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⛓ Treinta ⛓

Tres veces al día Woohyun hace un viaje al pozo para buscar comida y reponer nuestra madera.

Usamos un cubo para hacer nuestras necesidades, y también es su trabajo vaciar eso. Va con cuidado. Puedo escuchar sus pasos crujiendo a través de las tablas del suelo hasta que llega a la tierra, y luego el clomp, clomp, clomp en las escaleras. Pierdo su sonido una vez que está bajo el pozo, pero nunca está allí por más de cinco minutos, excepto cuando está lavando la ropa o tirando nuestra basura sobre el lado del acantilado. Lavar la ropa consiste en llenar la tina del baño con nieve y jabón y restregar las ropas hasta que piensas que están limpias.

Nunca tuvimos escases de jabón, hay montones de barras blancas, envueltas en papel blanco en la parte inferior de la despensa. Huelen como a mantequilla, y en más de una ocasión cuando estaba muerto de hambre, pensé en comerlos.Woohyun toma la más pequeña de las dos linternas—la que encontré cuando me jodí la pierna. Me deja con la más grande. La deja justo al lado de mi cama y me dice que no la use. Pero tan pronto como escucho sus pies con calcetines en las escaleras, mis dedos van abajo para encontrar el interruptor que la enciende. Dejo que la luz fluya.

A veces la alcanzo y paso mi mano sobre ella, jugando con las sombras. Es una triste, triste cosa cuando el punto culminante de tu día se convierte en cinco minutos con una linterna.Un día cuando Woohyun regresa, le pregunto por qué no trae todo arriba de una vez.—Necesito el ejercicio —dice.

Después de una semana, sube las escaleras con un montón de vendas verdes. —No hay infección que pueda ver alrededor de la herida. Está sanando. —Noto que no dice Sanando bien —. El hueso todavía podría resultar infectado, pero esperemos que la penicilina se encargue de eso.

—¿Qué es eso? —pregunto, asintiendo hacia sus manos.

—Voy a enyesar tu pierna. Entonces puedo moverte a la cama.—¿Y si el hueso no se fusiona apropiadamente? —pregunto.

Está callado por un largo tiempo mientras trabaja con los suministros.—No va a sanar apropiadamente —dice—. Tal vez camines con una cojera por el resto de tu vida. En la mayoría de los días, te dolerá.

Cierro los ojos. Por supuesto. Por supuesto. Por supuesto.Cuando miró hacia arriba de nuevo, está cortando un calcetín blanco en la parte de los
dedos. Lo mete por mi pie tan gentilmente como puede y la sube por mi pierna. Fuerzo aliento de mis fosas nasales para evitar llorar. Debe ser uno de los de él. El calcetín. El guardián del zoológico no me dio calcetines blancos. No me dio nada blanco. Woohyun hace lo mismo con un segundo calcetín, y luego un tercero, hasta que los tengo alineados desde la mitad de mi pie, hasta mi rodilla. Luego toma uno de los vendajes del cubo de agua. No es un vendaje, me doy cuenta. Son rollos de un yeso de fibra de vidrio.Comienza a la mitad de mi pie, enrollando el yeso alrededor y alrededor hasta que se acaba. Luego arranca uno nuevo y lo hace otra vez. Una y otra y otra vez hasta que ha usado los cinco rollos y mi pierna está completamente enyesada. Woohyun se inclina hacia atrás para examinar su trabajo. Luce cansado.—Démosle algo de tiempo para secar, luego te moveré a la cama.

Nos quedamos en el cuarto del ático, olvidando el resto de la casa. Días tras días…. tras día… tras día.

Cuento los días que hemos perdidos. Días que nunca regresarán. Doscientos setenta y siete de ellos.Un día le pido que toque la batería para mí.—¿Con qué?

Realmente no puedo ver su cara, está tan oscuro, pero sé que sus cejas están levantadas y hay un rastro de una sonrisa sobre sus labios. Él necesita esto. Yo necesito esto.—Palos —sugiero. Y luego—: Por favor, Woohyun. Quiero escuchar música.

Vena Sucia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora