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⛓ Veinte ⛓

La fortuna favorece a los valientes.

Eso es lo que me repetía a mí mismo mientras me preparaban para la cirugía. Excepto que no lo decía en español, decía las palabras en latín:

fortes fortuna juvat… fortes fortuna juvat… fortes fortuna juvat.

Los mantras sonaban mejor en latín. Repite cualquier frase en el educado y elegante idioma que la mayoría de los filósofos usaban, te hace sonar como a un bendito genio. Repite la misma frase en español, suenas como un loco. ¿Quién escribió esa frase? Un filósofo. Debería haber recordado su nombre, pero no podía.

Nervios, me dije. Busqué por algo más en lo que enfocarme, algo que pudiera consolar mi decisión. Sabía que la Biblia decía algo sobre sacar tu ojo si te ofendía. Yo estaba sacando mi pectorales y pezones. Pensaba que esto era mi movimiento valiente y el de ofendido. No importaba, la valentía se reduce a nada más que un sentido fuerte del deber que lleva a cuestas un sentido incluso más fuerte que la locura. Todo lo valiente era un poco loco. Traté de concentrarme en algo más para que así no tuviera que pensar sobre qué tan loco estaba. Había una enfermera sacándome sangre.

Las enfermeras eran muy atentas incluso cuando estaban metiendo agujas en mi carne. Oh, lo siento, cariño, tienes venas pequeñas. Esto solo dolerá un segundo. Me dijeron que cerrara mis ojos como si fuera un niño. Esta no tenía ningún problema encontrando la vena correcta en mi brazo. Me pregunto si Woohyun les dijo que me cuidaran bien. Parece como algo que él haría. El cuarto de hospital era blanco. Gracias a Dios por eso. No podía pensar en paz sin los colores interrumpiendo.

Woohyun llegó para examinarme. Estaba tratando de ser fuerte cuando se sentó en el borde de mi cama y me miró con esos suaves ojos. —¿Por qué dejaste de tocar música? —Mi voz se rompió en la última palabra.

Necesitaba algo para distraerme. Una verdad de Woohyun. Consideró mi pregunta por un minuto, luego dijo—: Hay dos cosas que amo.

Dejé de respirar. Pensé que iba a decirme sobre un amante. Alguien a quien había amado y por quien había dejado la música. En vez de eso, me sorprendió—: La música y la medicina.

Me senté en la cama con la cabeza contra las almohadas para escucharlo. —La música me hacía destructivo, me destruía a mí y a todos a mi alrededor. La medicina salva a la gente. Así que escogí la medicina.

Es un hecho. Tan simple. Me pregunto cómo sería dejar de escribir. Escoger algo más por encima de lo que tanto deseo. —La música también salva a la gente — dije. No conocía esto personalmente, pero era un escritor y era mi trabajo conocer como otras personas pensaban. Y las escuchaba
decirlo.

—No a mí —dijo—. Me hace destructivo.

—Pero aún la escuchas. —Pensé en sus canciones. Las que me dejó, y las que sonaban en su carro.

—Sí. Pero ya no la creo. O me pierdo en ella.

No podía sacarlo de mis ojos, el deseo de saber más. Woohyun lo agarró. —¿Cómo se pierde una persona en la música?

Sonrió y miró las líneas corriendo de mis venas a la IV a unos cuantos pasos. —¿Qué drogas te pusieron? —jugó.

Me quedé callado, temeroso de que si contestaba su pregunta, no me diría la respuesta. —La dejas que viva en ti. El ritmo, las letras, las armonías… el estilo de vida — añadió—. Eventualmente, solo hay espacio para uno.

Estuve callado por un segundo. Procesando. —¿La extrañas?

Sonrió—. Aún la tengo. Solo que no es mi prioridad.

Vena Sucia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora