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"I Did Something Bad" sonaba por todo el lugar mezclándose con los gemidos de Lisa.

Sus músculos se marcaban de una forma tan exquisita mientras daba golpes al saco de boxeo. Las gotas de sudor caían por su frente y en su abdomen, creado una capa cristalina en su piel. Era una verdadera maravilla verla de ese modo; toda sudada y respirando agitadamente.

Era habitual que dos o tres veces a la semana, antes de irse a trabajar, entrenara en el gimnasio de su casa. Se despertaba a las seis de la mañana, desayunaba, se ejercitaba durante una hora, tomaba una ducha caliente y luego se dirigía a su oficina en alguno de sus autos.

Desde que entró en el mundo de la música, las exigencias en el baile y canto eran muy elevadas. Era casi una obligación tener un buen estado físico debido a que tenía que durar muchas horas en el escenario. Y también al ser la cara de muchas marcas de lujo y ropa, tenía que tener un cuerpo bien tonificado. Por eso había optado por el boxeo, uno de sus pasatiempos favoritos para fortalecer sus músculos y hacer cardio, además del sexo por supuesto.

Los golpes iban y venían, sus brazos ya empezaban a arder por el cansancio, pero no le dio importancia. Su mente estaba ocupada reviviendo las imágenes de aquella noche en la casa de Jennie.

Fueron como dos animales en celo; habían tenido sexo en cada rincón del cuarto de Jennie, desde el piso, contra la pared y encima del escritorio. Gritaban el nombre de cada una cuando llegaban al clímax, marcando sus cuerpos con chupones y arañazos en sus espaldas, los cuales aún podían ser visibles.

Al despertarse al día siguiente, se dieron los buenos días con un beso cargado de deseo, como si las cinco horas en las que se la pasaron gimiendo y tocándose no hubieran sido suficientes. La temperatura fue subiendo poco a poco y terminaron teniendo sexo en el balcón de la habitación.

Fue bastante excitante para Lisa poner a Jennie en cuatro contra la baranda, mientras la penetraba por detrás con sus dedos, agarrando su cabello y haciéndola gritar su nombre con fuerza cuando le daba cachetadas en su lindo culo marcado por sus golpes. Se convirtieron en unas completas salvajes, seguras de que nadie las podía oír o ver, siendo solo ellas dos testigos de las cosas perversas que estaban haciendo en público.

El beso de despedida fue bastante dramático, no querían separarse la una de la otra, pero lamentablemente, como jefas de sus empresas, eran las principales responsables de todo lo que sucedía, y la carga de trabajo era considerable. Jennie tenía una reunión con los productores de su empresa para acomodar ciertos detalles de los sencillos de los próximos lanzamientos de dos de sus cantantes, Somi y Miyeon.

Por otro lado, Lisa tenía que hacer una visita a una de sus academias de baile en la ciudad de Bangkok. La razón era la ampliación de las instalaciones, y los ingenieros necesitaban inspeccionar el edificio para tener una visión más detallada de los cambios que se iban a realizar.

A pesar de que solo habían pasado cuatro días desde su último encuentro en persona, para ambas parecía una eternidad.

Durante este tiempo, se mantuvieron en contacto mediante llamadas y mensajes de texto, intercambiando saludos matutinos y preguntándose sobre cómo iba el día en el trabajo. Eran gestos simples pero significativos, a ninguna de los dos se le daba bien ser romántica. Especialmente Lisa, quien nunca había mantenido una relación durante más de dos meses debido a su tendencia a perder el interés rápidamente. Sin embargo, estaba convencida de que con Jennie las cosas serían diferentes; lo que sentía por ella era algo fuera de lo común.

Paró de golpear el saco de boxeo, recuperando el aliento. Pensar en la morena la ponía mal.

Extrañaba mucho tener a Jennie entre sus brazos, sentir el calor de sus cuerpos desnudos. Probar su dulce sabor en su boca mientras se corría era lo más adictivo del mundo, algo que repetiría una y mil veces.

Enemigas | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora