tiempo. Cuando su madre se marcha al trabajo, busca una linterna y ayuda a su mejor amigo a subir hasta el techo, iluminando bien el camino, pues le cuesta un poco visualizarlo con claridad.
—Ángel, mis ojos —dice Yoongi entre risas—. Apunta hacia el suelo, por favor.
—Lo siento, lo siento. No veo bien por dónde voy.
—Estás cerca. Extiende tu mano, la tomaré.
Encuentra la piel cálida de su mejor amigo y vuelve a sentirse seguro. Apenas ve por donde pisa, pero es lo suficientemente claro para estar juntos allí, el foco de la calle los ayuda un poco más.
—Nos vemos perfectamente desde casa. Espero que a mis padres no se les ocurra llegar justo ahora —comenta Yoongi—. Porque me castigarían hasta el final del curso o más, toda la vida, hasta el final.
—No lo dudo. Puede que sea más.
—Te mueres por no volver a verme ¿no? Pero ni siquiera lo sueñes, no te vas a librar de mí tan fácil.
Le da un leve empujoncito que le arranca una risita traviesa a ambos.
—Bien, enséñame.
—Está bien —suspira Yoongi—. Pero dime que no vas a burlarte. La pintura se corrió un poco en la luna y estuve al borde de tirarla.
—Lo prometo. Ya, quiero verla.
Sabe que es perfecta, antes de siquiera verla. La luz no es la idónea para apreciar una obra de este tipo y debe entrecerrar sus ojos para enfocarla bien, pero no tiene que verla a la perfección para asegurar que es preciosa. Así que sonríe amplio, tras estar en silencio durante un buen tiempo.
—Iba a dártela en tu cumpleaños —comenta Yoongi—. Pero todos los días son especiales para hacerte un detalle. Ahora me siento en confianza, creo que podré darte algo mucho mejor para tu cumpleaños.
—Gracias —murmura, y la vuelve a poner en su sitio correcto para que no caiga del techo—. Me gusta mucho. La pondré en mi habitación, en un sitio donde siempre pueda apreciarla bien.
Yoongi sonríe.
—Tae me dio una idea para el próximo, creo que la voy a considerar.
La expresión de Hoseok decae de golpe y acaba sólo sonriendo, algo que parece más una mueca de disgusto que otra cosa. Desvía la mirada hacia la lejanía en penumbra de la ciudad, sólo se divisan los focos que apenas iluminan las calles. Escucha un suspiro pesado directo desde donde se encuentra Yoongi, pero lo ignora, simplemente se encoge abrazando sus piernas y manteniendo cierta distancia. No transcurre mucho tiempo, cuando siente el cuerpo de su mejor amigo recargado contra el suyo.
—Te quiero, Ángel. Eres mi mejor amigo y lo más importante para mí. Por favor, deja de pensar que Tae es una amenaza para ti.
—Pero Kim Taehyung sigue siendo el primero en saberlo todo.
—No tenía cómo comunicarme contigo en vacaciones. Además, es un regalo, ¿cómo vas a saber qué es tu regalo antes de tiempo?
—Uhm, pero él no tiene que saber todo lo que hacemos juntos.
—Es imposible que no sepa nada de nosotros, Ángel, le hablo todo el tiempo de ti. No puedo callar lo que siento.
—Inténtalo —sentencia—. Es mejor callarse ciertas cosas.
Un suspiro.
—No lo haré.
—¿Por qué?
—Porque no quiero. —Silencio. El peso abandona su cuerpo—. Me iré a casa, es tarde y no quiero que me regañen.
—Está bien.
Se tardan unos minutos más de silencio, hasta que Hoseok decide levantarse para marcharse primero e iluminar el camino de Yoongi para que no sufra accidentes. Se levanta demasiado rápido, por lo que parece marearse un poco y le cuesta estabilizarse. La linterna cae.
—Ángel —llama Yoongi.
Cae en cuenta de que está yendo por el lado equivocado. Le cuesta ver con claridad, no importa cuánto bata las pestañas o intente enfocar la mirada. Comienza a desesperarse, así que se detiene para evitar un mal movimiento.
—Ángel, a tu derecha —escucha. Señala con su dedo hacia su derecha—. Sí, aquí estoy. —Hoseok ríe—. No me asustes así.
Lo ve y suspira de alivio.
—Lo siento, me desorienté un poco. Ahora... ¿dónde quedó mi linterna?
—Voy por ella, espera. No te muevas.
Él busca con su mirada, la periferia está oscura, pero logra localizar la luz.
—No, no. Ya la vi.
Da un paso hacia atrás para impulsarse hacia allá.
—¡Ángel!
Oh, eso se escuchó desgarrador, tanto como el crujido de su brazo, una vez su cuerpo toca el suelo, tras caer en picada al darse cuenta de que no hay nada qué pisar justo detrás de él.
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