Capítulo 3: Las visitas

24 1 0
                                    

Diosss!!!! Tres capítulos. Muchas gracias por compartir esta aventura con nosotras. ¿Qué tal si nos dices qué crees que ocurrirá en los comentarios?

LAS VISITAS

Montado en el metro de camino a visitar pisos pensaba en mi vida. Sé que eso es muy genérico pero estaba pensado en quién era, qué hacía allí y hasta dónde quería llegar. Siempre me ayuda cuando estoy confundido.

¿Quién soy? Esa es la que más me cuesta responder. Solo soy un chico larguirucho con la cara muy fina que tiene el pelo rizado y rojizo. Quizá los más especial que tengo sea mi pelo, mis ojos verdes y el pendiente que mi hermana Cindy me convenció para que me hiciera. Era un chaval de 19 años que tenía una hermana, un mejor amigo (Ben) y una novia. Amaba el cine y el arte, amaba pensar en todo y en nada, pero supongo que eso ya lo habéis notado.

¿Qué hago aquí? Hacer hacer, lo que se dice hacer, ahora mismo poco. Pero sabía porqué estaba allí. Quería estudiar en la NYFA (la academia de cine de Nueva York) y quería ser como Woody Allen y como Sofia Coppola, hacer películas y emocionar a la gente.

¿A dónde quería llegar? Esa era fácil, por ahora me conformaré con llegar sano y salvo a Chinatown

Llegué y encontré el apartamento. Me dio una buena primera impresión, limpio, ordenado, la puerta del baño no se atrancaba y no había gatos por los alrededores.

Pero entonces ví el que sería mi dormitorio.

El dormitorio en sí no tenía ningún problema. El problema venía de fuera. Delante había un restaurante de comida para llevar con el letrero luminoso más enorme que había visto en mi vida. Toda esa luz neón parpadeante llenaba el dormitorio aún ahora que era de día. Casi me da un ataque epiléptico.

Se lo comenté al dueño.

-Para eso está la cortina

Menos mal que tenía otra opción. Me despedí educadamente y me fui antes de que mi retina sufriera daños irreversibles.

***

Llamé a la puerta. Estaba un poco nervioso en esta segunda visita, la chica había sido muy amable al teléfono, además el apartamento estaba en Manhattan y ahora era mi única opción.

Me abrieron la puerta.

La voz del teléfono correspondía a una joven alta, morena, de pelo largo y ondulado. Tenía unos ojos azules preciosos y era muy sonriente y grácil.

-¡Pasa! Yo soy Leah, encantada de conocerte.

El piso tenía la cocina y el salón unidos. Las paredes estaban decoradas con pósteres de cine y de actrices de Hollywood y en la habitación que alquilaba había un gran cartel de Misterioso Asesinato en Manhattan, mi película favorita de Woody Allen.

-Wow-dije- es precioso el apartamento y me encantan los pósters, por cierto.

-Gracias- me sonrió- siempre me ha gustado mucho el cine, desde pequeña. Algún día me gustaría ser actriz. Pero es un mundo difícil

-Te entiendo. La razón por la que yo estoy aquí ahora mismo es porque quiero ser director- no pude evitar reírme

-¿En serio?

Seguimos hablando durante un largo rato, Leah puso algo de música y me ofreció un café y unas galletas caseras.

Charlamos sobre Nueva York (ella tampoco era de allí), sobre cine, sobre libros, arte y sobre nuestras vidas en general.

Después de casi tres horas estaba anocheciendo y me parecía que la conocía de toda la vida.

-Pero ¿qué dices? como va a ser mejor actor Thimotheé Chalamet que Austin Butler.

-Yo no digo que sea mejor, solo digo que Thimotheé Chalamet me parece más versátil y además él también sabe bailar.

-Austin Butler también-reí.

Leah se sentó más cerca mía en el sofá y me puso una mano detrás del cuello.

-¿Sabes qué?-dijo- me alegro de que vieras ese anuncio en el periódico.

Me estaba enrollando el dedo en uno de mis rizos. Nunca he sido muy bueno con esto y no sabía distinguir si estaba tonteando o si solo era confianza.

No me quedó duda.

De pronto me besó.

Siempre nos quedará NYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora