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⛓ Dieciocho ⛓

No vi a Woohyun hasta unos días antes de la cirugía.

Vi un montón al doctor Jang. Lo vi tres veces por semana tras la petición de mi cirujano. Era como tratar de encajar el valor de terapia de toda una vida en seis sesiones. El me ordenó hablar con sus ojos y sus pulseras tintineantes: dime más,
dime más. Cada vez me hundía en su sofá, me hundía un poco más bajo en estima. Este no era yo. Estaba derramando mis tripas, como algunos lo llamaban; divulgar. Era vomitar palabras y Jang Dongwoo tenía sus dedos en mi garganta. Descubrí que las cosas privadas eran en su mayoría amargas. Se posaban a estropear los rincones de tu corazón durante tanto tiempo que para cuando las reconocías, te encontrabas con algo rancio. Y eso es lo que hice; le tiré todo lo que se pudría, y él absorbió cada una. Parecía que cuanto más Jang Dongwoo absorbía de mí, menos de mí había. A veces trataba de ser divertido, sólo para poder escuchar la forma seca en que se reía. Se reía de lo inapropiado, a veces o vulgar.

Me gustaba mucho en algunos días, y en otros, lo odiaba.Al final de cada sesión el dragón ronroneaba lo mismo: "Lee el libro de MyungSoo. Te dará perrrrrrspectiva. Desenlaccccccce. — Conducía a casa determinado, pero luego llegaba a la portada y veía el Para VS, y rápidamente cerraba la cubierta.

La página de la dedicatoria comenzaba a verse desgastada y tocada, con remaches de huellas dactilares en la página. Esperé hasta la última sesión para decirle acerca de la violación. No sé por qué, excepto otro que el cáncer, la violación era la última cosa que me había pasado. Tal vez tenía una manera cronológica de hacer frente a las cosas; la ruta de un escritor a la solución de problemas.

Su despreocupación por el asunto fue lo que finalmente me convenció. Fue como si todo el tiempo que lo vi, estuviera contando los días hasta tener que contarle lo de la violación, temiendo la pena que vería aparecer en sus ojos. Pero no hubo ninguna.
—La vida pasa —dijo—. Las cosas malas suceden porque vivimos en un mundo de maldad. —Y entonces me había preguntado la cosa más extraña—. ¿Culpas a Dios? —Nunca se me había ocurrido culpar a Dios ya que no creía en él

—Si creyera en Dios, lo culparía. Supongo que es más fácil no creer, entonces no tengo nada con lo que estar enojado.

Sonrió. Una torcida sonrisa de gato. Y luego se acabó, y dejé un hombre libre, mi purgatorio cumplido. Woohyun me operaría ahora. Estaría libre de cáncer, libre de continuar sin temor. Sin un poco de miedo.

Esa noche empecé a tener los sueños de nuevo, con manos empujando y tirando de mí. Dolor agudo y humillación. La sensación de desamparo y pánico. Me desperté
gritando, pero allí no estaba Woohyun. Me metí en la ducha para lavar el sueño, temblando bajo el agua hirviendo. No podía volver a dormir con esas imágenes tan frescas en mi mente, así que me senté en mi oficina y fingí escribir el libro que mi agente esperaba. El libro para el que no tenía palabras.

Al medio día, cinco días antes de la cirugía, me vestí para ir al hospital para mi cita pre-operatoria. Era marzo y el sol había luchado contra las nubes durante una semana. Hoy el cielo era de un azul ininterrumpido.
Me sentía resentido con el sol. Ese pensamiento me hizo pensar en las cosas que Myungsoo solía decir de mí. Eres todo gris. Todo lo que amas, la forma de ver el mundo.

Salí de mi auto, sorteando los charcos de agua de lluvia del día anterior. Ellos eran de color como una concha de ostra, iridiscente del aceite recogido de mi auto o el de Woohyun. Cuando llegué a la puerta del lado del conductor, vi un cuadrado de cartón debajo de mi escobilla de limpiaparabrisas. Eché una mirada sobre mi hombro antes de abrirla. Él
había estado allí.

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