Capítulo 45: Historias de Filadelfia

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HISTORIAS DE FILADELFIA

Cuando me quité la venda de los ojos Austin me miraba desde una manta rodeado de cojines e iluminado por varias velas encendidas por toda la azotea. Al fondo había una pantalla blanca y en el centro un proyector.

Era un chico maravilloso. Nunca olvidaría lo guapo que estaba allí sentado.

-¡Austin! Esto es increíble. ¿Cómo lo has preparado?

-Aquí vemos las películas con el club de cine de la escuela. Le pedí a mi amigo que me la alquilara una noche para prepararte una sorpresa. Ven, siéntate.

Me acerqué a él y lo besé

-Sé que estás preocupada y tienes muchas cosas en la cabeza. Pero podemos intentar disfrutar de esta noche. Mañana será otro día.

-Me parece perfecto.

Austin se levantó y encendió el proyector. La película Historias de Filadelfia empezó a reproducirse. Justo cuando pensaba que no podía ser más romántico.

La vimos abrazados, rodeados por cojines y con el cielo estrellado sobre nuestras cabezas.

Era ya muy tarde cuando la película terminó y empezaba a hacer frío. Por suerte Austin trajo una manta con la que me tapé mientras él lo recogía todo. Guardó las cosas en la mochila y fuimos hacia la puerta que llevaba a las escaleras.

Agarró el polo para abrirla y de escuché pronto un sonido grave.

-Emm Tina. Tenemos un ligero problema.

No lo entendí hasta que se giró y vi el pomo en su mano y la puerta cerrada detrás.

-¿No tienes las llaves?

-No hay cerradura solo había un pomo. Solo se puede abrir desde dentro con la llave.

Intenté mantener la calma. Pero no lo conseguí.

-¿Y ahora que hacemos? Llama a tu amigo o algo, que nos abra la puerta.

-Este finde se iba a Baltimore con su novia.

-¿Y a un cerrajero?

Cogí el móvil y buscó en internet el teléfono de un cerrajero.

-No tengo datos. No pilla la cobertura.

-¿Esto es en serio?

Yo no se me ocurría nada más. La puerta era demasiado fuerte como para que Austin, que aunque yo lo quiero es un tirillas, o yo la pudiéramos abrir.

Austin me miró con cara de agobio aunque intentó que no se reflejara en su voz.

-Quizá mañana por la mañana alguien pase a tender, o a limpiar.

-Pues parece que tendremos que pasar la noche aquí.

Austin volvió a estirar la alfombra y las almohadas y nos tumbamos bajo la manta mirando la luna.
Él rompió el silencio.

-Lo siento.

-No es culpa tuya. No te preocupes.

Nos miramos y vi que tenía los ojos vidriosos.

-¿Estás bien?

-Sí, es solo que no puedo creer la suerte que tengo de que me quieras. Cualquier otra persona se hubiera enfadado conmigo o se hubiera pasado la noche quejándose...

-Ya que estamos aquí, vamos a intentar disfrutar por lo menos.

Me acerqué a él lentamente y le rodeé la cintura. Lo besé el la frente, en la mejilla y por toda la nariz hasta llegar a la boca. Empecé a besarle el cuello hasta que sentí como él me apartaba ligeramente.

-Para.

-Austin yo... ¿Pasa algo?

-Es solo que hay algo que tengo que contarte.

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⏰ Última actualización: Sep 24 ⏰

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