⛓ 17

6 3 0
                                    

Diecisiete


Jang Dongwoo. ¿Qué clase de psiquiatra lleva el nombre de Dongwoo?

Es el nombre de un stripper. Una huella costrosa marca su brazo y grasosas raíces negras crecen por encima de un quebradizo cabello rubio. El doctor Jang Dongwoo tiene
brazos delgados, del color del caramelo. Lo único que los adornaba eran gruesos brazaletes de oro que se amontonaban desde su muñeca hasta la mitad de su antebrazo. Era una clásica muestra de riqueza. Lo observé escribir algo en su bloc de
notas, los brazaletes tintineando suavemente a medida que su lapicera rayaba el papel. Yo categorizaba a las personas por uno de los cuatro sentidos que exhibían como el más fuerte. El de Jang Dongwoo caería en sonoro. Su oficina hacía sonidos, también. A nuestra izquierda había un fuego, chasqueando mientras se devoraba un leño. Una pequeña fuente de agua detrás de su hombro izquierdo filtraba agua por rocas en miniatura. Y en la esquina de la sala, más allá de la librería de madera de
nogal y los sofás chocolate, había una jaula de aves grande y de metal en frente a la ventana. Cinco pinzones arcoíris saltaban y piaban de nivel a nivel. El Dr. Jang alzó la mirada hacia mí de su bloc y dijo algo. Sus labios eran del color de la remolacha y los
observé insulsamente cuando habló.

—Lo lamento. ¿Qué dijo?

Sonrió y repitió la pregunta. Voz ronca. Tenía un acento que ponía marcado énfasis en sus “r”. Sonaba como si estuviera ronroneando.
—Tu madrrre.

—¿Qué tiene que ver mi madre con que tenga cáncer?

La pierna de Dongwoo rebotó suavemente sobre su rodilla, haciendo un sonido sibilante. Había decidido llamarlo Dongwoo en vez de Dr. Jang. De esa manera podía fingir que no estaba siendo psicoanalizado por la elección de psicólogo de Woohyun. —Nuestrrras sesiones, Sunggyu, no son solamente sobre tu cáncerrr. Hay más en tu composición como perrrsona que una enfermedad.

Sí, una violación. Una madre que me dejó. Un padre que fingió que no tenía hijo. Un montón de malas relaciones. Una relación perdida…

—Bien. Mi madre no sólo abandonó a su familia, probablemente ella me pasó esta enfermedad a mí también. La odio por ambas cosas.

Su cara estaba impasible. —¿Ella trrrató de ponerse en contacto contigo después que se fue?

—Una vez. Luego que mi libro fue publicado. Me envió un correo electrónico. Pidió encontrarse conmigo.

—¿Y? ¿Qué respondiste?

—No lo hice. No estoy interesado. El perdón es para los budistas.

—¿Qué eres entonces? —preguntó.

—Un anarquista.

Me consideró por un momento, y luego dijo:—Cuéntame sobre tu padre. —Cuéntame sobrrre tu padrrre.

—No.
Su lapicera rayó sobre su bloc. Su lapicera sonando ansiosa. O quizás era sólo irritada.La imaginé escribiendo: No hablará de su padre. ¿Abuso? No hubo abuso. Sólo nada.

—Tu libro, entonces. —Buscó debajo de su bloc de notas y sacó una copia de mi última novela, poniéndola sobre la mesa entre nosotros. Debería haberme sorprendido que ella tuviera una copia, pero no fue así. Cuando fue hecha una película sobre ello, pensé
que no la vería, pero la vi. Las posibilidades eran que convertirían mi libro en una imitación bastardizada de Hollywood. Al menos mi libro recibiría buena publicidad.
Anticiparon un pequeño lanzamiento, pero en la noche de estreno la película recaudótres veces la cantidad esperada y entonces estuvo en la cima de la taquilla por tres semanas antes de ser derrotado por un super héroe en mallas ajustadas. Mi libro se convirtió en una sensación de la noche a la mañana. Y lo odié. De pronto todos me estaban mirando, mirando en mi vida, haciendo preguntas sobre mi arte, lo que
siempre había considerado altamente privado. Por lo que, compré una casa con mi dinero, cambié mi número y dejé de contestar los correos electrónicos. Durante un tiempo fui uno de los más buscados para las entrevistas en el mundo de los libros. Ahora era una víctima de violación y tenía cáncer.

Vena Sucia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora