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⛓Seis⛓


Comienzo a dormir en la habitación con la trampilla después de la primera semana.

Es más cálido allí. Woohyun me hace cerrarla tan pronto como mis pies desaparecen por la escalera. —Por si acaso —dice—. Tienen una llave también, pero te dará algo de tiempo.

— Seguro. Genial.
Comprueba después de que giro la llave, asegurándose que nadie pueda entrar.

Siempre espero el sonido antes de ir a la cama. Duermo con un cuchillo de carnicero en mi mano. Peligroso, pero no tanto como un secuestrador entrando en la prisión que te construyó y…

Cada mañana me despierto y siento miedo, aunque nunca estoy seguro si es mañana, noche, o mediodía. EL sol brilla constantemente. Siempre temo que cuando baje la escalera Woohyun ya no esté aquí. Siempre lo está, de pie al lado de la cafetera. Siempre hay café fresco en la jarra cuando bajo. Puedo olerlo mientras bajo las escaleras.

Siempre sé que Woohyun está bien, y vivo, y aún allí por el aroma del café. Una mañana cuando bajo la escalera, no lo huelo. Corro por las escaleras, casi rompiéndome el cuello mientras salto los escalones de a dos. Cuando llego a la cocina, lo encuentro dormido en la mesa, su cabeza descansando en sus brazos. Yo hago el café ese día. Mis manos están calmas, pero mi corazón no deja de acelerarse.

Un día (¿tarde?), Woohyun sube la escalera y se inclina adónde estoy sentado, cruzado de piernas frente al fuego. He estado pensando sobre el suicidio. No el mío, sólo el suicidio. Hay tantas maneras. No sé por qué la gente es tan poco creativa cuando se
mata.

Usualmente no dejamos la puerta del frente sin guardia, pero sé que quiere hablar. Descruzo mis piernas y las estiro hacia el fuego, moviendo mis dedos. Nos estamos quedando sin leña, Woohyun dice que no está seguro de que tan grande sea el generador, pero quizás nos estemos quedando sin combustible para eso también. —¿Qué estás pensando? —pregunto, mirando su rostro.

—La habitación del carrusel, Sunggyu, creo que significa algo.

—No quiero hablar de la habitación del carrusel. Me vuelve loco.

Su cabeza se dispara precisa hacia mí.
—Hablaremos de ella. A menos que quieras quedarte encerrado aquí para siempre.

Sacudo mi cabeza, jugando con mi mechón de pelo grisáceo entre mis dedos. —Es una coincidencia. No significa nada.

Él destraba sus labios de entre sus dientes y su cabeza se balance de lado a lado. —Sohyun está embarazada.

Es ese momento de silencio en que oyes el agua corriendo en tus ojos. Mis ojos se disparan a su cara. —Ocho semanas la última vez que la vi. —Lame sus labios y se gira a mirarme— Hicimos tres rondas de in vitro para embarazarnos, dos pérdidas. —Frota su frente—. Sohyun está embarazada y yo necesito hablar de la habitación del carrusel.

Asiento tontamente. Siento algo. Lo alejo. Lo entierro. —¿Quién sabe sobre lo que sucedió? —pregunta, gentilmente. Miro el fuego comer los
leños. Por un minuto, no estoy seguro a qué instancia se refiere. Hubo tantas. El carrusel, me recuerdo. Es una memoria tan extraña. Nada pomposo. Pero privada.

—Sólo tú. Por eso parece improbable… —Lo miro—. ¿Tú sí…?

—No… no, Sunggyu, nunca. Ese fue nuestro momento. Ni siquiera quise pensar en ello después.

Le creo. Por un largo segundo nuestros ojos se atrapan y el pasado parece flotar entre nosotros, como una frágil pompa de jabón. Rompo el contacto visual primero, mirando
mis medias. Medias con estampado, no blancas. Busqué blancas, pero todo lo que había para mí eran medias hasta la rodilla estampadas. Lejos de mi carácter. Usaba mis nuevas y coloridas medias sobre mis calzas. Hoy, eran púrpura y grises. Rayas
diagonales.  —¿Sunggyu...?

Vena Sucia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora